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lunes, 28 de julio de 2014

LOS OPERADORES DE LA PÁLIDA 10/4/14

El Ágora
 LOS OPERADORES DE LA PÁLIDA


                
Durante la última cadena nacional, transmitida desde Tecnópolis, estaba yo haciendo un trámite. De tal modo que al subir a mi automóvil y encender la radio, simplemente escuché  a un personaje que hacía unas rimas estrafalarias mezcladas con alusiones políticas.  Me resultó tan absurdo que de inmediato intenté cambiar la emisora que tenía sintonizada. Porque además no me sonaba semejante adefesio en el programa que yo habitualmente escucho a esa hora.
De inmediato comprendí que todas las emisoras transmitían lo mismo. En un postrer intento pasé a las FM, donde, como era de esperar, también estaba el esperpento llevando a cabo su número.
Dejando de lado mi opinión personal sobre este curioso “artista”, debo decir que no podía salir de mi asombro al comprobar que la cadena nacional estaba siendo utilizada para estas cosas.
En ese momento, simplemente inserté un CD y abandoné la sintonía radial por un buen rato.
De manera que me enteré de los detalles más tarde, tanto en la radio como en la tele.
Es obvio que la cadena nacional constituye de por sí un abuso y un acto de autoritarismo. Su uso podría ser muy legal pero claramente no es legítimo. Hoy por hoy están previstas las razones de este tipo de transmisión en la llamada “ley de medios”. Es esa ley tan manoseada como incumplida por el gobierno nacional, que fue quien la promovió, hizo sancionar y promulgó; la que indica claramente las causas que deben dar lugar a la transmisión en cadena. Dice esa  ley: El Poder Ejecutivo nacional y los poderes ejecutivos provinciales podrán, en situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional, disponer la integración de la cadena de radiodifusión nacional o provincial, según el caso, que será obligatoria para todos los licenciatarios"
Creo que más allá de lo que diga la ley, que como sabemos en la Argentina de la anomia importa poco, lo que hay que resaltar es la desubicación, la desidia y casi diríamos la estupidez de disponer de los espacios radiales y televisivos para semejante transmisión. Comentarios domésticos, chistes, alusiones personales y carcajadas varias son la elocuencia viviente de la manera en que la presidenta de la república encara la realidad. Más parece un programa de entretenimientos de esos que estamos acostumbrados a ver en las tardes televisivas.
Luego, en su discurso, la señora recurrió una vez más a la agresión y el insulto, al discurrir acerca de “los que ven todo mal” y que “intentan hacer creer” al resto de la población que nada está bien, mientras “los restaurantes están llenos”.
De tal forma que quienes efectivamente vemos que todo está mal  o muy mal y lo decimos, en realidad perseguimos intereses subalternos y sólo nos interesa tirar las proverbiales pálidas. La “cadena del desánimo”, para decirlo cortito y al pie con el eslogan ya clásico del régimen imperante.
Claro, quienes nos fijamos en el pésimo estado de la educación, en la inflación, en la corrupción, en la inseguridad, en la anomia, en la mentira estadística y tantas otras cosas; y pensamos que por todo eso la verdad es que está yéndonos muy mal, en realidad somos operadores de la pálida. Seguramente “destituyentes” y hasta “vendepatrias” Qué más se nos puede pedir.
Pero  hay algo más. La señora hace esta clase de comentarios al tiempo que reclama por el destrato que dice sufrir. Ella asume el rol de víctima, que es cuestionada y hasta agraviada. Esto lo hace con reiterativa frecuencia, por lo demás. No parece terminar de entender que sus acusaciones a los demás son insultantes, ofensivas y hasta guarangas. Y que es ella misma la que genera réplicas, y no al revés. Son sus acciones las que provocan reacciones. Cuando estuvo largos días en silencio todo pareció calmarse. Pero decidió volver a las andadas, y de una forma cada vez más ajena a la realidad, cada vez más acusatoria, cada vez  más descalificatoria de quienes no piensan como ella, que son, como sabemos, la gran mayoría, además.
Si yo pienso que al país está yéndole muy mal, tengo naturalmente el derecho de pensarlo. Además en mi caso personal puedo explicarlo con lujo de detalles.
Pero la señora nos incluye a todos los que disentimos en la bolsa de los que tiran pálidas, de los “desanimadores”, de los que adrede intentamos convencer a quienes sienten que nos va fenómeno  que en realidad nos va mal.
Entonces, más allá de las opiniones personales, acá se trata de ver todo lo bueno que ve la señora, dejar de hablar de todo lo malo que cada uno de nosotros puede ver, y en definitiva terminar aceptando que nos va fenómeno pero tenemos la mala leche de decir lo contrario para engañar a los que sienten que están bárbaro.
¿No es un poco esquizofrénico esto? Las personas que sienten que están bien con este régimen tienen todo el derecho de sentirlo así. Y las que están profundamente disconformes también, sin ser tildadas a cada paso de mentirosas por la presidenta de la República, que les adosa aviesas intenciones palidezcas.
Días pasados tuve oportunidad de ver a Mercedes Morán en el programa de Mirtha Legrand. Esta excelente actriz planteó en algunos momentos que ella personalmente no veía todo mal y que lo que escuchaba en el programa era que los demás miembros de la mesa no hacían sino criticar lo que ocurre. Sus opiniones fueron levantadas para el programa de propaganda neofascista  6,7,8 esa misma noche.  Y lo que allí se dijo, al menos en la parte que yo ví, fue que la actriz no se “prestaba al juego” de la conductora del programa y de los demás invitados.
¿Que Mirtha Legrand y otros invitados piensen como piensan y sientan como sienten es un “juego” político? La señora Morán expresó su opinión y está muy bien, pero ella no dijo en la mesa del almuerzo que la conductora y los demás invitados estuvieran haciendo ningún “juego”. Simplemente dio su opinión y eso es lo que corresponde que haga y nadie que yo sepa se lo discutió.
Lo que no está bien, es que ese programa de televisión, claramente insidioso y descalificante, se lance a decir que el tradicional programa  de almuerzos y todos sus invitados hacen determinado “juego” con intenciones aviesas.  Porque claramente eso no es así.
¿Ve 6,7,8 la señora presidenta de la Nación? ¿No siente que, por ejemplo, en este caso, sus animadores están faltándole el respeto a los asistentes al programa de almuerzos, acusándolos de hacer un determinado juego político? ¿No le parece que en esta clara bajada de línea oficial está buena parte del origen de los ataques verbales  que luego ella dice recibir?
Los insultos y las ofensas de la presidenta y sus colaboradores son de muy vieja data. En realidad arrancaron en tiempos de su difunto esposo y todo el mundo los conoce.  Y esos insultos siguen hoy, de manera tal vez un poco solapada, no tan directa. Pero siempre insidiosa. Siempre aparece en las reiteradísimas cadenas nacionales  esa ironía muchas veces chabacana y de mal gusto,  por la cual se acusa a quien disienta en algo de responder a intereses subalternos. Es así, y es recurrente.
Pero, volvamos un segundo al programa de la señora Legrand. ¿No sabe su producción cuál es la posición ideológica de Mercedes Morán? ¿A qué juego político iría a prestarse, entonces?
Considero de muy bajo nivel profesional, por decirlo suavemente, a los conductores del programa oficialista del canal estatal.  Francamente su construcción es tragicómica, además de fascista de la peor calidad.  No es un programa independiente sino que se dedica a editar y recortar opiniones de periodistas para que encajen en su penoso encierro ideológico-partidista. Es poco probable que se “corten solos” con esta clase de asuntos.  Es seguro que la presidenta lo ve. Un programa que recuerda largamente la propaganda primitiva de los totalitarismos de ayer y de hoy. Inconsistente y pueril; que carece del mínimo nivel periodístico como para ser considerado un programa de debate ideológico. Un simple panfleto fatto in casa, para poder cobrar los gruesos emolumentos que paga un gobierno entregado al populismo y la intriga del chimento.
Es decir, todo es demasiado obvio. Está muy claro dónde está el problema.
Todos nosotros, los que disentimos de todo esto, somos entonces algo así comooperadores de la pálida.  Esbirros que defendemos intereses inconfesables. Mentirosos consuetudinarios.
Y lo más lamentable es que la señora debe creer que con esta clase de discursos arrima agua a su molino.
¿Cuál es su fin? ¿adular a los que todavía la siguen? ¿intentar convencer a quienes no lo hacemos para que dejemos de responder a intereses bastardos y comprendamos de una vez que nos conviene adherir al “modelo”? Es tan pueril todo que mueve a risa, si no fuera por lo funambulesco, por lo torpe, por lo insoportablemente cholulo.
Todos sabemos que el inmenso conglomerado de multimedios que ha creado el régimen  al amparo del amiguismo y del clientelismo, con dineros públicos, carece prácticamente de audiencia y de lectores, excepto entre fanáticos o conchabados. Esta es una verdad que quien quiera leer las mediciones podrá conocer. No es siquiera una opinión.
Diarios, programas de TV, radios y hasta agencias de noticias al servicio de la propaganda y la mentira. Cadenas nacionales ad hoc que casi nadie escucha y casi nadie ve. Armado de escenarios pagos. Montaje de “fiestas” y “recitales” para montañas de empobrecidos beneficiarios de “planes” se acerquen en desvencijados micros escolares estacionados sobre la avenida 9 de Julio. Grupos de jóvenes con cánticos agresivos y descalificadores que la propia presidenta entona,  ubicados sin aprensión alguna  por el aparato de propaganda en el interior de la Casa de Gobierno para “hacer bulto”. Ellos son los felices. Ellos y los millones de empobrecidos compatriotas que desde hace años y años reciben dádivas de un Estado populista que no ha podido siquiera crear las condiciones mínimas para que NADIE necesite ayudas de por vida.


HÉCTOR BLAS TRILLO                                                      Buenos Aires,   10 de abril de 2014

1 comentario:

Anónimo dijo...

La parole se libere. http://lenitsky.com/snova-na-russian-musicbox/ Il existe tout un degrade de l evolution.

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