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domingo, 8 de octubre de 2006

LA IMPUNIDAD

La marcha efectuada por el gobierno con el objeto de reclamar "la aparición con vida de Julio López" tiene en sí misma, si se nos permite, la impronta de la consigna vacua.
Por un lado, la marcha en sí pidiendo por la vida de alguien con el amparo del mismísimo gobierno que primero que nadie debió cuidarla, constituye una manera bastante infantil de plantear algo así como ·que "nosotros estamos por la vida", con lo cual de alguna manera parecería que quienes no están con los presentes y adherentes, no están con la vida.
Pero la realidad es que para "estar con la vida" hay que estar también con determinadas posturas políticas, como ocurre habitualmente con las organizaciones comunistas disfrazadas de defensoras de los derechos humanos.
Al mismo tiempo, el gobierno y el propio presidente discursean para la tribuna sobre su "compromiso" por la vida y en contra de la impunidad, cuando es su deber, repetimos, actuar para que ambos valores se respenten siempre. Y no que se declamen.
El gobierno no protegió a Lòpez antes, cuando debió hacerlo. Es inadmisible que mientras por una parte el presidente de la república y sus voceros Fernández están reiterando una y otra vez que acá existe la llamada "mano de obra desocupada" (frase acuñada por aquel impresentable ministro del interior alfonsinista Antoni Troccoli, que ante la necesidad y el reclamo de mostrar la otra cara del Nunca Más, lo prometió y "nunca màs" cumplio su promesa), por otra parte este presidente y sus voceros, uno de ellos nada menos que ministro del interior, no tomaron los recaudos debidos para que López fuera protegido. Tèngase en cuenta que tal "mano de obra" es signada por estos mismos funcionarios como la casi segura artífice del secuestro del testigo.
Con todo, esto parece anecdótico, y nos recuerda a cuando Filmus sacò aquella solicitada ·"repudiando" el asesinato de los jóvenes en la escuela de Carmen de Patagones por parte de un niño desequilibrado.
Esta marcha, a su vez, fue de algún modo contrapuesta a la de la semana pasada, que en cierto modo presentaba facetas contrarias al gobierno y podía ser tildada de opositora, pero partiendo del mismo lado izquierdoide que ésta, con los consabidos matices de un expectro ideológico cargado de fascismo y disidencias.
En medio de este juego de toma y daca de un compromiso de palabra pero no de hecho, vino la marcha de quienes decidieron salir a recordar los muertos de la guerrilla y la subersión setentista. Para qué. Esto es ya demasiado para un gobierno que ha decidido mirar con un solo ojo las cosas y pretende que el otro ojo no solo no mira, sino que no existe directamente.
En esa marcha también se dan las particularidades de la política. Mientras las otras tienen el rasgo filocomunista que siempre ha caracterizado a ciertos grupos, del otro lado, una derecha fascista pretende reivindicar lo actuado por asesinos cargados de odio y venganza que no tuvieron los cojones suficientes para llevar a la plaza pùblica a quienes consideraba subsersivos, sediciosos e infames traidores a la patria, que lo eran. No, eligió el camino de las sombras, la tortura y la desaparaciòn de personas y el reparto del botìn, de una manera oprobiosa e incalificable desde el punto de vista humano. Copiando los mètodos con los que los cobardes terroristas asesinaban desde el anonimato a militares y civiles, aquellos gobernantes hicieron lo mismo. Ambos se unieron en el esfuerzo por ocultarse y ocultar, una y otra vez, la verdadera cara de su "hazaña".
Pero en el medio de todo esto está la gente. La inmensa mayoría silenciosa. Esa que no adhiere ni a una cosa ni a la otra porque sabe que todo eso es "política" y no participa.
El gobierno ha tomado como caballito de batalla la discriminación entre unos crímenes y los otros. Los montoneros vergonzantes, asesinos y cobardes, están junto a él y gozan del indulto menemista, los militares nazifascistas no.
Unos pueden rememorar a sus muertos porque el gobierno dice "tener memoria". Los otros no.
¿De qué manera podría algún ciudadano que hubiera perdido a su padre o a su hijo en un ataque a mansalva de la cobardía filocomunista?. De ninguna. Porque cualquiera que utilizare, sería de inmediato asociada con el apoyo a la dictadura y su autor entrarìa en la categorìa de "mano de obra desocupada" o, tal vez, de Elena Cruz.
Qué ocurriría en la Argentina si Eugenio Aramburu organizara una marcha para recordar el asesinato de su padre?.
Así, con esta mentira generalizada, no se resolverá el problema de ningún modo.
Pretendiendo que doña Hebe de Bonafini tiene razón en algo, estamos fregados, como dicen los españoles. Creemos sinceramente que en el gobierno todo el mundo sabe que Bonafini o D Elía, por citar alguno más, tienen una ausencia visible de caramelos en el tarro. Dicho con el mismo respeto con los que ambos nos califican a nosotros de esto o de aquello casi todos los días. Antes o después de salir del despacho presidencial.
Que un gobierno que "defiende la vida" reciba y dialogue con una persona que se ha solazado públicamente con el ataque a las Torres Gemelas no es poca cosa. Si asì defiende la vida el amigo Kirchner què nos queda.
La Bonafini defiende el terrorismo y plantea la necesidad de que exista. Defiende el alzamiento en armas y considera, junto a un anciano escritor, que sus hijos eran "jóvenes idealistas" y no asesinos que mataban al amparo de las sombras y de la infamia.
El gobierno a su vez ha encontrado el proverbial "yeite" de distinguir entre crímenes y crímens de "lesa humanidad" para justificar así que unos lo sean y los otros no.
Del mismo modo que los castristas justifican los infinitos crímenes, vejámenes, encarcelamientos exilios y violaciones de derechos de millones de cubanos. Los grupso como Quebracho llevan banderas iraníes e impiden manifestaciones de judíos apoyando a Ahmadineyad, ese incomensurable fanático que ha llegado a negar el Holocausto e impone un régimen de terror en su país. ¿Quièn amparò y dejò hacer a Quebracho en Mar del Plata en noviembre pasado?, por què sus lìderes y adherentes reconocidos no estàn en cana?.
La impuntidad sigue estando tan presente como siempre. Y seguirá estando.
Y Kirchner, político y peronista, sigue creyendo que confrontando logra más poder. No termina de aprender de su propio jefe
Acá, cuando la fiesta se acabe, se acabará de repente, de un día para el otro. Y no porque vaya a haber un golpe de estado, porque de esos ya hubo, incluso civiles.
Sino porque cuando el miedo a hablar ceda paso al reproche, las multitudes pedirán que se vaya, como lo pidieron antes.
La impunidad se soporta, pero no para siempre. Y tiene sus consecuencias, claro esta.
HÉCTOR BLAS TRILO

1 comentario:

Carlos Spina dijo...

Este Señor Julio López pudo haber sido "chupado" o bien, como la familia supuso víctima de un estado de confusión. Coincido entonces con lo estólido de la marcha.
Por otro lado, su búsqueda no puede ser efectiva con mensaje de textos a celulares de ciudadanos, sino con inteligencia y eficiencia.

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