Segunda
Opinión
“LES HABLÉ AL
CORAZÓN…”
“…Y
ME CONTESTARON CON EL BOLSILLO”
Juan Carlos Pugliese (Ministro de Economía del gobierno de
Raúl Alfonsín)
El tema del que nos
ocuparemos en este breve
artículo, tiene mucho que ver con la idea que subyace en las
palabras del Dr.
Pugliese, un ministro de economía colocado allí de apuro para
intentar capear
el temporal que el gobierno de Alfonsín atribuía a un “golpe
de mercado”.
Justamente en
aras de la brevedad,
no vamos a contar nuevamente la historia, a mano de quien
quiera adentrarse en
ella en muchísimas páginas “web”.
Acabamos de
publicar unas líneas
acerca de lo que hemos dado en llamar el “solidarismo”, una
rara simbiosis que
pretende buscarse entre el sentimiento y los negocios,
conceptos desde el vamos
tan incompatibles como el agua y el aceite.
Pero como en la
Argentina la historia
se repite una y otra vez, como en “La invención de Morel”, la
magnífica novela
de Adolfo Bioy Casares, nuevas luces iluminan viejos recuerdos
que algunos
suponían olvidados.
Esto viene a
cuento de algunos
comentarios que hemos escuchado en las últimas horas,
referentes a la actual
situación de crisis cambiaria y también financiera.
Al parecer, ya no
solamente existe el
viejo fantasma del jamás definido “neoliberalismo”. Tampoco el
retorno seguro y
señero a la “bicicleta financiera”. No. Ahora se distingue
entre el llamado “capitalismo
serio”, y el por lo visto malhadado “capitalismo financiero”. El primero, sensible,
productivo, creativo y
pujante. El segundo, perverso, intrigante, cargado de
hipocresía, falsedad y
pésimas intenciones mezquinas y egoístas.
Muy bien. Tenemos
entonces, como
fácilmente podemos colegir: capitalistas buenos y capitalistas
malos.
Capitalismo positivo y capitalismo negativo y ruin. Hay
entonces un capitalismo
“serio” y otro que no lo es. Y quienes así opinan, ¿son
serios?
¿Por qué razón
existe lo que ahora
pasó a llamarse “capitalismo financiero”?. Pues porque el
manejo de la
producción y los servicios requiere de financiamiento. No es
tan difícil. Si hace
falta dinero para inversión o para gastos, y ese dinero no se
tiene, es
factible “comprar” ese dinero en el mercado, ¿cómo?,
endeudándose y pagando un
precio: la tasa de interés.
En la Argentina,
el gran tomador de
dinero es el Estado (nacional, provincial y municipal). Y no
lo es desde hace
algunas horas, lo es desde hace muchísimos años. El Estado
acumula déficit
fiscales a lo largo de 7 décadas, salvo escasísimas
oportunidades. Esos déficit
deben financiarse. La financiación se logra emitiendo deuda, o
emitiendo
dinero. Nada que no se sepa.
Cuando se emite
deuda se demanda dinero
y ese dinero cuesta. Y cuando se demanda mucho dinero ese
dinero cuesta más
caro. Y cuando se emite moneda sin respaldo el dinero pierde
su valor. Y cuando
se emite deuda en moneda emitida sin respaldo y que pierde su
valor como
consecuencia, las tasas de interés suben.
Cuando el Estado
interviene y fija tasas
de interés subsidiadas, los agentes intentan tomar créditos a
tales tasas para
luego prestar el dinero a las tasas reales del mercado.
Cuando el Estado
emite moneda y presiona
sobre los precios de los bienes y servicios, debe recurrir al
mecanismo de
tomar deuda para quitar del mercado esos pesos, para lo cual
paga más altas
tasas de interés cada vez.
Cuando intenta
frenar la suba del dólar
pasa lo mismo. Y es por eso que ingresan capitales en dólares
(llamados
vulgarmente “golondrina”), para comprar bonos en pesos, hacer
la diferencia y
volver a pasarse a dólares logrando altos rendimientos en la
moneda verde.
Creemos que esto es
bastante entendible
para cualquiera que se tome el trabajo de intentar entenderlo.
Por lo menos
nosotros hace no menos de
20 años que venimos escribiendo y hablando de estos mismos
temas.
Cuando distintos
gobiernos de diversa
extracción intentan frenar el ingreso de los capitales
“golondrina”, el Estado
se queda sin financiamiento. Cuando los capitales
“golondrina”, salen
disparados buscando mejores horizontes habiendo hecho la
diferencia, los
funcionarios se ponen nerviosos y ciertos grupos y grupúsculos
políticos e
ideológicos se espantan.
Entonces, cual
cruzados lanzados al
campo de batalla, rezongan e intentan frenar las
consecuencias: El capitalismo “financiero”,
los capitales “golondrina”, y concomitantemente los
“formadores de precios”,
los comerciantes “vivos” y todo el resto de la eterna
cantinela.
Atacar las
consecuencias de los
problemas que un Estado gastador e ineficiente genera, parece
ser el deporte
nacional. Pero
tengamos presente una
cosa: los políticos en general van a buscar culpables fuera.
Hablar de
capitalistas perversos y antipatriotas les viene como anillo
al dedo. Pero es
el Estado en su demanda infinita de financiación el que crea
el problema, no
los que hacen su negocio como consecuencia.
No queremos atacar
ni descalificar a
nadie. Pero, señores, los seres humanos no regalan su dinero.
Y si lo hacen,
están en todo su derecho. Pero pretender que lo hagan para
lograr el éxito
económico es un absurdo.
Si el dinero se
regala, por lo demás, no
aumenta la riqueza. Y si no aumenta la riqueza, se genera
pobreza.
Exactamente eso es
lo que ha llevado
al país a tener un tercio de la población bajo la línea de
pobreza.
Buenos Aires, 4 de julio de 2018
HÉCTOR
BLAS TRILLO
1 comentario:
Muy buena lección, también para nosotros los de otros países diferentes a Argentina
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