El ágora
LA PERVERSIÓN POLÍTICA
Lo que ocurre en la Argentina de hoy está muy lejos de ser un problema del partido gobernante.
Podemos iniciar este comentario con la sanción del D.N.U. de creación del Fondo del Bicentenario y toda la historia posterior en torno de su aplicación, del pedido de renuncia al presidente del Banco Central, de la designación en su lugar del economista Mario Blejer, del que jamás volvió a hablarse. Podemos seguir con la decisión presidencial de derogar el D.N.U. de marras para sancionar en su lugar otro. Podemos avanzar sobre discursos, peleas, insultos, descalificaciones y toda la gama de improperios a la que nos tiene acostumbrados el actual gobierno y también la oposición política.
Podemos ir hacia atrás y observar lo ocurrido a partir de marzo de 2008 con la sanción de la Resolución 125. Recordar el ataque artero por parte de personajes cobardes protegidos por las autoridades (otra explicación no puede haber a la inexistencia de policía) aquella noche en Plaza de Mayo. Podemos seguir retrocediendo en el tiempo y detenernos en Néstor Kirchner incitando a piqueteros pagos por el gobierno para que carguen sobre la petrolera Shell. O cuando el mismo presidente acusaba de extorsionadoras a las compañías de electricidad o de ladrón a Alfredo Coto.
Pero preferimos solamente referirnos al presente, aunque en verdad todo sea una continuidad. Porque la historia lo es. La vida misma lo es.
Al menos en nuestro modo de ver parece evidente que el gobierno actual maneja el estilo confrontador y descalificador como metodología de suma de poder. Lo ocurrido días pasados con la media sanción de la reforma en el llamado impuesto al cheque resulta de una claridad casi infantil.
En efecto: a las pocas horas arreciaron los insultos al vicepresidente de la república por su actuación como presidente del Senado. La propia presidenta de la Nación lo calificó de groupier Y por supuesto todos los corifeos gubernamentales salieron con los tapones de punta a insultar a Julio Cobos y a pedirle que renuncie.
Los insultadores se apresuraron a cumplir las evidentes órdenes recibidas y con la precisión de un reloj suizo repitieron donde quisieran oírlos prácticamente los mismos insultos, las mismas descalificaciones, el mismo pedido de renuncia, y hasta el mismo débil argumento que sostiene que el presidente del Senado no debería haber dado visto bueno a la aprobación del proyecto de reforma por mayoría simple.
El desgaste de energía, el esfuerzo inútil, la falta de creatividad son casi la constante de los jefes de bancada del oficialismo, de los ministros del Interior y de Justicia, y de todos los personajes que aportan a la descalificación cumpliendo el organigrama oficial. Incluyendo, como decimos, a la propia Cristina Fernández.
La situación se ha convertido en tan reiterativa, tan esperada, tan obvia, que ya es hasta casi ocioso escribir sobre ella.
Para concluir con el episodio del impuesto al cheque, digamos que más allá de la judialización del caso, ahora por parte del oficialismo, lo cierto es que el trámite de aprobación o no de una ley requiere de ambas cámaras, como es archisabido. Y por lo tanto el cuestionamiento al número de votos de una cámara deviene abstracto, como dicen los juristas. Y encima sabiendo de antemano que, aún convirtiéndose en ley, ésta será vetada por la presidenta.
Con todo, lo que realmente nos parece más grave es el ataque a la prensa que viene perpetrándose desde el oficialismo sin que la oposición reaccione mínimamente como es debido. El reciente “acto” pergeñado y financiado por el gobierno nacional muestra a las claras que allí donde no se coloca un muro de contención, esta gente continúa avanzando.
Los afiches con las fotos de conocidos periodistas que trabajan en el llamado grupo Clarín, cargados de insultos y ataques personales más el genérico “mienten” muestra la faceta más autoritaria de toda esta gente. Este aspecto nos parece el más perverso de todos cuantos venimos observando cotidianamente.
En momentos de realizarse el “acto” que comentamos, sintonizamos en la pantalla de televisión el canal oficial. Pudimos ver un epígrafe bajo las imágenes de los manifestantes, colocado por las autoridades del canal, que decía “Movilización en defensa de la democracia”. Creímos sinceramente que se trataba de un error y que el cartelito sería cambiado, pero no fue así. Allí estuvo durante los varios minutos que miramos la imagen.
Consideramos que la oposición, la ciudadanía independiente, aún la oficialista que disienta de alguna manera de esto, algo deberían hacer para intentar poner un límite a esta verdadera ignominia.
No esperamos que el peronismo más recalcitrante haga otra cosa. El peronismo tiene un origen claramente fascista. Y el fascismo no comulga con la libertad de expresión. Para el fascismo no hay otra cosa que el propio Estado, y quien se le opone es “contra”. El ataque a la prensa es una constante histórica, que en los años 40 y 50 estuvo a cargo de Juan Perón como todo el mundo sabe.
El ataque personal a periodistas tiene un claro designio intimidatorio. La actitud patotera no es algo ajeno a las huestes del fascismo. Allí están los aprietes de Guillermo Moreno o los hechos relatados en las primeras líneas de este comentario.
Como la Justicia ha suspendido la aplicación de la llamada ley de medios, lo cual impide destruir a las empresas periodísticas más importantes, entonces se ataca al trabajador periodista. No es solamente desde esta deplorable campaña de afiches. Muchas veces el Matrimonio ha atacado desde su atril a periodistas (a veces jóvenes movileros) pertenecientes a Clarín o a La Nación, con un grado de bajeza increíble. Y si no lo hicieron más veces a lo largo de estos largos 6 años, es porque tienen tanto pánico de dar conferencias de prensa que no tienen oportunidad.
Nosotros opinamos que toda esta actitud no hace sino volverse contra los gobernantes. Si nos remitimos a la historia, y no sólo a la de nuestro país, podemos observar cómo luego de algunos o muchos años, la libertad de expresión vuelve. Pero el daño que se hace mientras dura el oprobio fascista es inmenso.
Porque no solamente lo sufren los medios atacados o sus trabajadores periodistas. Lo sufre la sociedad toda.
El país no alcanza un piso de confianza indispensable, el miedo es el mejor antídoto contra los deseos de inversión. Los chicos en las escuelas no adquieren conocimientos sino bases de adoctrinamiento. Hemos comentado en otras oportunidades la evidente intromisión de ideologismos de poca monta en el programa de Adrián Paenza, en el canal oficial Encuentro. Nada distinto de lo que ocurría con el peronismo de los años 50, excepto por la superación tecnológica.
Quienes tienen hoy acceso a la información libre son muchos más que lo que se supone. Millones de argentinos recurren a Internet, y difícilmente el gobierno actual intente censurar los buscadores, por ejemplo, como sí ocurre en China o en Cuba. Pero, con todo, no deja de ser una minoría la de quienes acceden al ciberespacio. Por eso el gobierno intenta ahora incorporar más y más medios públicos de propaganda, tanto en la televisión como en la radio, tanto en los diarios como en Internet. Todo es poco.
La anomia, el abandono de expectativas, la huida de capitales y de gentes. Todo debería ser justipreciado, difundido, contrarrestado por políticos, por profesionales, por intelectuales, por la población pensante que no coincide con el autoritarismo y la barbarie. Ya tuvimos el alpargatas sí libros no. Es necesario tener conciencia de ello.
Las manifestaciones y actos como el comentado, se arman con dineros públicos, a la gente se la traslada en micros y se le da unos pesos, más los planes sociales más toda la parafernalia de clientelismo. La inmensa mayoría de quienes concurren a tales actos, no tiene idea de para qué va. Los fascistas se aprovechan del manejo de la cosa pública para hacer bulto repartiendo caja. Siempre. Tanto en un acto como en una provincia. Es la triste realidad.
Es decir que mientras el canal 7 coloca un deplorable cartel sobre la defensa de la democracia, la verdad es que se hace todo lo contrario.
La perversión política tiene base en la historia de los últimos 80 años, o casi. Nada es casualidad. Desde el apoyo civil a golpes militares hasta los homenajes reiteradísimos al líder histórico del movimiento de origen fascista creado por Juan Perón. Y cuando hablamos de apoyo civil a los golpes, también incluimos a históricos y conspicuos integrantes del movimiento peronista.
HÉCTOR BLAS TRILLO Buenos Aires, 18 de abril de 2010
No hay comentarios.:
Publicar un comentario