El Ágora
Un panfleto adolescente
Un panfleto no es un volante publicitario, como la degradada semántica argentina de los últimos años ha pasado a considerarlo. Un panfleto es un libelo difamatorio. Un opúsculo de carácter agresivo.
En la contratapa del bisemanario Perfil del domingo 3 de abril, se publica un aviso con la firma de la “Presidencia de la Nación” que lo dice todo en materia de adolescencia política a la que ha llegado el actual gobierno.
El aviso es reducido, no tiene más de 4 cm de altura, aunque abarca todo el ancho de la contratapa del periódico. Según el director Jorge Fontevecchia, al parecer tiene que ver con la orden de la Corte Suprema para que la distribución se de la publicidad oficial no se haga según las adherencias políticas, sino con criterios democráticos, equitativos y justos. Es decir, basándose en lo que establece la Constitución Nacional entre otras cosas con relación a la igualdad ante la ley y la libertad de imprenta.
No sabemos ni nos consta, como suele decirse. Pero sí tomamos nota al leer el tal aviso, que se trata de un panfleto que no merece catalogarse de otra cosa que no sea de una soberana estupidez.
Dice textualmente.
EL GOBIERNO NACIONAL COMBATE EL TRABAJO ESCLAVO
LA EDITORIAL QUE PUBLICA ESTE DIARIO ( SIC, POR EL PERIÓDICO QUE SÓLO SALE LOS FINES DE SEMANA)HA DISTINGUIDO A EMPRESAS QUE HOY ESTÁN SIENDO DENUNCIADAS POR LA AFIP POR TRATA DE PERSONAS Y ESCLAVITUD LABORAL.
EL COMBATE AL TRABAJO ESCLAVO ES UNA RESPONSABILIDAD DE TODOS.
Lleva la firma, como decimos, de la Presidencia de la Nación, y también del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
El Sr. Fontevecchia ensaya la defensa respectiva (y entendemos que es lo que le cabe) desde el punto de vista de qué es lo que la Editorial Perfil “distingue” o no de tales o cuales empresas.
Lo cierto es que el choque visual de un aviso oficial de semejante grado de infantilismo es impresionante.
Nadie tiene por qué saber a priori que una empresa o un particular está cumpliendo con la ley. Sí sabemos todos que el llamado trabajo esclavo ha empezado a “combatirse”, llamativamente, en los últimos meses. Tal como dice el panfleto, las empresas han sido denunciadas por la AFIP, lo cual no equivale a decir que hubieran sido condenadas.
Y la verdad de toda esta historia es que lo que está queriendo decir este vergonzante anuncio, es que la Editorial Perfil premia a quienes esclavizan a los trabajadores. Así de sencillo, torpe, mentiroso e hipócrita.
Porque es obvio que premiar a un delincuente no puede ser jamás bien visto por el común de las gentes. De eso el propio gobierno la sabe lunga. Ahí están durmiendo los casos de Skanska, de Antonini Wilson, de Jaime, de la bolsa de Felisa Miceli, del enriquecimiento ilícito y tantos otros. Y en ese sueño que busca el silencio y el olvido, está la pátina del oprobio, del “de eso no se habla” tan difundido en los últimos años por razones políticas e ideológicas en el mejor de los casos de bajísima estofa.
¿Cuál es el sentido de este tipo de agresiones entre infantiles y torpes? ¿El gobierno de la Nación utiliza los dineros públicos una vez más para atacar a un medio de difusión, más allá de que lo haga con tamaño grado de estupidez?
Ciertamente da vergüenza ajena. Por un lado se persigue, se insulta y se agrade a periodistas y a periódicos desde los incontables “espacios” en los que conspicuos empleados del régimen se regodean buscando o inventando basura bajo las baldosas. Por el otro es el propio gobierno nacional el que, a través justamente de sus “intelectuales” envía “avisos” de semejante grado de bajeza e iniquidad.
Estamos ante verdaderos adolescentes de la política. El bloqueo a la salida de los diarios Clarín y La Nación estuvo plagado de fascismo y sin embargo fue justificado por integrantes del gobierno nacional con el argumento de que había un problema sindical en Clarín, no en La Nación.
Acaba de ocurrir otro tanto con el diario La Voz del Interior de Córdoba, y un inefable ministro de trabajo de la Nación volvió a explicar que de ninguna manera se coarta en la Argentina la libertad de prensa.
Pero los ataques a medios y a periodistas son seguidos y son constantes, y la reiteración de actos por el estilo también. Y justamente traemos a cuento estos bloqueos y estas estúpidas explicaciones de parte de personeros del gobierno porque lo que motiva este comentario y el evidente ataque a la Editorial Perfil es otra prueba más de dónde está parada toda esta gente.
No hay que olvidarse, y lo repetimos una vez más, que todo fascismo es vergonzante. Ahí lo tenemos al Director de la Biblioteca Nacional. Ahí tenemos a la Universidad de La Plata y el premio a Hugo Chávez. Una verdadera contradicción en los términos. Periodismo y gobierno autoritario no pueden convivir. Está claro desde el fondo de la historia.
En los países donde el Estado de Derecho funciona, las cosas se resuelven dentro de la ley. En la Argentina, los gobernantes y sus adláteres se dedican a lucubrar estos panfletos lamentables, escuálidos intelectualmente, ridículos, torpes y regresivos.
La libertad de pensar y de decir lo que pensamos está por encima de lo que pudieran argumentar los fascistas de hoy y de siempre. La libertad de pensamiento rige hasta en las más tenebrosas dictaduras, como lo demuestran los hechos recientes en Egipto o en Túnez.
Pero nunca dejaremos de asistir a la patética demostración de pequeñez intelectual de los autores de esta clase de panfletos.
Héctor Blas Trillo 3 de abril de 2011
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