Leo con asombro en el diario La Nación de hoy sábado, una carta de un periodista de apellido De Frade, que responde a una acusación hecha por el Sr. Arturo Larrabure vinculada a la muerte de su padre a manos del terrorismo setentista.
La leí cuidadosamente un par de veces porque verdaderamente me produce una extraña sensación el comprobar la inocencia, aparente o real, con la que se maneja un profesional gráfico que tiene 25 años de expiriencia según él mismo señala
El asunto de fondo es que al parecer Antonio Larrabure, aquel coronel víctima del terrorismo secuestrado y sometido en una denominada "cárcel del pueblo" a la tortura incesante durante meses y que finalmente terminó muerto pesando apenas 40 kg. no fue en realidad asesinado sino que se suicidó. El periodista escribe la carta que más abajo reproduzco explicando que su investigación es genuina y que de ningún modo se trata de una "operación de prensa", y que según los datos con los que él cuenta, "no hay datos sobre torturas ni mucho menos sobre asesinato" de, por supuesto, Antonio Larrabure.
Es realmente increíble que una persona en su sano juicio pueda escribir, con honestidad y seriamente, una carta en la que afirme semejante cosa como prueba irrefutable, o casi, de un suicidio.
Lo que dice este buen señor es que dado que no existen evidencias de que Larrabure hubiera sido torturado o asesinado, no fue ni torturado ni asesinado, sino que se suicidó.
La ingenuidad y la incoherencia de este tipo de razonamiento es inadmisible.
Las referencias a conversaciones con asesinos como Enrique Gorriarán Merlo, aquél cobarde que se escudó en supuestas faltas de oportunidades jurídicas basadas en tratados internacionales para lograr que un presidente débil y timorato lo indultara, y con otros "sobrevivientes el terrorismo de Estado" (señala) no le han dado oportunidad ni evidencia de que Larrabure hubiera sido torturado o asesinado. Ergo: se suicidó. Increíble.
La sola mención de la llamada "cárcel del pueblo" en la que estuvo cautivo el mencionado militar muestra claramente la basura ideológica que consume al autor de la misiva. Es que Del Frade menciona a ese verdadero calabozo de dos metros cuadrados en el que estuvo cautiva la víctima fue una Cárcel del Pueblo, así, con mayúsculas.
¿No es, acaso, esa mazmorra una tortura en sí misma, pedazo de basura? ¿Hace falta que al pobre tipo lo quemen con un cigarro y lo flagelen con una picana para que sea una genuina tortura?.
La verdad es que uno no termina de asombrarse ante tanta mierda.
Luego, Del Frade habla del argumento cínico por excelencia hoy de moda: la "teoría de los dos demonios", y dice al respecto que ciertos militares difundieron la idea del asesinato para favorecer esa teoría. Como si los cobardes asesinos del estilo de Gorriarán Merlo y similares no hubieran contado con el apoyo de Estados que les suministraron armas, entrenamiento, financiación y guarida durante los llamados años de plomo. Es decir, como si ellos mismos no hubieran sido tan demonios como los militares nazifascistas que condujeron los destinos de nuestra bendita tierra en esos tristes años.
Los militares que actuaron en la Argentina durante esos años no merecen justificación alguna sobre sus actos. Y es hasta posible que hubieran intentado justificarse, dado que jamás reconocieron abiertamente su acción criminal, artera y cobarde. Pero que esa milicia perversa hubiera actuado de ese modo no puede de ninguna manera justificar a su vez que se haga o diga cualquier cosa impunemente.
¿No sabe este periodista que el prólogo del Nunca Más avalaba esa famosa teoría (hoy llamada de los dos demonios) y por eso fue cambiado contra la voluntad de sus autores para justificar el argumento? Un hecho de ese tipo prueba a quien quiera verlo la insolencia, la indecencia y la profunda amoralidad de los ideólogos que lo provocaron. ¿Alguien puede defender que un texto de un libro publicado con el aval de una Comisión creada para investigar las desaparciones de personas puede ser modificado contra la voluntad de sus autores? Y sin embargo así ocurrió. Estos bastardos creen que ellos pueden hacer cualquier cosa impunemente y que nadie les pedirá jamás una justificación moral de sus actos. Ellos, que tanto han puteado contra la censura y la represión de los actos de los que no piensan como ellos. ¿Acaso los autores del Nunca Más se comieron la supuesta mentira de ciertos militares y por eso publicaron lo que publicaron?. Qué increíble. Este tipo cree que el mundo es idiota a no ser por él que lo vuelve a la realidad.
¿No sabe este periodista, tampoco, que el ministro Tróccoli prometió por cadena nacional difundir la otra cara del Nunca Más cosa que, justamente, jamás se hizo?
Sólo un acto de profundo cinismo, mala fe o franca estupidez puede llevar alguien a razonar que, dado que el terrorista Gorriarán Merlo le dijo que Larrabure no fue torturado ni asesinado, o porque un custodio de un empresario que estuvo en la misma mazmorra o quien carajo sea, es suficiente razón para afirmar que no lo fue.
Siendo que la propia mazmorra es una tortura, pezado de basura. ¿O hay que explicártelo?. Es francamente increíble.
Va la carta a continuación, publicada hoy en el citado diario. Pido disculpas si los términos que utilizo son demasiado fuertes, pero estoy harto de tanta porquería.
Hasto de tanto cinismo, de tanta cobardía, de tanta mierda. De tanta estupidez.
Larrabure
Señor Director:
"El señor Arturo Larrabure señaló que la nota de mi autoría publicada en el diario Página/12 del domingo 23 de agosto último, es una operación de prensa. Lo desmiento de manera rotunda.
"Conocí el caso de su padre investigando el armado de los grupos de tareas en la zona Sur de la provincia de Santa Fe y, recogiendo testimonios de sobrevivientes del terrorismo de Estado implementado por tres generales de triste memoria, como fueron: Roberto Eduardo Viola, Ramón Genaro Díaz Bessone y Leopoldo Galtieri, que en su momento fueron los comandantes del II Cuerpo de Ejército con asiento en Rosario y jurisdicción sobre las seis provincias del litoral (Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes y Entre Ríos). Algunos de esos sobrevivientes me mostraron parte del expediente y escritos que durante años estuvieron en sus archivos. También hablé mucho, en su momento, con Enrique Gorriarán Merlo. A estos datos se le sumó el testimonio de dos personas directamente vinculadas con el secuestro y cautiverio de su padre (uno de sus custodios y el íntimo amigo del empresario que estaba en la misma Cárcel del Pueblo). No hay datos sobre torturas ni mucho menos sobre asesinato.
"Fue el Ejército Argentino, en los últimos días del general Numa Laplane y después en manos de Jorge Videla -nada más y nada menos-, el que inventó la figura de asesinato y la idea de los tormentos. Comprendo y respeto el dolor de Larrabure. El mismo recibió una invitación de quien esto escribe para participar de un programa de televisión para debatir estos elementos informativos. Lamentablemente, no quiso formar parte.
"Desde hace 25 años trabajo como periodista. He sido despedido de la mayoría de los grandes medios de comunicación de la ciudad de Rosario justamente por no acatar ningún tipo de operación de prensa a favor de cualquier tipo de interés. De allí que solicito que se publique esta corrección a la carta publicada del señor Arturo Larrabure que, supone que el trabajo informativo sobre el suicidio de su padre responde a algún mandato. Hace años que no tengo patrones, salvo el interés de descubrir razones a las últimas cuatro décadas de historia argentina. Creo que el dolor de la familia fue utilizado para montar la mayor mentira de estos 40 años tendiente a demonizar a todos y cada uno de los integrantes de las organizaciones guerrilleras para construir un sentido común que justificara las atrocidades que se hizo el terrorismo de Estado a partir del 24 de marzo de 1976. Larrabure merece la verdad y ella está en el expediente original que se encuentra en la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario. Una verdad que hace rato le pertenece al pueblo argentino y no a los mezquinos intereses que se enancan en el dolor de la familia para todavía agitar la funesta teoría de los dos demonios. Por eso le pido al señor Larrabure lo mismo que intento transmitirle desde la primer nota que escribí sobre el tema: comprensión y respeto por un trabajador de prensa que no forma parte de ningún factor de poder. Y una vez más, estoy a su disposición."
Carlos del Frade
DNI 14.729.802
delfradec@ciudad.com.ar
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