Habitualmente cuando llueve demasiado en muy poco tiempo se producen, como sabemos, anegamientos de distinta envergadura en la Ciudad de Buenos Aires y en sus alrededores. El fenómeno, lejos de aplacarse con el correr de los años, se ha agravado progresivamente.
Las razones son varias. Desde la falta de obras de ingeniería hasta la ausencia casi absoluta de mecanismos de limpieza de cloacas y desagües. La desaprensión de los vecinos y transeúntes que arrojan literalmente DE TODO en la vía pública. Y también el incremento de la población urbana que no ha sido acompañado por las obras necesarias.
Nosotros vivimos en Ramos Mejía, a escasas 20 cuadras de la Av. General Paz. Observamos ya sin sorpresa que los caños cloacales que corren por estas calles ramenses, tienen no menos de 70 años, cuando la población era tal vez la décima parte de la que es hoy.
En fin, la falta de higiene y de obras es un problema cultural, o poco menos. Aún ante la carencia de dinero es obvio que si cada uno de nosotros actuáramos de una manera un poco más civilizada, otra sería la situación.
Pero el abandono no es solamente del hombre común. Es también del Estado en todas sus manifestaciones. Pondremos un par de ejemplos concretos.
El viernes, en momentos de la gran tormenta, tuvimos la necesidad de ir a buscar a uno de nuestros hijos al Club Estudiantil Porteño, que queda cruzando las vías del Sarmiento con relación a nuestra casa. Mediante una suerte de juego de estrategia similar al T.E.G. fuimos aproximándonos mediante zigzagueos a las vías con el objeto de cruzarlas, luego de haber probado en vano cruzar el puente existente en la avenida Díaz Vélez-República (único en la zona desde hace muchos, pero muchos años). Había agua por todas partes, y también calles cortadas por los vecinos mediante la colocación de obstáculos tales como bolsas y piedras, o cintas y cuerdas varias a fin de impedir que los vehículos pasen por ahí y tal vez provoquen oleaje que haga ingresar el agua en las casas.
Llegamos finalmente a Rivadavia e intentamos cruzar por la barrera existente sobre Avenida de Mayo, pleno centro y estación del ferrocarril de Ramos Mejía. Observamos (y comprobamos) que las barreras estaban bajas, cosa que se hacía extensiva a otras barreras cercanas, mientras nos enterábamos que el tren no corría debido a un accidente a la altura de Liniers.
Ramilletes de 15 o 20 vehículos (autos, camiones, colectivos) se amontonaban a uno y otro lado de las vías intentando cruzar las barreras bajas en zigzag. Un dato adicional es que acá los pasos a nivel son todos de una sola mano, cosa que por supuesto nadie respeta jamás. Hay además semáforos que no están coordinados a los efectos de dar paso cuando las barreras están levantadas, cosa que en horas pico ocurre de a ratos y por muy breves períodos. De tal modo, los semáforos son también violados una y otra vez.
Bien. Las barreras como decimos estaban bajas y los autos se arremolinaban para cruzar. Algunos jóvenes levantaban las barreras con las manos a fin de que se pudiera pasar con algo de comodidad (y con el riesgo cierto de que el peso del artefacto doblegara las fuerzas del joven benefactor provocando un daño al vehículo).
Luego de una verdadera odisea cruzamos en esas condiciones. Dimos entonces montones de vueltas en callejuelas de doble mano por las que circulaban colectivos fuera de su recorrido (dado que las calles principales estaban inundadas) y finalmente, luego de más de una hora de ir y venir, pudimos llegar, de contramano y por una callecita perpendicular a las vías, a la entrada del club, donde nuestro hijo y un amiguito nos esperaban ansiosos mientras un centenar de personas (niños y adultos) esperaban la llegada de algún amigo o familiar salvador. Parecía realmente uno de esos cuadros documentales donde los refugiados intentan cruzar alguna frontera establecida por la estupidez humana.
En todo este periplo no pudimos detectar NINGUNA autoridad, de NINGÚN tipo, en NINGUNA parte. No había patrulleros o policías. Ni bomberos (el cuartel está a 8 cuadras de la estación, más o menos). Ni personal del ferrocarril. NADIE.
Todo era tierra (y agua) de nadie.
Recordábamos en el seno familiar nuestra niñez en Lanús, cuando el personal del ferrocarril concurría en las legendarias "zorras" a cubrir las emergencias, munido de farolitos de querosén con vidrios pintados de rojo. También recordábamos cuando en nuestra calle La Rioja, de Lanús Oeste, todos los años concurría personal municipal munido de unos carretes con cadenas que pasaban por los desagües desde una boca de tormenta a la siguiente para liberar los caños de obstrucciones y barro. Pilas de barro podrido se juntaban en las esquinas que luego un camión pasaba a recoger.
¿Qué fue de todo eso? ¿Qué nos pasó como país? Porque además no es que hoy no hay personal. Claro que lo hay. Hay cuadrillas de emergencia, incluso municipales. Hay policías con varios patrulleros que en Ramos al menos acuden raudamente DESPUÉS de un asalto para cortar calles, avenidas, cruces peatonales o lo que sea al divino botón. Hoy mismo veíamos tres patrulleros estacionados en doble fila donde no hacía falta siquiera una doble fila porque había lugar, con las luces del techo encendidas, que generaban la clásica idea de "aquí estamos", cuando ya ni falta hacía que estuvieran, pensamos nosotros.
¿Y los bomberos? que en la era de la cibernética y los celulares hacen sonar una estridente sirena a las tres de la mañana para indicar que hay una emergencia despertando a todo el vecindario también al divino cuete (esto nos recuerda la señal de Batman, muy práctica en 1940 pero absolutamente ridícula hoy, aunque ésta al menos no hace ruido) ¿Dónde estaban los bomberos?
No queremos decir que nadie tuviera nada que hacer porque seguramente las situaciones complicadas eran muchas. Pero que en pleno centro de Ramos Mejía no hubieramos visto a un solo policía, o bombero, o empleado ferroviario intentando ejercer cierta autoridad en medio del quilombo (con perdón) realmente es "como" mucho.
El sábado al mediodía veíamos en la tele a un grupo de vecinos en el barrio de Flores quejándose por la falta de energía eléctrica.
Un señor mayor, para nada "robacámaras" sino un vecino serio y muy correcto, explicaba a un cronista que hay allí una cámara que se llena de agua cada vez que llueve un poco. Entonces se corta la energía. Luego decía que la compañía de electricidad en estos casos recurría a una empresa de tanques atmosféricos para que vaciara la cámara y poder entonces reconectar la luz.
Nos quedamos mirando la imagen. No pretendemos que el cronista repregunte a alguien que no es más que un usuario como cualesquiera de nosotros, pero....¿Cuánto hace que se llena de agua esa cámara? ¿20, 30 50 años? ¿Nunca se pudo resolver el problema? ¿Es posible resolverlo haciéndola hermética, mudándola, levantándola de donde está ? ¿Cómo es que se hizo ahí y quiénes pagaron por haber hecho una obra mal hecha? No queremos buscar culpables como suele ocurrir en estos casos, pero alguien tiene que ser responsable de los daños y perjuicios. ¿Quién es?
Hoy por hoy será la empresa de electricidad, por supuesto. Pero hay un ingeniero civil o lo que fuere que hizo un adefesio incapaz de resistir un poco de agua.
Y luego el resto ¿qué tiene previsto hacer en la emergencia la compañía de electricidad? Pues llamar a una compañía de tanques atmosféricos para que cuando tenga uno disponible se sirva mandarlo allí a ver si destapamos la cámara. ¿No es surrealista?
La cámara está mal hecha, sabemos que se inundará y dejará a un barrio sin luza varias horas o varios días. Nosotros pensamos resolverlo llamando a una empresa (buscando el numero en la guía, tal vez) para que mande una bomba a destapar. Es terrible.
Claro, encima luego de tales lluvias, las empresas de tanques atmosféricos tienen más laburo que nunca, por lo que habrá que anotarse en lista de espera y el vecindario que ídem (o sea, que espere).
Realmente si todo esto es así (y no tenemos por qué dudar de lo que dijo el señor que hablaba y de las imágenes que teníamos en la pantalla), el cuadro es desolador.
Queremos ser muy claros. Nosotros no hablamos de empresas privadas o públicas. Hablamos de situaciones de abandono y desidia. No hay que olvidarse que tanto los trenes como la energía eléctrica cuentan con organismos reguladores y controladores de su accionar. Hasta hoy no hemos visto ni oído absolutamente nada respecto de quién o quiénes son los responsables de EXPLICAR POR QUÉ NO HAY NADIE, NINGUNA CUADRILLA, NINGÚN MECANISMO DE EMERGENCIA, NADA.
¿Dónde estaba el personal policial, de bomberos, del ferrocarril? ¿Dónde estaban? ¿Dónde el plan de emergencias?
Escuchamos azorados al señor Rodríguez Larreta pedirle a la gente que si no tiene que salir de su casa mejor es que no salga. Ya que las calles estaban oscuras por la falta de luz, y encima inundadas...¡GRACIAS, DON LARRETA, NO SE NOS HABÍA OCURRIDO!!! ¡MENOS MAL QUE UD. NOS LO DICE!!!.
Como decía el recordado Javier Portales en un scketch televisivo ¡Tomátela, Larreta! Y que también se las tomen las autoridades de Ramos Mejía, ya que de eso veníamos hablando.
Héctor Trillo
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