LA REALIDAD ECONÓMICA.
Existe en economía un viejo axioma que dice que es posible hacer cualquier cosa, pero es imposible evitar las consecuencias. Esta idea puede aplicarse a muchos aspectos de nuestra vida, pero ocurre que en materia económica la politica suele ocultar o disimular el motivo por el cual se producen las consecuencias, que por lo general se pretende atribuir a cualquier cosa pero nunca a las causas.
La Argentina no crece desde hace muchos años, o lo hace muy tìmidamente cuando lo hace. La pregunta que hay que hacerse es por qué. En la respuesta a este interrogante tenemos todo tipo de teorias conspirativas, desde "el Norte" hasta "los grupos concentrados" pasando por toda la gama de comerciantes, empresarios y demàs deudos que supuestamente no tienen el menor interès en el paìs.
Sin embargo, la cosa no pasa por ahi. Y no lo hace por una simple razòn: quien produce y comercia lo hace para obtener un beneficio, siempre. Y para obtenerlo es menester que haya consumidores, compradores. Y para que los haya es preciso ser competitivos, mejorar los precios a la baja y lograr que aumente la demanda. Es famosa la máxima de Adam Smith que dice que "no es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero lo que nos procura el alimento, sino la consideración de su propio interés"
En la Argentina hace décadas que, con algunas intermitencias, se pretende resolver el problema de las necesidades de la poblaciòn distribuyendo. Subiendo impuestos, aumentando la emisiòn de moneda espuria, congelando precios y finalmente expropiando y confiscando empresas. En materia de comercio exterior, se retrasan los pagos de importaciones, se aplica el monopolio de la fuerza para que los exportadores vendan sus dòlares al Banco Central, al precio que este banco dice, y por supuesto luego de descontar los impuestos a las exportaciones, conocidos entre nosotros con el eufemismo de "retenciones a la exportaciòn"
También se gravan en exceso las actividades exitosas, y se prohibe el giro de ulidades a accionistas del exterior. Así se consigue que los capitales no vengan, y lo que es peor: que se vayan.
Las empresas de servicios pùblicos nos invitan a consumir menos de aquello que producen (electricidad, gas domiciliario), lo cual es contrario a toda lògica empresaria. Las tarifas se convierten en un salvavidas de plomo al revertir el orden natural del mecanismo de los precios. Asì, se cobra menos a los que pueden pagar menos, de modo que consuman más. Y màs a los que pueden pagar màs, de modo que consuman menos.
Estos son ejemplos, hay muchìsimo màs.
Las confiscaciones de Aguas Argentinas, de YPF, del Correo Argentino y de las AFJP han ido en el mismo sentido. Expropiar para tener "caja" en manos de los gobernantes y seguir bancando la fiesta distributiva de lo que no hay.
Asì, cada vez se produce menos. Los capitales huyen del paìs, y detràs de ellos la gente. Los jòvenes particularmente, al ver que no hay futuro.
Basta que a alguien le vaya bien, para que los buitres lo sobrevuelen dispuestos a comer lo que se pueda. El caso de Galperìn es un claro ejemplo del "combate al capital" que proponìa Juan Peròn desde su "marchita".
Hoy por hoy, se producen otros ejemplos que vale la pena mencionar aunque resulte polìticamente incorrecto. Desde la fòrmula jubilatoria (que ya hemos definido como imperfecta y por eso es necesario complementarla con un "bono"), pasando por el Conicet, el Incaa, el cine, el teatro, la universidad o lo que sea. Con independencia de que sea màs o menos justo, lo cierto es que el paìs necesita una reconversiòn muy profunda como Estado que administra aquello que recauda. Vemos cómo desde el actual gobierno se atacan diversos curros, de todo tipo y en todo lugar.
Sin embargo, la clase polìtica vuelve a sus fuentes. "No podemos dejar que tal o cual actividad resulte desfinanciada", de dònde saldrà el dinero no importa.
Por lo que yo puedo ver y entender, lo que està haciendo el actual gobierno es ordenar las cuentas pùblicas, reducir los costos que implica en encarajinamiento burocràtico y avanzar intentando lograr una moneda sana, incluyendo su reemplazo por el dòlar. Este ùltimo hace dècadas que ocurre en el caso de inmuebles, automòviles y transacciones importantes. No es novedad para nadie.
La bùsqueda de una economìa sana, sin inflaciòn y con baja progresiva de la presiòn impositiva y burocràtica es vital.
No estoy diciendo que todo lo que ocurre con el actual gobierno està bien, estoy diciendo sì que es el ùnico camino posible para que lleguen inversiones y la producccion y productividad crezcan es este.
Pensemos un segundo en las trabas y mùltiples complicaciones que implica iniciar una nueva empresa. Lo que se tarda en lograr el visto bueno para construir un edificio. Afrontar la carga administrativa y financiera que implica la liquidación de impuestos, los anticipos, las retenciones, los pagos a cuenta, las percepciones...El tiempo que se tarda en habilitar un simple maxikiosco.
Es evidente que el camino es màs que arduo, y por supuesto con toda seguridad se cometen todo tipo de errores. Es imposible que no sea asì. Pero es el único camino que existe para que la economía crezca y la calidad de vida mejore.
Y especialmente es bueno tener en cuenta, si se me permite, señalar que acá nadie es dueño de la ètica, y menos lo es la clase política, que nos ha llevado hasta aquí. Esto lo digo porque, mientras nuestros polìticos toman mate en càmara a las 10 de la noche o aparecen con cara compungida reclamando en la "mesa del hambre" o donde sea, son los grandes responsables de que las cosas estèn como estàn, con un paìs lleno de villas miseria, con una pobreza impresionante, con la educación destruida, y con un atraso comparativo con nuestros vecinos que era inimaginable hace 50 años
Y para todos aquellos que "se abusen" corresponde aplicarle el código penal y dejarse de macanas. Hemos visto la inmensa retahìla de corrupciòn polìtica y de empresarios "arrepentidos" luego de que vieran la luz pùblica los cuadernos de Centeno, un veradero pròcer si vamos al caso, hasta ahora no reconocido y claramente un mérito no buscado por él.
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