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sábado, 12 de enero de 2019

EL MITO DEL "NEOLIBERALISMO" 4/11/18

Segunda Opinión

EL MITO DEL “NEOLIBERALISMO”


         Días pasados, con motivo de la celebración partidaria del denominado “Día de la Leatad peronista” , la diputada Graciela Camaño lanzó en Tucumán un encendido discurso crítico contra la política económica del actual gobierno.
               Dejando de lado estudiados exabruptos presentados, a nuestro entender,  como espontáneos alaridos de queja dirigidos a la obtención de votos de los sectores más reaccionarios de la política, la señora diputada acometió una vez más contra el llamado “neoliberalismo” como el gran culpable de la debacle económica del país.
              Efectivamente, en medio de palabrotas y acusaciones, metió un “nunca más un neoliberal”, una frase que en sí misma suena más que rimbombante, facciosa. 
              Que unas u otras ideologías se manifiesten en la democracia es parte del sistema en el que hemos elegido vivir. Y si tal expresión tiene como motivador una simple expresión de deseos, hubiera sido bueno que lo aclarara. Porque dicha del modo en que lo dijo, la verdad que más parece una amenaza.
             Pero como el motivo de este comentario no es analizar las intenciones políticas de grupos facciosos interesados en mantener el poder o en recuperarlo, vayamos a la cuestión económica, que es lo que nos atañe.
            La Argentina es, aún hoy, uno de los países económicamente más cerrados del mundo.
            Según el índice de libertad económica que elabora  la Fundación Heritage junto al Wall Street Journal , nuestro país ocupa en 2018 el puesto 156 sobre un total de 180 países que se incluyen en el ranking.  En 2017, ocupaba el puesto 169 y en 2016, el 166. Ni vale la pena aclarar que el  puesto 180 lo ocupa el país más cerrado del mundo, que según este estudio es Corea del Norte.
           Este índice ha sido arduamente criticado en diversos escenarios por las más diversas posiciones ideológicas. Se le atribuyen errores conceptuales, sesgos ideológicos, y fallas de fondo en la concepción de los principios que rigen la libertad.
          Naturalmente que entrar a analizar las críticas excede largamente el criterio que hemos elegido para expresar nuestro punto de vista sobre el “neoliberalismo”  o los “neoliberales” en la Argentina actual, a la luz de las declaraciones que estamos intentando desmenuzar. Pero, aun considerando todas las críticas que pudiera haber recibido o reciba la Fundación Heritage, parece bastante claro que si entre 180 naciones la Argentina se encuentra en el puesto 156, ni las mejores intenciones, ni las mejores ideas, ni el mejor criterio estadístico, podrá cambiar sustancialmente este resultado.
          En otras palabras, dando crédito y cabida a todas las críticas, la Argentina podría subir algunos puestos, pero para llegar a los primeros hace falta algo más. Bastante más.
         La diputada Camaño ataca a los “neoliberales” porque es políticamente correcto y “garpa”, esta es la verdad.
        Porque la Argentina es un país repleto de regulaciones y controles en materia económica. Y ni falta hace entrar en detalles.  Cualquiera que quiere o quiso habilitar un simple kiosco en cualquier rincón del país, lo sabe.
        La libertad de trabajar también se encuentra sumamente restringida. Los costos de incorporar un empleado en cualquier empresa son enormes, y las profesiones liberales se encuentran reguladas por el poder de policía del Estado que establece todo tipo de exigencias, entre las cuales se encuentran obligaciones de aportar a una caja jubilatoria específica y abonar una matrícula. NI qué hablar del comercio exterior, donde furibundos funcionarios prohibieron exportaciones y regularon y limitaron toda clase de importaciones a lo largo de los años mediante el simple recurso de levantar o bajar el pulgar. Son ejemplos que mostramos para que quede bien claro qué queremos decir cuando hablamos de regulaciones o cierres de la economía.
         Es curioso pero la visión crítica al “neoliberalismo” y por extensión al capitalismo, también tiene gran predicamento en la Iglesia Católica.  En diversas oportunidades desde el Vaticano se ha señalado como causa primaria de la pobreza y de la decadencia a la libertad económica. Y en los últimos años, siendo el Papa un ciudadano argentino, han arreciado las críticas al capitalismo liberal en América Latina.
        La contradicción no podría ser más flagrante. La Argentina lleva décadas de intervencionismo, regulaciones, prohibiciones, cierres de fronteras y toda clase de mecanismos de supuesta “ayuda social”.
       En términos económicos, el Estado argentino triplicó su tamaño entre 1970 y el día de hoy. Y la pobreza, desde aquel año se sextuplicó.
       Ni qué hablar de lo que ocurre en Venezuela o en Cuba, donde la miseria es una realidad que está a la vista de quien quiera verla.
      Lo que acá estamos resaltando es que resulta muy evidente que no es cuestión de libertad económica o de capitalismo el empobrecimiento general que se cierne sobre nuestro país. Hacia 1940 la Argentina era el quinto país del mundo en la producción de riqueza. Y a fines del siglo pasado, llegó a ser el primero. Hoy estamos en torno del puesto 60.
      ¿Quiénes y cómo han gobernado el país desde los años 40 hasta el presente? ¿Acaso podemos pensar que el peronismo en todas sus variantes ha sido “neoliberal”, si entendemos por tal cosa alguna forma de libertad económica? ¿Acaso en los años del último gobierno peronista la Argentina no contó con los precios internacionales más altos de la historia para sus productos exportables? ¿Acaso no quedamos con un tercio de la población por debajo de la línea de pobreza a fines de 2015?
         Durante los años del peronismo de Carlos Menem, en la Argentina rigió un sistema bimonetario basado en la llamada “convertibilidad” que significaba mantener el precio fijo del tipo de cambio. ¡Eso ocurrió durante más de 10 años hasta que finalmente voló todo por los aires! ¡El tipo de cambio es el precio de la divisa, es la “madre de todas las batallas” en materia de regulación de precios! ¿Cómo alguien puede insinuar siquiera que eso ha sido libertad económica?
         El principal problema que tiene hoy la Argentina es justamente el intervencionismo económico. Es el que ralentiza y hace inviables emprendimientos y nuevas inversiones.  Es la carga tributaria para sostener un Estado elefantiásico la principal causa de la decadencia argentina a lo largo de muchos años.
        Pero la señora Camaño grita a los 4 vientos que el problema es el “neoliberalismo”. Contra viento, marea y toda clase de datos estadísticos y empíricos. Y a nadie parece movérsele un pelo
      

          HÉCTOR BLAS TRILLO                                                                                                  Buenos Aires, 4 de noviembre de 2018

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