Durante todos estos años el fascismo izquierdoide vernáculo utilizó la metodología nazi del "escrache" contra jueces, políticos, economistas, militares y todos aquellos que no coincidieran con el punto de vista de los "grupos de choque" de las siglas partidarias del estilo PO; MAS; PRT; IR, y tantísimas similares. Como sabemos, y por eso lo decimos, la metodología nazi consistía en pintar una estrella de David en las casas de los judíos, para de ese modo "marcarlos" y ponerlos a disposición de la barbarie asesina hitleriana.
Probablemente esta gente no comprenda en toda su inmensidad el soporte totalitario que la moviliza, y que nada tiene que ver con sus reclamos de justicia. O tal vez sí lo comprenda, pero resulta un poco menos angustiante pensar que no del todo.
Ser atacado o golpeado, como el caso de Roberto Aleman, que desde aquella vez se negó a hablar públicamente y no lo hizo nunca más. Como el caso de personas mayores, incluso ancianos, por la razón que fuere. No importa. La barbarie siempre es barbarie, y pretender pagar a quien tal vez la hubiera aplicado (como el caso de ciertos militares) aunque sea en absoluta pequeña escala, no le quita la entidad de la animalada delatora y fascista.
Una sociedad no puede construirse con el miedo. Bajo él, nada se desarrolla con las fuerzas que la naturaleza otorga. Porque el miedo paraliza.
Aquellos recordados párrafos de Bertold Bretch vienen una y otra vez a la mente. Porque esta vez les tocó a ellos. Sí. A ellos.
Oir a vergonzantes piqueteros devenidos en funcionarios que liban de la cosa pública, exclamar que "ellos nunca ejercieron violencia" produce hervor en la sangre.
El grado de desverguenza de estos fanáticos de la capucha es exactamente previsible. Pero siempre jode y mucho.
Es como recordar aquellos paros generales cegetistas en los cuales los capitostes mandaban a las hordas a tirar clavos miguelitos a la Autopista y luego discurseaban sobre el "éxito" de sus "medidas de fuerza".
Todos ellos muestran lo poco que son. Lo poco que valen. Lo poco inclusive que se quieren.
El ataque a la hermana del presidente es un acto de barbarie hacia una mujer indefensa. Es barbarie y además es a una mujer. Hombres grandes, muchos de ellos profesionales según se ha informado, atacando a una mujer en la vía pública con huevos y con tiraduras de cabello. Bastardos, eso y sólo eso es lo que son.
En nuestros años de estudiante era común justificar la barbarie con aquello de "la violencia de arriba engendra la violencia de abajo". Así se justificaron luego las muertes de tantos inocentes provocados por el castrismo, por ejemplo. O el atentado a las Torres Gemelas. Tanta muerte es producto de la impotencia de quienes no tienen otra forma de imponer sus ideas, señores. "Bárbaros, las ideas no se matan". Es tan sencillo que cuesta entender cómo no lo ven.
Una sociedad no puede construirse con el miedo, reiteramos. Por eso todos los montajes totalitarios más temprano que tarde terminan en ruinas. Allá fueron enterrados Mao, Stalin, Franco, Hitler, Mussolini, Pol Pot, Enver Hoxa, Ceaucescu y tantísimos otros a lo largo de la historia del siglo XX. Ninguno pudo prevalecer. Sus libros y sus estatuas fueron destruidos, o duermen el sueño de los justos, olvidados y degradados. Todos ellos. Todos.
Y las sociedades resurgieron como pudieron luego de algunas décadas para pasar a ser lo que poco a poco van siendo hoy. La China continental que crece al 10% anual, la España de Zapatero, la Alemania unificada, la Italia que a los tumbos va marcando su destino democrático inclusive luego de luchar contra las "brigadas rojas", Campuchea, una Rumania en crecimiento hacia la modernidad...El mundo detenido de la "revolución cultural" y de la "nueva clase" fue enterrado y no volverá a ser lo que ha sido. La intelectualidad que aún "lleva ser de izquierdas" ha tomado distancia. Si hasta los artistas españoles defenestraron a la ETA en una recordadísima "solicitada". Luego de 40 años, claro, pero lo hicieron.
Y acá, en estas tierras, los gobiernos militares dejaron de contar con el apoyo de tantísimos civiles como lo fueron siempre, por más que hoy se tome distancia y nadie haya sido. La nación guaraní enterró a Stroessner aunque le queda mucho por hacer. Evo Morales no podrá en Bolivia contra sus propias huestes si pretende instaurar una dictadura. Y el mismísimo Chávez, que avanza en tal sentido, verá prontamente que sus alas de cera terminarán derritiéndose en pocas horas cuando el ahogo de la sociedad venezolana no soporte más. Uruguay dejó atrás a Bordaberry y Chile al nefasto Pinochet. Brasil también enterró a sus "escuadrones de la muerte". Falta Cuba, pero ya llegará.
Los justificativos no resisten ningún análisis. La muerte, la barbarie asesina, el ataque artero y cobarde contra personas indefensas. Ver al patético D Elía ponerse del lado del negador del Holocausto es más que grotesco. Pero muestra una línea de conducta. Una actitud ante la vida. ¿Habrá quienes deseen que sus hijos sean como este personaje?. Difícilmente. Y si los hay, serán unos muy pocos.
Lo verdaderamente simpático de todo esto es que desde siempre hemos sostenido en esta modestísima columna esta línea de pensamiento. No logramos mucho, hay que decirlo. Excepto ser tratados de "terroristas" y de "servicios", término éste último que tardamos en entender a qué se refería, debemos decir. Pero ahora vemos a los funcionarios y a los piqueteros vergonzantes salir a decir que eso "está mal". ¿Serán ellos los terroristas y los servicios ahora?.
Del mismo modo que en Santa Cruz está permitido lo que en el resto del país no lo está, esto es: la represión, también en Santa Cruz están prohibidos los "escraches" que en el resto del país se justifican una y otra vez.
Unos cuantos han tomado su propia medicina. Pero no lo reconocerán. No están programados para reconocerlo. Esta gente entiende hechos, no palabras. Y el desastre de los totalitarismos todavía no ha sido comprendido por algunos personeros de la capucha que siguen regenteando la Caja Rosada (sí, la caja).
No hay que olvidarse que para ciertas mentalidades hay muertos bien muertos, y otros que no lo son. Hay muertos "burgueses" y muertos "revolucionarios". Hay muertos "luchadores sociales" y muertos "conspiradores".
Pero no los hay, en realidad. Porque los muertos por el crimen son muertos por el crimen siempre.
Por eso, también y dicho sea de paso, eso de perdonar a los asesinos por provenir del terrorismo bajo argumentos falaces, como aquél de que sus crímenes no son de lesa humanidad y por lo tanto prescribieron, es una soretada impresentable que más temprano que tarde también será bebida por ellos.
Porque a estas alturas está claro que todos ellos habrán de tomar de su propia medicina.
Héctor Trillo
(14-05-2007
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