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martes, 28 de febrero de 2023

ECONOMÍA DE ESTAÑO: PLANES SOCIALES O EL CUENTO DE LA BUENA PIPA (28/2/23)

 LOS PLANES SOCIALES O EL CUENTO DE LA BUENA PIPA.

Una y otra vez escuchamos y leemos que si se quita la impresionante cantidad de planes y subsidios existentes (a nivel nacional, provincial y departamental o municipal), el golpe a la pobreza sería terrible. Con toda seguridad en una primera instancia esto es así, porque si a una persona que tiene un ingreso por un plan, deja de tenerlo, su situación se torna dramática si no tiene otra fuente de recursos, y por lo menos más complicada si la tiene (y esto último hay que decirlo, porque mucha gente que recibe planes o subsidios de todo tipo, percibe ingresos de otras fuentes, o del trabajo en negro, changas y demás).
Pero el problema de base es que la multiplicación de los planes y subsdios no disminuye la pobreza global, sino que la incrementa, generando así la necesidad de nuevos planes y mejores subsidios.
Es necesario analizar esto, aunque resulte muy duro, porque como sabemos negar la realidad no ayuda en absoluto a corregir las causas de los problemas.
El así llamado "asistencialismo" suena como música suave y tranquilizante y dulce para buena parte de la población, de igual modo que cuando éramos niños añorábamos a los Reyes Magos porque, de la nada, nos dejaban sus regalos en nuestros zapatos.
Porque resulta que para que la inmensa maraña de planes, subsidios, asignaciones, tarifas sociales y pensiones diversas pueda existir, es necesesario que alguien pague por ello.
Y ya sabemos, porque ya estamos bastante creciditos y avivados, que el dinero para pagar el festín termina saliendo de los bolsillos de quienes trabajan y producen.
Así es como se incrementan los impuestos, aumenta la emisión monetaria y por ende la inflación, y se multiplican los bonos del Estado (hoy por hoy esencialmente las llamadas Leliqs) traducidos en mayor deuda pública para financiar el costo de tanta "generosidad".
Desde el advenimiento del populismo a estas playas, a mediados de los años 40 del siglo pasado, la cantidad de "leyes sociales" se multiplicó de una manera increíble. Pero muy pocas veces se tuvo en cuenta, ni siquiera para saber de qué se habla, cuál es el costo y quién lo paga de cada "beneficio" que se otorga.
Y esto ocurre en todos los planos y con todos los gobiernos, casi sin excepción, desde aquellos tiempos.
Es interesante, aunque crudo, tener presente que cuando hablamos de planes, subsdios y asignaciones diversas estamos hablando de muchas cosas. Desde las "tarifas sociales" hasta los "boletos escolares", pasando por toda la gama de "gratuidad" que supuestamente la "generosidad" de la política nos otorga.
Muy bien, aunque resulte muy impopular, es hora de bajar a la tierra y poner las cosas en su lugar. La gratuidad no existe, alguien paga por lo que otro recibe sin esfuerzo.
El propio Perón, haciendo gala de su cinismo, llegó decir alguna ve que cada uno debería producir al menos lo que consume.
El populismo abarca todas las esferas de lo que suele llamarse "social".
La educación, la salud, la seguridad, la justicia, todo lo estatal es sotenido por la población mediante el pago de impuestos o con la inflación.
Además, estas cargas que debemos soportar entre todos, reducen la capacidad productiva. Porque para producir lo que sea, hay que hacerse cargo de los impuestos, las tasas y las contribuciones que están por todos lados. Cualquiera que haya intentado abrir un simple maxikiosco lo sabe. Los costos están en nuestra vida cotidiana, metidos en todo lo que consumimos, en cada refresco, en casa plato de comida, en cada caramelo para nuestros hijos.
Es necesario, por lo tanto, analizar la situación que nos toca vivir desde una perspectiva realista y sin esquivar el bulto. Esto último es muy difícil que ocurra desde el lado de la política, porque ponerse a mirar las cuentas para ajustar y bajar costos es considerado absolutamente impopular. Y ya se sabe que lo "políticamente correcto" es el brebaje con el que se adormecen sueños y esperanzas.
El gobierno (cualquier gobierno) gasta el dinero, los recursos que obtiene vía impuestos, inflación o endeudamiento. Cuanto más gasta, más precisa, cuanto más precisa, más impuestos, más inflación y más endeudamiento.
Desde los años 40 la Argentina ha venido empobreciéndose día a día, y cada vez más.
Hoy por hoy si se midiera la pobreza como corresponde estamos por encima del 50% de pobres e indigentes. Porque ocurre que la pobreza se mide por los ingresos, y éstos incluyen a los planes, a los subsidios y las asignaciones de todo tipo. Pero es obvio que las ayudas no nos vuelven menos pobres. Solamente ayudan, del mismo modo que lo hace una limosna. Y que quede claro que esto no es dicho despectivamente sino como una realidad. Recibir dinero de quien sea para paliar la situación, no cambia en absoluto nuestra condición, a lo sumo nos permite sobrevivir un tiempo más.
Hay mucho más para considerar, desde la carga enorme que significa sostener al empleo público, por ejemplo. Como es sabido, los gobiernos de raigambre populista incrementan los puestos públicos, las oficinas, las secretarías, los ministerios, lo que sea, donde acomodan a muchísima gente que percibe sueldos de manera absolutamente improductiva. Ni hablar de lo que ocurre en provincias o municipios, especialmente en la provincias más pobres, donde simplemente se reparte el dinero que se recibe de la llamada "coparticipación federal" para abonar salarios a miles y miles de empleados totalmente innecesarios.
En todas partes se requieren trámites adicionales que se multiplican de modo equivalente al incremento de secretarías y oficinas públicas de diverso calibre.
Los gobernantes populistas, además, atacan las consecuencias de su política fijando precios en una moneda que pierde su valor cada día más rápidamente. Se congelan tarifas o se incrementan las tarifas "sociales" para aquellos que "no pueden pagar" trasladando de este modo los costos a los particulares y a las empresas. Se produce así el desabastecimiento, la escasez, el exceso de consumo por parte de aquellos que solo pagan monedas por el gas o la luz. Y así siguiendo. Lo hemos vivido y no hace mucho. Lo vivimos hoy mismo.
Muy bien, para poder revertir todo este maremágnum de generosos con lo que no es de ellos, tenemos que analizar en profundidad y sin medias tintas cómo pensamos hacer para corregir todo este descalabro. De lo contrario la caída seguirá, inexorablemente.
Es comprensible que muchas cosas no podrán hacerse de un día para el otro. Pero por ejemplo en materia de legislación laboral es sabido que más de la mitad de los ingresos de asalariados están fuera del alcance de las "cargas sociales". Mäs de la mitad de la población asalariada trabaja en negro, o percibe parte de sus salarios en negro. O percibe ingresos "no remunerativos". O se convierte en "contratada" o monotributista.

Empezar a recorrer el camino inverso es "impopular" a los ojos de mucha gente, que ha sido cooptada por la idea de que lo único que hay que hacer es repartir dinero, controlar precios y regalar cosas. Que todo eso no cuesta nada y que son los generosos gobernantes los que reparten su generosidad. Lo vemos todos los días, aun en los incongruentes discursos del mismísimo presidente de la Nación.
"¿Querés que te haga el cuento de la buena pipa?......síííí", decíamos de niños, para recibir una y otra vez como respuesta: "No te dije que sí o que no, solo te pregunté si querés que te haga el cuento de la buena pipa", para recibir como respuesta los niños, "noooo"
Si queremos terminar con esta historia, tenemos que comprender la inutilidad de la pregunta y, como decimos, bajar a la tierra. 

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