Translate

viernes, 21 de septiembre de 2007

ÉTICA Y ECONOMÍA (15/9/07)

Sergio Sinay, que se presenta como "escritor periodista" publica hoy en La Nación un artículo acerca de la ética y su contraposición con el llamado "economicismo" que merece la pena ser comentado. El autor vincula el crecimiento económico con la búsqueda de la felicidad y sostiene, en pocas palabras, que una cosa no se sigue de la otra. El punto es que tal vez lo presenta como una cuestión obvia, cuando a todas luces no lo es. En efecto, Sinay se pregunta si " ¿Es ése (el crecimiento económico) el tan buscado y elusivo secreto de la felicidad?. Claro, basa esta pregunta es las surrealistas afirmaciones de un ministro del gobierno argentino que no hace mucho declarón que estamos "a las puertas del Paraíso".
Sinay ha recortado interesante bibliografía para sostener una posición principista basada en el hecho que de buscar el crecimiento termina siendo un fin en sí mismo y por lo tanto "tal fin empieza a justificar los medios". Lo cual en nuestra opinión es un peligroso y autoritario sofisma..
El artículo que estamos comentando se titula "Sacar la ética del placard", con lo cual queda bien claro que perseguir el crecimiento económico termina siendo un fin en sí mismo, que justifica cualquier medio y que se contrapone, claro está, a la ética. Algo así como el corazón y el bolsillo del recordado ministro radical Pugliese.
Como decimos, las citas bibliográficas del autor son varias. Extraemos las que nos parecen más relevantes y recomendamos a los interesados que lean el artículo completo en la página web del diario. Por ejemplo, cita a Erich Fromm: "El culto de las cosas, el culto a los productos en nada difiere de la idolatría que describen los profetas y los dioses, los ídolos que tienen ojos y no pueden ver, tienen manos y no pueden tocar". Agrega entonces Sinay, como quien está a punto de patear un penal, que "esa idolatría, efecto del narcótico economicista, nos ciega".
Leímos desde muy jóvenes a Fromm y supimos coincidir con no pocas de sus teorías, incluso con ésta que trae a colación el autor. Pero, ¿buscar el crecimiento económico es equivalente de la "idolatría de las cosas"?. ¿Fromm mezclaba alegremente ambos conceptos?, ¿y a éstos con la vieja y peligrosa máxima de que "el fin justifica los medios"?. Hay personas que persiguen los bienes materiales por encima de otras cuestiones, esto es rigurosamente cierto. Pero, ¿es eso en sí mismo algo perverso y equivalente a idolatrar los bienes?. ¿A quiénes venderían estos autores sus libros y sus periódicos si no se produjeran bienes?. ¿Y de qué vivirían y qué comerían en tal caso?.
Respetando al prestigioso autor alemán (que consideraba al hombre enajenado por el consumismo de la sociedad industrial) nos parece sin embargo que el crecimiento económico, y el llamado consumismo, no van por el mismo andarivel. Es más, pensamos que Fromm no mezclaba ambas conceptos. Su formación sociológica y humanista los llevó a considerar las cosas de una manera por demás respetable, pero sin olvidar que en este mundo de cosas materiales, techo y comida precisamos todos y alguien tiene que tener interés en producirlos.
Ahora bien ¿es el crecimiento económico consecuencia de la idolatría por las cosas materiales?. ¿Así de sencilla es la cuenta? Mucho tememos que en este tipo de preconceptos hay un error esencial. Creemos que Fromm en particular hablaba de otra cosa. Creer que porque consumimos muchos somos felices es una cosa, creer que si crecemos económicamente se resuelven los problemas de la escasez de cosas materiales es muy otra. Mezclar ambos conceptos es un error conceptual que conlleva la gravedad de suponer que quienes están a favor del crecimiento son antiéticos.
Dice Sinay "mucho se puede discutir acerca del bien y del mal, pero en algo coiniden todos los sistemas éticos: matar, robar o violar, entre otras cosas, está mal". ¿Qué "otras cosas"? Al parecer la corrupción, la indiferencia hacia el otro, la transgresión de normas y leyes, (y otra vez) el conseguir los medios por cualquier fin, la destrucción de lo que es común, el abandono del semejante o la intolerancia _extrema _(el subrayado es nuestro) van contra los principios éticos y son actos inmorales".
También es traído a cuento Carl Jung para quien "un tercio de mis pacientes no padece una neurosis clínicamente definible. Más bien sufre por la insensatez y la futitilidad de su vida". Perfecto, pero, ¿esto tiene que ver con el crecimiento material?. Una discípula de Viktor Frankl habla del "vacío existencial (de) muchos que se precipitan a la riqueza material y al placer a corto plazo y caen en una continua frustración a largo plazo" y el autor, seguramente muy cautivado, la trae a cuento.
¿Es buscar la riqueza personal sinónimo de creer que el crecimiento de la economía es la base del mejoramiento del bienestar social de la población?. ¿Es posible atacar por pecaminoso lo primero y así y todo alcanzar lo segundo?. ¿Es lo mismo precipitarse a la riqueza material y al placer a corto plazo, que tratar de mejorar la condición material personal y familiar?. Claro, si la riqueza es un fin en sí mismo estamos ante la idolatría, caemos en la prevalencia de lo fútil, nos embadurnamos del ungüento del placer efímero. Tal vez sea así. Pero, ¿de esto se sigue que quienes así viven son capaces de cualquier cosa y la sociedad le permite cualquier cosa para lograr sus fines?.
Casi en el paroxismo, Sinay recuerda la famosa frase de Clinton sobre la economía, y la parafrasea de un modo lapidariamente freudiano. Dice "No es la economía, es la ética, es la moral, estúpido". De donde se deduce que la economía, como ciencia de la escasez capaz del albergar hoy por hoy a 7.000 millones de almas en este mundo, no es más que la razón antiética e inmoral de los angurrientos y hedonistas. Más o menos, ¿no?. También agrega la espiritualidad, lo cual encierra la afirmación de que hay un espíritu en cada uno de nosotros, como si se tratara de observar que en la puerta de casa tenemos un árbol o que por la calle circulan automóviles.
"La ética permite en diferenciar el bien del mal, lo bueno de lo malo". ¿La ética de ciertos teólogos (o más bien teócratas) tiene en claro este punto y lo aplica (y lo ha aplicado) en el mundo en que vivimos en los últimos, digamos 10.000 años incluyendo nuestros días?.
En definitiva, la crítica de este autor es la a la sociedad en su conjunto por su afán materialista. Por su deseo de tener cosas materiales, por la idolatría de la riqueza. El punto es contemplable y merece ser considerado. Pero deberían tenerse presentes algunas cuestiones. Varias ya las mencionamos, otras no.
1. La pretensión de riqueza material puede ser cuestionable como cualquier otra pretensión del ser humano. De ningún lado surge que pretender vivir como anacoretas nos hará santos.
2. La angurria, la avidez, el afán de lucro o como se le llame es una actitud ante la vida que podrá ser criticada, pero que de ninguna manera implica que quienes tienen tales características hacen cualquier cosa y violan cualquier ley para conseguir sus fines. Y encima salen indemnes.
3. Contraponer espiritualidad a materialismo, (en el fondo se trata de eso) es un sofisma: lo material es esencial para la vida, y lo espiritual entra en el campo del misticismo, es decir de una característica sobrenatural que es muy respetable también, pero que no tiene asas de donde agarrarla.
4. La ética jamás puede estar asociada a la pobreza o a la riqueza. La valoración de las cosas es un derecho de cada persona. Y el respeto de ese derecho es la esencia misma de la ética, justamente.
5. Podrá no gustarle a Sinay o a quien fuere, que muchos no decidan vivir ascéticamente y entregados a una solidaridad como la que él entiende debe ser. Pero una sociedad justa y equitativa no se forja sobre la base de que determinadas personas se conviertan en jueces y verdugos de quienes no viven según los principios con que se pretende que vivan.
6. La posición de ver la economía como algo intrínsecamente "malo" y generador de bajas pasiones es dogmática y sectaria. Definitivamente. Es autoritario arrogarse el derecho de elegir la vida de los demás.
7. No se logra una sociedad mejor basándose en misticismos fundamentados en miedos esquizofrénicos. Nadie tiene la verdad en este tema, pero con seguridad no es el miedo el factor necesario para obtenerla.
8. El neologismo "economicismo" encierra un odio visceral a quienes desean poseer bienes materiales y tienen todo el derecho del mundo de desearlos. Son muchos los "socialistas" que toman su cafecito en la Sorbona y se pasean por París con Le Monde bajo el brazo mientras la ex colonia francesa de Haití es uno de los países más pobres y atrasados del planeta. No se trata de repartir preconceptos. Si se pregona el ascetismo, se practica. Y si no, no se lo pregona.
9. Si la cantidad de bienes de que debe disponer la economía mundial no crece a un determinado ritmo, la situación no sólo no mejorará, sino que empeorará. Como es obvio.
10. La ética no tiene dueños ideológicos. Pretender ser dueño de la ética es en sí antiético por definición.
Y con esto ya es bastante.

No hay comentarios.:

Seguidores