Aquella mañana me desperté temprano en mi departamento de la calle Lezica donde vivía solo. Tal como he hecho prácticamente desde que soy adulto, uno de mis primeros actos casi reflejos fue encender la radio. Me sorprendió, claro está, escuchar una marcha militar y lo asocié inmediatamente con los hechos ocurridos en la Plaza de Mayo tres días, antes, cuando la policía recibió órdenes de reprimir de manera violenta una manifestación en la Plaza de Mayo, en una jornada de paro decretado por la llamada CGT Brasil, liderada por el difunto Saúl Ubaldini.
Se comentaba en esas horas que el gobierno de Galtieri estaba agotado y que posiblemente sería reemplazada la junta militar goberante. Había una presión social creciente en contra de la dictadura, no tanto por la figura de Galtieri, sino por toda los siete años transcurridos. Muchos eran los que, tal vez ingenuamente, habían creído que la desaparición de personas no implicaba la tortura y la muerte. Pero en 1982, muchos habían empezado a dudar al respecto. No quiero irme demasiado por las ramas pero sí recordar que unos meses antes se había jugado un partido preparatorio para el mundial de España entre la selección Argentina y creo que la de Suiza. El partido se jugaba allá y en la tribuna había un inmenso cartel que decía en castellano "Dónde están los 30.000 desaparecidos". Entre otras cosas, ya se había largado a rodar la cifra, que personalmente jamás he podido encontrar una pizca de razón en quienes la defienden como cierta.
Recuerdo que el cartel de marras aparecía tapado por una sobreimpresión en pantalla de una cosa borrosa de color verde cada vez que la imagen lo tomaba, lo cual por supuesto no impedía que por momentos se lo viera y mostraba cuán al pedo resultaba una vez más, como antes, como hoy y como siempre, el vano intento de tapar el Sol con las manos de todos los dictadores que desde siempre han despreciado la libertad de expresión, acá y en la China. Acá o en Paraguay o en Chile por razones históricas de índole autoritaria, en la China o en Cuba o en la URSS por tratarse de un "prejuicio burgués". Cagones unos y otros. Autoritarios y cobardes como todos los autoritarios.
La marcha militar en la radio me hizo pensar entonces en una especie de asonada militar en contra de Galtieri. Cambié de emisora, por supuesto, y la marcha estaba en todas partes, como ocurre ahora con Cristina, salvando las distancias.
No tenía teléfono, porque en ese tiempo un teléfono era más difícil de conseguir que ser admitido como astronauta en un viaje a la Luna. No tenía un modo inmediato de averiguar qué pasaba más que bancarme la marchita y esperar. Eso hice.
Al rato una voz dio a conocer un "comunicado" del "Estado mayor conjunto" que anunciaba la "recuperación". Me sobresaltó la noticia, pero no tanto como a muchos.
Hacía por lo menos un año que el periodista hispano argentino Jesús Iglesias Rouco venía anunciando en el diario La Prensa que existía una especie de "guiño" de parte de los EEUU para que la Argentina ocupara las islas como una forma de "transar" y gestar una transferencia programada de la soberanía, luego de la larga serie de encuentros verbales a partir de una resolución de las Naciones Unidas del año 1965. La cosa se había enturbiado a raiz de que un barco argentino de una empresa pesquera se había dirigido a las islas Georgias para desarmar unas instalaciones de origen privado, pero argentino, relacionadas si no recuerdo mal con la pesca de ballenas y que habían sido abandonadas.
Al parecer los tipos no tuvieron mejor idea que plantar una bandera argentina al desembarcar en las Georgias, lo cual provocó una serie de reacciones políticas, especialmente en el Reino Unido, como no podía ser de otro modo.
Se habían interrumpido las negociaciones por el tema de la soberanía luego de haber caido en punto muerto. Y la realidad era que el asunto estaba tan desgastado, y había habido tantos antecedentes respecto de la intención británica de desprenderse del lastre, que muy probablemente las Malvinas hubieran seguido el camino de Hong Kong o parecido. Eso se comentaba en esos tiempos.
Es por todo eso, entiendo, que cuando los militares argentinos ocuparon las islas, intentaron hacerlo de la manera menos cruenta posible. El fondo de la cuestión era no humillar a la Rubia Albión, digamos.
Como todos sabemos, hubo una baja del lado argentino y ninguna de la reducida defensa británica.
Cuento todo esto porque mucho se ha dicho de que en realidad Galtieri quería continuar en el poder y que por eso había ocupado las islas. No sé si quería continuar en el poder y supongo que sí, pero en realidad la cuestión venía con reales antecedentes como los que aquí comento. Y cualquiera que pueda acceder a los archivos del diario La Prensa del año 1981 y 1982 podrá encontrar artículos diarios de Iglesias Rouco, en primera plana, donde se hacía referencia muchas veces al tema del "guiño" yanqui, que era tomado de algún modo como un "guiño" también británico.
Entonces, como digo, me sobresaltó la toma, pero no me resultó sorpresiva ni una decisión a las apuradas como resultado del despelote de la plaza del 30 de marzo. Para nada.
En los siguientes días observé una verdadera efervescencia nacionalista que abarcó a casi todo el mundo. Para el 10 de abril se convocó a la plaza a la gente, especialmente desde el programa futbolístico de José María Muñoz en Radio Rivadavia. Ese día, si no recuerdo mal, ya había llegado a la Argentina el recientemente fallecido Alexander Haig a quien Galtieri invitó a salir al balcón a ver a la multitud, cosa que Haig por supuesto ni en pedo hizo.
Las negociaciones en las cuales EEUU actuaba como una suerte de mediador se hicieron en un marco muy complejo, en el cual la armada real británica preparó e hizo zarpar una flota compuesta por barcos, fragatas y portaviones que realmente parecía un chiste, de no ser porque era verdad.
Acá se pensaba que es flota era intimidatoria y nada más. Se apostaba a que nunca llegaría a atacarnos. Mientras se negociaba los militares argentinos mandaron a las islas a miles y miles de soldados y colimbas, todo sabemos cómo. Pero ahora lo sabemos, en ese entonces no se comentaba el asunto.
Yo escuchaba la onda corta de la BBC en español y así me enteraba de cómo venían las cosas. Los datos eran bastante sombríos porque no era joda. Siempre recuerdo que la emisora hablaba de las "islas Falkland-Malvinas" como dato sobresaliente que a mí me sonaba a una especie de reconocimiento, al tratarse de un medio británico. Pero creo que tenía que ver con la resolución de las Naciones Unidas que menciono al principio.
No voy a hacer toda una historia de esto. Me doy cuenta de que sería muy larga y en cierto modo reiterativa. Relato estos detalles que supongo desconocidos por la mayoría.
Se sabía por ejemplo que Chile estaba colaborando con los británicos, que luego le "regalaron" una base antártica. También se sabía que había que negociar bien y que el canciller Costa Méndez era uno de esos nacionalistas tipo Tacuara o Guardia Restauradora, en su caso un tipo culto y de culto. Cerrado hasta el tuétano. Amable, cordial, diplomático de carrera, pero con las anteojeras puestas toda su vida.
Recuerdo especialmente un programa de televisión de Neustadt y Grondona en el que participó Álvaro Alsogaray. Se había arribado a una especie de acuerdo para que en la flota medieval se quedara a 150 millas de las islas, las fuerzas argentinas tenían que retirarse al continente, y se colocarían las banderas del Reino Unido, de la Argentina y de las Naciones Unidas. Alsogaray defendió en ese programa esa alternativa. Decía aproximadamente lo siguiente: nosotros violamos la ley y ocupamos las islas, hoy somos nosotros los invasores, que lo ingleses acepten que flamee la bandera argentina en las islas es un paso importantísimo, y se evita una guerra. Ni Neustadt ni Grondona podían creer que don Alvaro dijera eso. Especialmente Grondona, que se mostraba nacionalista casi a ultranza. Por supuesto que la réplica era que primero los ingleses nos invadieron a nosotros y todo eso. Lo cual es cierto, por supuesto, pero de acuerdo al derecho internacional la Argentina había violado las resoluciones, ocupado las islas a punta de pistola, etc. En fin. No se trata de que uno tenga una posición u otra, se trata de que evidentemente Alsogaray tenía, en mi opinión, información con la que nosotros no contábamos. En otras palabras, cualesquiera sean las razones, aceptar el trato era un paso adelante enorme para la Argentina en el aspecto central: la soberanía.
Dicen que esa fue la antesala del hundimiento del Belgrano el 1º de mayo. Siempre me pregunté qué carajo hacía el Belgrano navegando en la zona, aunque estuviera fuera de la "exclusión" fijada por los propios británicos. También muchas veces me pregunté por qué cuando se inició la guerra jamás los británicos atacaron las bases continentales, que todo el mundo sabía dónde estaban. Ni los viejos barcos argentinos, surtos en los puertos del sur y todos fácilmente visibles para los satélites de la OTAN.
Mis recuerdos me llevan al mundial que se jugaba en España. Y a las transmisiones radiales donde estaba prohibido nombrar a Inglaterra, por lo que los relatores hablaban del "seleccionado que se enfrenta con..." y el contrario, digamos Hungría, qué sé yo. No me acuerdo.
Aparte de la payasada que esto significaba, lo más tragicómico era que Inglaterra no era nuestro enemigo, sino el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Inglaterra formaba parte, como Escocia, el país de Gales o el Ulster. Ya sé, se me dirá que es una forma de hilar demasiado fino y que en realidad Inglaterra es el alma máter de la cuestión. Y es cierto. Tal vez sea así y no lo discuto, pero me provocaba una sonrisa giocondiana ver tanta pelotudez y tal vez por eso observaba este detalle adicional. También se había prohibido la música en inglés, siendo éste el idioma universal que hablan tantos países en la Tierra. No prohibieron la música en gaélico, eso sí, probablemente ni supieran de qué se trataba. Oscurantismo y del peor. Para mi mejor, pensaba, así no oía tanto chichipún por radio. Pasaban música que a mí me gustaba más.
La profunda amargura que me produjo el hundimiento del Belgrano me hizo odiar de tal manera ese momento histórico, que hasta apagaba la radio para no escuchar. Y justamente una de las cosas que se "apagó" por esos días, fue la BBC, mi fuente de información. Efectivamente, fue rápidamente interferida, por lo que lo único que nos quedaba eran los comunicados oficiales, es decir, los comunicados de los mismos que le ponían la mancha verde al cartel de la tribuna en aquel partido preparatorio. Mi madre.
Comprendo que en una guerra rigen ciertos principios de la ley marcial y todo eso. Pero era como que me dijeran "en manos de quiénes estamos para conocer la verdad". Y ya sé que me tratarán de ingenuo, pero es como que uno espera el milagro, qué se yo. La Argentina estaba en posición de apretar al Reino Unido con el acuerdo de las tres banderas. Y precisamente lo estaba más, en mi opinión, luego del desastre del Belgrano. Pero se había rechazado esa posibilidad, se quería todo. Costa Méndez mediante. Que según dicen les llenaba la sesera a los milicos, especialmente a Galtieri. Y un poco menos a Lami Dozo.
Esos dos hechos, el hundimiento del Belgrano y la interferencia de la BBC me anticiparon el resultado, si es que cabía alguna otra posibilidad de que fuera el que fue.
Siempre se dijo que Margaret Tatcher hizo hundir al Belgrano para que la guerra fuera inevitable. Es muy posible y no lo dudo. Pero repito que nunca entendí qué catzo hacía el Belgrano ahí. Era como darle un motivo, algo así.
La Argentina hizo lo que pudo, y tal vez si no hubiera tenido que enfrentar a la OTAN y no se hubieran mandado tantas macanas los milicos con los colimbas en las islas al pedo y demás, otro hubiera sido el resultado. Es cierto que a la Tatcher le jodió mucho que se le entregara un título a un yanqui cuyo nombre no recuerdo por haber colaborado con la recuperación británica. La vieja de mierda quería que todo el mundo creyera que el mérito era de la "Royal Navy".
Ya sé que estábamos en manos de un grupo de irreponsables y todo lo demás. Ya lo sé. Y ya sé que la vieja de mierda quería tener plafón político y no supimos aprovechar su ataque al Belgrano para ganarle diplomáticamente acusándola de violar el derecho internacional y los derechos humanos básicos y todo eso a ella. Y sé que no supimos porque Galtieri era un beodo y sus acólitos unos pelotudos.
Y tal vez eso es lo que más me duele. Que tuvimos la oportunidad. Pese a toda la barbarie y la estupidez, tuvimos la oportunidad. Pese a la vieja de mierda, que con sus actos jugaba a nuestro favor si hubieramos sido un poco más fríos. Y sé que no soy frío. Lo sé. Y me jode.
Me jode mucho.
Y ahora la aclaración final para que los mismos de siempre no sigan repitiendo las mismas boludeces de siempre: estábamos en manos de un gobierno militar de origen dictatorial, cargado de violadores y criminales, de gente de mierda, borrachines e improvisados. Ya lo sé. Pero cuando las cosas ocurren, uno vive con la esperanza de que mejorarán. Pese a que resulte imposible. Pese a todo.
Qué hacíamos los argentinos siguiendo los partidos del mundial de España por la tele mientras miles de colimbas se hacinaban y cagaban de frío, hambre y miedo.
No me acuerdo (estoy medio desmemoriado, será la edad) quién fue que dijo que cuando un pueblo está decidido a recuperar lo que es suyo, jamás pierde.
No era eso lo que ocurría en la Argentina. La gente salía a comer y veía fútbol, o iba al cine o al teatro como si nada. Mientras una dictadura luego vilipendiada por todos hacía la guerra más "torpe y regresiva" a las fuerzas del "primer mundo" reunidas en la OTAN.
Triste recordar todo esto. Penoso ver cómo sigue la película. Lamentable todo.
La Argentina no ha decaído en el mundo por que sí. Pienso. La historia se repite una y otra vez. Ahí perdimos una guerra, pero antes y después perdimos con nuestros vecinos, llámense Chile o el mismísimo Uruguay en estos días.
Esta es la triste realidad.
Héctor Trillo
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