Translate

sábado, 15 de marzo de 2014

¿INCORREGIBLES?

Segunda Opinión
¿INCORREGIBLES?

  Ha trascendido, por estas horas, que el periodista Gustavo Sylvestre fue despedido del Canal América por razones políticas. Si bien el profesional no mencionó, que sepamos, la causa de su desvinculación, la opinión generalizada es que no comulga ideológicamente con la línea elegida por el grupo Vila-Manzano, que por lo que se sabe se ha acercado en los últimos tiempos al proyecto político del diputado Sergio Massa.
El hecho concreto es que, de ser esto tan cierto como efectivamente parece, una vez más en el seno del peronismo se ha dado aquella máxima de Jorge Luis Borges, según la cual los simpatizantes del movimiento político que lleva el nombre de su fundador, “no son ni buenos ni malos, son incorregibles”.
El origen fascista del movimiento peronista está fuera de toda discusión para quien quiera leer la historia de manera más o menos desapasionada. Desde la clausura y confiscación de diarios, hasta el exilio o encarcelamiento de opositores, pasando por la llegada de los prófugos del nazismo en la posguerra o el ensañamiento verbal contra los “enemigos”, que no merecían “ni justicia” para el líder militar volcado a las lides de la política tras el golpe del 4 de junio de 1943.
Nosotros consideramos que el peronismo lleva la voz cantante en materia de autoritarismo cuando nos adentramos en gobiernos elegidos por el pueblo. Es decir, fuera de las dictaduras militares cuyo autoritarismo es inherente a su propio origen. Pero no pensamos que solamente los peronistas tengan el tinte autoritario y discrecional del Duce.
En este comentario no pretendemos recordar toda la historia del autoritarismo y el fascismo en la Argentina, sino solamente traer de la memoria algunos episodios bien concretos que marcan qué tan lejos estamos, como Nación, de respetar el derecho al disenso y a la expresión libre de las ideas.
Desde la emblemática clausura y confiscación del diario La Prensa hasta nuestros días, mucha agua ha corrido bajo el puente. Pero es bueno recordar que La Prensa llegó a ser uno de los 10 diarios más vendidos del mundo a fines de los años 30, cuando todavía la Argentina era la tierra de promisión que mantenía estándares de vida superiores a la vieja Europa.
A comienzos de los años 60, en connivencia con el militarismo reinante, regímenes civiles elegidos por el pueblo dentro de un esquema de proscripciones, mantuvieron vigentes prohibiciones insólitas, como la de nombrar a Perón, por ejemplo.
En los años 70, el retorno del peronismo al poder volvió a mostrar su faceta autoritaria  y retrógrada, al emprenderla contra los medios gráficos díscolos, digitar la publicidad oficial, y tomar a punta de pistola los canales y las radios privadas para ponerlas al servicio del régimen.
Fue en esos años que el libretista y humorista Aldo Cammarota debió salir del país para no retornar jamás. Y Tato Bores fue echado de la televisión. Entonces, el propio Perón apuntaba públicamente el desvío de la publicidad oficial para perjudicar al diario Clarín.
Sin solución de continuidad, a lo largo de los años sufrieron prohibiciones desde Roberto Galán hasta Mirtha Legrand, clausuras y suspensiones, diarios como Crónica o La Opinión. Estamos hablando, reiteramos, de períodos de gobiernos civiles elegidos por el pueblo. No de las dictaduras militares.
En tiempos del Dr. Alfonsín, es recordada la ocasión en que fueron encarcelados varios periodistas y civiles acusados de “conspiración”, entre ellos Jorge Daniel Rodríguez, que firmaba con el seudónimo de Daniel Lupa en el diario La Prensa.
A todo esto, los canales de televisión seguían en manos del gobierno y los periodistas díscolos debieron refugiarse en el Canal 2 de La Plata (que no estaba en manos del gobierno), como fue el caso de Bernardo Neustadt y Mariano Grondona, expulsados del canal 13 también por intolerancia política.
Recordamos específicamente al periodista José Eliaschev, en el programa “Badía y Compañía” en canal 13, bregando para que el gobierno alfonsinista quitara la publicidad oficial del diario La Prensa (cuándo no).
Y ya podemos adentrarnos en el presente. Recordemos algunos casos, también a vuelapluma. Las ventas forzosas de algunas emisoras de radio, como América o Del Plata, significaron la salida intempestiva de diversos periodistas que debieron buscar refugio en otros medios. Charly Fernández, Pablo Wende, Claudio Chiarutini, Martín Pittón y tantos otros fueron despedidos de radio América. Nelson Castro debió salir de Radio del Plata con la llegada del grupo Spolsky, lo mismo que varios otros profesionales. Ni qué hablar de lo ocurrido en C5N, o en radio 10, donde la expulsión de Marcelo Longobardi fue el punto de inflexión que derrumbó de manera estrepitosa la increíble audiencia que tenía esa emisora.
Es recordado el apriete al aire del diputado peronista Larroque contra el periodista del noticiero de Canal 7, Juan Miceli, que fue al poco tiempo dejado cesante.
También viene a nuestra mente un caso que consideramos más que insólito. Ocurrió en el año 2005 en el programa Televisión Registrada, que se emitía por el canal América. Los responsables del ciclo habían invitado al arrepentido Mario Pontaquarto, con lo cual el programa fue grabado con la participación de esta persona. Pero, posteriormente, el “crudo” fue editado y Pontaquarto fue prolijamente censurado. Las explicaciones del Director de Noticias del canal, el también periodista Rolando Graña, son sencillamente desopilantes y aún hoy pueden buscarse en Internet.
En esta breve reseña pretendemos mostrar una vez más, el incesante ataque a la libertad de expresión, que ha culminado en estos años con el ataque increíble contra el grupo Clarín, contra la señora de Noble, contra los hijos adoptivos de esta señora, con una “ley de medios” a medida del desguace para imponer los medios oficiales y oficiosos, sostenidos todos con dineros públicos y un sinfín de etcéteras.
Y ahora, la frutilla de la torta, a cargo una vez más de peronistas, ahora disidentes, como lo son los señores Vila y Manzano, sacándose de encima a un periodista que supo formar parte, él también, del grupo Clarín durante 14 años.
Es bueno tener presente que Manzano fue, entre otras cosas, ministro de Carlos Menem, y que en los años 80 su esposa de entonces obtuvo un préstamo de la Circular 830 del Banco Central para la “primera vivienda”, que se otorgaba a familias carenciadas en tiempos de Raúl Alfonsín. De aquellos tiempos hasta hoy, el señor Manzano ha sabido capitalizar sus ahorros, y ahora es dueño junto a Vila de un grupo de medios, de empresas petroleras, energéticas, vitivinícolas y de indumentaria. Es especialmente recordada su frasecita “ Yo robo para la corona” que dio lugar al título de un famoso libro del ahora periodista oficialista y ex montonero  Horacio Verbitsky. Esta es una digresión que nos tomamos la licencia de traer a cuento. Porque seguramente mucha gente joven no ha de tener presente estos datos de la historia reciente.  Y sabemos muy bien que en las casas de estudio con planes oficiales ciertos tramos del pasado reciente se omiten cuidadosamente.
Lo ocurrido con Sylvestre no es una novedad en la Argentina. Sí lo es que los adherentes al régimen vigente pasen a rasgarse las vestiduras cuando en sus narices ha corrido el oprobio durante al menos los 10 años que llevan en el poder sus admirados gobernantes.
En verdad, personalmente estamos más cerca de la frase de Oriana Fallaci, acerca del “enano fascista” que llevamos dentro los argentinos. Y no estamos de acuerdo con Borges en su calificación de que los peronistas no son ni buenos ni malos. Posiblemente el gran escritor hizo jugar una vez más su ironía al pronunciar esas palabras. Porque la persecución a periodistas, provenga de donde proviniere, es un síntoma de intolerancia, de autoritarismo, de facciosidad, y, naturalmente, de fascismo


HÉCTOR BLAS TRILLO                                                      Buenos Aires,   14 de marzo de 2014

2 comentarios:

elpi judo dijo...

Nunca, pero nunca, nunca, eh?el país tuvo tanta libertad de expresión como ahora. Ahora bien ¿es bueno eso? ¿es justo? Desinformar y tergiversar como lo hacen a diario Lanata, todo Clarín y La Nación, Perfil, Castro, Grondona, en fin, toda esa runfla que pretende un país para pocos, que añora "aquellos gloriosos años 30", donde el pueblo lo pasaba tan bien !!!!. Para colmo caen a diario en el ridículo en su desesperación por mentir, desacreditando aún más la "profesión". Yo creo que debe comenzar a estudiarse, con sumo cuidado, claro, algo tipo "mala praxis periodística", que ponga las cosas en su lugar

Héctor Blas TRILLO dijo...

Yo me informo en 6,7,8, en Bajada de Línea y en Telesur, y estoy absolutamente al día con la verdad.

Seguidores