Segunda Opinión
INDICADORES ECONÓMICOS: REALIDAD Y FICCIÓN
Las declaraciones oficiales tienden a mostrar un optimismo que en nuestra opinión excede largamente las expectativas. Los indicadores deben ser calculados y sobre todo leídos de manera adecuada.
Resulta ocioso a estas alturas hacer mención al hecho de que el gobierno del matrimonio Kirchner ha destruido el sistema de cálculo estadístico convirtiéndolo en una farsa de mal gusto. La inutilidad de los datos oficiales es hoy vox pópuli y nadie en su sano juicio puede poner en duda este aserto. Incluso funcionarios del mismo oficialismo, como por ejemplo el jefe de gabinete, han admitido en varias oportunidades que es imprescindible terminar con la adulteración de datos. Esto, sin embargo, no ha ocurrido. Es obvio que el gobierno se resiste a admitir la realidad, lo cual no deja de constituir a nuestro juicio uno de los datos más preocupantes de la actual coyuntura. Negar lo obvio siempre es el peor de los escenarios.
Cuando días pasados la presidenta hizo referencia a la recaudación fiscal del mes de mayo, envolvió el dato de una euforia absolutamente injustificada. El 12,5% de crecimiento anual nominal en la recaudación está muy lejos de demostrar el éxito económico. Por el contrario, si la tasa de inflación estimada para el período anual considerado está, según los diversos cálculos, entre el 20 y el 24%, es obvio que la recaudación ha caído de manera estrepitosa.
La recaudación tributaria propiamente dicha creció en el período considerado un 9,5%, el menor crecimiento nominal del último cuatrimestre. En febrero el crecimiento había sido del 14% , y en marzo el 23%.
Si a todo esto le agregamos el hecho de que las recaudaciones de estos meses incluyen el desvío de los aportes que el año pasado los trabajadores realizaban a las AFJP y ahora no lo hacen más, tenemos en verdad una caída bastante más importante en el volumen de recaudación.
La AFIP continúa con la política de no devolver impuestos a los exportadores con argumentos que no se condicen con su verdadera función fiscalizadora, dado que se hace mención a operaciones con países denominados paraísos fiscales y a la necesidad de demostrar la veracidad y certeza de tales operaciones y mientras tanto no se devuelven los impuestos, lo cual obviamente constituye un concepto bien diferente. Tales devoluciones de impuestos cayeron más del 38%.
Mientras el IVA a cargo de la DGI se mantuvo dentro de los valores esperados ante la pérdida de valor de la moneda, el IVA de la Administración Nacional de Aduanas se derrumbó más del 30%, ello como consecuencia del derrumbe de las exportaciones y del control y limitación a las importaciones.
En materia de impuestos internos, si no consideramos el tabaco (que sufrió incrementos de alícuotas(, la suba interanual apenas superó el 10%, cifra absolutamente negativa si la comparamos con la inflación real.
El Monotributo no superó el 8% interanual de incremento en su recaudación. El impuesto a las transacciones financieras subió apenas un 2%, siempre en el mismo período. Las caídas son elocuentes.
La actividad inmobiliaria por su parte hizo caer cerca del 30% el impuesto a las transferencias de inmuebles (I.T.I.). Los derechos de exportación casi el 10% de merma, y los de importación -24,5%.
La verdad es que la recaudación no ha venido creciendo en la misma medida en la que lo hacen los gastos. En especial las remuneraciones del Estado, que han venido subiendo proporcionalmente cerca de 4 veces más que el aumento de los ingresos.
La industria ha caído un 13% interanual en el primer cuatrimestre. Pero el INDEC dice que en igual período el sector cayó apenas el 1,8%. La construcción cayó en abril un 7,5% (3% según el INDEC). En los supermercados las ventas cayeron más del 20% en abril (para el INDEC subieron un 13%).
La presidenta, entonces, presenta de manera exitosa y valorativa del modelo una serie de datos que en realidad están significando todo lo contrario. Obviamente que no se trata únicamente de la situación de la economía argentina, a la que sin dudas hay que enmarcar en un panorama internacional sumamente inestable y en general bastante recesivo.
No sabemos si la euforia es por desconocimiento o una pose deliberada. En cualquiera de los dos casos es un elemento negativo. Porque los inversores, sus asesores y en general los profesionales de las ciencias económicas no ignoran estos datos. Preferimos no sacar conclusiones que por ahí exceden el marco aún de un comentario de opinión como es éste.
A todo esto aumenta la salida de capitales y se ponen todo tipo de trabas para frenar las importaciones, y el secretario de comercio incurre en ridiculeces tales como pretender que alguien que importa (lo que sea) exporte por el mismo valor (rebuscátelas, dicen que le dijo a un empresario, comprá aceitunas y exportalas, o vino...). En estas cuestiones ni siquiera juega la ideología, pues estamos de lleno en el terrero de la ignorancia y el abuso de poder.
Completamos este panorama recordando que en nuestra opinión, y pese a todos los indicadores negativos que estamos mencionando, la situación no será tan crítica, a menos que los descalabros en materia de decisiones sigan el rumbo que están teniendo.
Es que en estos momentos lo que observamos es una tendencia muy seria al surrealismo. No vale la pena abundar sobre lo que hace la secretaría de comercio, o sobre lo que señalamos de la euforia de la presidenta, que si es por ignorancia puede ser peligrosísimo. Si se toman medidas tan nefastas como para empujar al país al precipicio o no, no podemos adelantarlo.
Las cifras no están tan mal, y un cierto repunte en los valores de la commodities resultan sin duda favorables. Al mismo tiempo, si en el mundo se produce una cierta reactivación (no estamos para nada seguros que esto ocurra de manera importante, al menos durante este año), la demanda externa puede también favorecer al mercado local.
Pero, sin embargo, ciertos comentarios del presidente de facto nos ponen sobre ascuas. En efecto, Néstor Kirchner afirmó que no devaluará luego del 28 de junio. Dijo más, dijo que estaría loco si lo hiciera. En realidad Kirchner cree que una devaluación depende exclusivamente de lo que él disponga.
Es decir que una persona que ha pasado la cincuentena larga de años de vida, abogado y con una larga trayectoria como intendente, gobernador y presidente de derecho y de facto, aún no ha aprendido que no depende de su voluntad la no devaluación de la moneda. Y sin embargo, lo cree. O hace creer que lo cree. Las devaluaciones ocurren más allá de las intenciones, lo cual significa que aún no queriendo el funcionario actuante, no puede evitarlo. Esto ha ocurrido demasiadas veces en la Argentina de la segunda mitad del siglo 20 e incluso a comienzos de este siglo, cuando el gobierno duhaldista pretendió llevar el dólar a $ 1,40 y a las pocas semanas éste había alcanzado los $ 4.- (de paso: cuando ciertos economistas pronosticaban un dólar de $ 10.- para fin de 2002, algunos profesionales los tachaban –y aún lo hacen- de genios por haber fallado sus pronósticos, pero ni tales profesionales ni los gobernantes actuales hacen mención a la impresionante pifia de Remes Lenicov-Duhalde y compañía en ese año).
Los indicadores con relación a las reservas de energía o las existencias ganaderas, agrícolas y lácteas son francamente negativos. Los índices de pobreza han crecido notablemente en los últimos dos años si se miden adecuadamente las estadísticas. Las inversiones no llegan a la argentina y es por eso que en su momento se convocó a Beatriz Nofal para intentar atraerlas como fuere. La fuga de divisas está tan a la vista que desespera a personajes como el secretario de gobierno, que la verdad es que ya no sabe a quién patotear. ¿Dónde está la bonanza y la expectativa de un futuro promisorio del modelo?
Por eso no terminamos de entender las razones de la euforia. Las razones por las cuales la presidenta viaja a Suiza a sermonear al resto del planeta respecto de lo que hay que hacer para pasar al frente.
No hemos arreglado nuestra deuda externa, ni con los holdouts ni con el Club de París. Mantenemos un sistema de subsidios absolutamente negador de la realidad en materia de precios. La apropiación de los fondos de las AFJP ha dado lugar a toda clase de patriadas de parte de la ANSES, esencialmente tendientes a conservar las fuentes de trabajo allí donde en verdad se necesita gestión y management. y no amigos del poder puestos a directores.
Tenemos serios problemas de financiamiento externo. Se habla de una recomposición con el FMI que el gobierno se resiste a reconocer. El problema de los embargos y bloqueos a fondos argentinos en el exterior es bastante más grave de lo que trasciende. El financiamiento local es casi inexistente siendo que debería estar en el orden del 50% de los fondos del sistema, dado que los bancos oficiales mantienen depósitos por ese porcentaje del total (y se supone que no son avaros e injustos como la presidenta sugiere de todos los banqueros –excepción hecha, suponemos, de los bancos oficiales y de Carlos Heller-).
Y terminamos con una reflexión: a aquella famosa frase de Luis Barrionuevo respecto de que tendríamos que dejar de robar por dos años, habría que agregarle que también deberíamos dejar de mentir por ese lapso. O en todo caso dejar de creérnosla.
DR. HÉCTOR BLAS TRILLO
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