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sábado, 16 de diciembre de 2017

LA OPOSICIÓN JUEGA A FAVOR DE "CAMBIEMOS"

Segunda Opinión
LA OPOSICIÓN JUEGA A FAVOR DE “CAMBIEMOS”


            No soy político, no soy  sociólogo, no soy psicólogo, y no tengo a mano estudios sobre el comportamiento humano. Lo único que tengo son años, experiencia y un poco de lo que los argentinos llamamos “calle”.
           Es sobre esta base que voy a decir lo que voy a decir.
           En primer lugar, diré que contra los que muchos afirman de mí, no soy macrista ni defensor de este gobierno a rajatabla. Mucho menos soy defensor de político alguno, porque no es una “especie” que encaje con mis simpatías. Se le miente demasiado a la gente, se la engaña, se la envuelve con consignas vacuas y todo lo que ya sabemos.
          En segundo lugar, considero a la corrupción una lacra a la que ha colaborado inmensamente la formación corporativa del Estado, desde hace muchas décadas. Para infinidad de cuestiones económicas en la Argentina hay que pasar “filtros” que siempre implican pasar un dinero por debajo de la mesa para que funcionario de turno ponga el proverbial “gancho”.
         En tercer lugar, siempre he observado en un parte muy importante de la población una actitud fascista, xenófoba, contraria a la libertad que observa desde el vamos la Constitución Argentina.  Desde el tipo que te pinta el cordón de amarillo o pone conos para que no estaciones, hasta el politizado mapuche que te miente asquerosamente con un testimonio ridículo.
        La Argentina es un país corporativo, lleno de “quintitas” donde la operatoria de los “sectores” y las “cámaras” más los “sindicatos” y demás deudos no buscan lo mejor para el país, sino que buscan lo mejor para ellos, unos en contra de los otros. Porque cuando un grupo obtiene un favor especial, una quita de impuestos, una promoción, o una “cajita feliz” lo hace siempre a costa de los demás.
       Pero esto no es así porque sí. Es así porque existe una organización basada en leyes que crean y posibilitan esas “quintas”.
       ¿Somos libres de ejercer toda industria lícita? Claramente no.
       ¿Somos libres de enseñar y aprender según nuestras convicciones? Tampoco.
       ¿Podemos afiliarnos y desafiliarnos libremente? No.
        Necesitamos estar “matriculados”. Alguien habrá de determinar si podemos iniciar una actividad. Y muchas actividades están prohibidas para la población en general. Nadie puede poner una línea de trenes o de subtes. Nadie puede cobrar una tarifa diferente de taxi. Nadie puede determinar una línea de transporte público y cobrar el boleto al precio que considere conveniente.
        Y así podría yo seguir describiendo horas y horas la realidad político-jurídica de nuestra querida Argentina.
       Es en este marco que aparece la truchada. La Salada es una consecuencia de la inmensa presión tributaria aplicada por un Estado que esquilma con impuestos sin miramiento alguno. Muchas veces me he referido al asunto.
       La mitad de la economía funciona “en negro” y un altísimo porcentaje de la población no está al día con la inmensa cantidad de obligaciones tributarias que tiene.
      Apuesto sin temor a equivocarme que si le pedimos al titular de Ingresos Públicos que detalle todas las obligaciones de los contribuyentes que operan bajo la órbita de la AFIP es absolutamente incapaz de hacerlo. Y lo es porque simplemente son tantas que es imposible que las recuerde a todas.
      La Argentina es un país donde la gente se ve agobiada. Impuestos, obligaciones administrativas de todo tipo, permisos, trabas, demoras, colas, errores que deben ser corregidos con un simple llamado o un correo electrónico y no lo son.
     A todo este panorama se suma ahora la campaña política teñida claramente de la mayor inescrupulosidad que representa justamente ese autoritarismo fascistoide que da origen a personajes como Guillermo Moreno, o a Esteche, D´Elía y similares que tan estrecha relación han tenido con el gobierno anterior.  Y también da origen a la existencia de miles de individuos que viven de la caridad pública o de recursos que responden vaya uno a saber a qué intereses que intentan romperlo todo con la excusa más pueril.
    Hoy está sobre la mesa la desaparición de Santiago Maldonado. Sin entrar en demasiado análisis es fácil colegir el enorme trasfondo de propaganda política que encierra este caso lamentable.
   ¿Es razonable suponer que Cristina Fernández está preocupada por una desaparición cuando jamás lo estuvo e incluso es sospechada de cómplice en la muerte del Fiscal NIsman o de acordar con un país gobernado por nazifascistas recalcitrantes como lo era el Irán de Ajmadineyad?
    ¿Es imaginable esperar que el actual gobierno esté detrás de un plan sistemático de desaparición de personas similar a lo ocurrido durante la dictadura militar?
    ¿Es razonable comparar a Macri con Videla e incluso con Hitler? ¿Acaso estamos bajo un Estado terrorista?
     Ciertas declaraciones, por más que provengan de personas más que devaluadas desde el punto de vista que se las mire, son tan absurdas y tan surrealistas que sólo mueven a risa si no fuera por lo tragicómicas que resultan.
    Mucho de la actual campaña política se dice que está en manos de Durán Barba. Y muchas veces yo he repetido que el ecuatoriano es un tipo brillante y que sabe muy bien lo que hay que hacer para ganar elecciones. Eso no significa, claro está, que el gobierno actual haga las cosas bien ni mucho menos. Quiere decir, simplemente, que el camino de dejar hablar y obrar a una oposición desesperada y autoritaria sólo le sirve al oficialismo para obtener más o más votos.
     Esto lo veo en la cola del supermercado, en la carnicería, en la verdulería, en la opinión de los vecinos.  Nadie quiere que gobierne la Argentina los vándalos que todos vimos el otro día en la televisión.  La gente no quiere eso, claramente.
    Y es lógico que no lo quiera. ¿Quién quiere vivir en el medio de bombas Molotov, gente encapuchada y con palos amenazadores, rotura de vidrieras, destrucción de monumentos y ataques vandálicos a edificios históricos?
    Y este tipo de vandalismo es en la práctica apoyado por el kirchnerismo, que no ha dicho una palabra en contra de estas cosas que yo sepa.
    Acabo de escuchar a Cristina Fernández decir que acá se acabó el Estado de Derecho, cuando si alguien ha hecho más en contra del Estado de Derecho durante los últimos 20 años fue precisamente ella.
    El final está bien cerca. Y lo más probable es que el oficialismo obtenga una ventaja todavía mucho mayor en las elecciones de octubre.
    Acá no se trata de que lo que está sea bueno, está en el hecho de que si no es esto, es lo otro.
    Hace unas horas apareció una foto frente a una Facultad en Rosario en la que se muestra a Mauricio Macri con una bala en la frente mientras un grupo de estudiantes se manifestaba en contra del gobierno. La foto estaba colocada sobre un escaparate, sin que nadie de los allí presentes la quitara u objetara.
    Se dice que no todo el mundo está politizado, que no todos están al tanto del día a día de la política y eso es cierto. Pero la gente ve estas cosas, ve cómo se esconde Cristina Fernández, ve y oye lo que dicen ciertos personajes que representan justamente la barbarie. Los ve y los oye. Y obra en consecuencia. No fue casualidad que Macri y Vidal le ganaran las elecciones al “aparato “ kirchnerista tanto en la Nación entera como en el bastión peronista que es la provincia de Buenos Aires.
    La suerte está echada. Es lo que pienso.


            


Buenos Aires, 8 de setiembre de 2017                                           HÉCTOR BLAS TRILLO

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