Segunda Opinión
POPULISMO Y HERENCIA
Existe un consenso bastante generalizado de que, gane quien ganare en
las próximas elecciones presidenciales, la necesidad de corregir las enormes
distorsiones atribuidas exclusivamente al desmanejo kirchnerista, será
inevitable.
Es
que el actual régimen ha tirado hacia adelante prácticamente todas las
cuestiones de gravedad que han venido acumulándose, merced especialmente al
cortoplacismo populista, a esa necesidad de “quedar bien” con las masas al
precio que sea, ocultando cifras, datos, estadísticas y todo cuanto fuere
menester en tren de “vender” un producto parecido a esa felicidad efímera que
siente un niño cuando da una vuelta en calesita.
La
emisión monetaria desenfrenada, el tipo de cambio atrasado y el llamado cepo,
se han encargado y se encargan todos los días de mostrarnos la torpeza con la
que nuestras autoridades están asfixiando la economía, ahuyentando las
inversiones e inclusive fomentando mediante subsidios gastos más o menos
superfluos como por ejemplo los viajes al exterior, que si bien pueden ser
importantes para quienes los realizan, no caben dudas de que por estas horas
resultan baratísimos, lo cual constituye un incentivo elocuente que lleva al
despilfarro, como tantas veces ha ocurrido en la Argentina (por ejemplo en
tiempos de la “tablita” y también durante la “convertibilidad”)
Al
momento de escribir estas líneas, se observa que los principales candidatos no
hacen más que apreciaciones sueltas y muchas veces contradictorias respecto de
cómo encararán los inmensos problemas que dejará la administración saliente.
Reservas, endeudamiento, inflación, economías regionales destruidas,
atraso cambiario, caída del comercio Exterior, deterioro notable de la balanza
comercial, controles de precios y de cambios, ley de abastecimiento, son apenas
la punta del iceberg de problemas mucho más profundos que incluso exceden el
marco estrictamente económico en el que profesionalmente nos movemos. El
sistema tributario está literalmente desarticulado. Impuestos tales como
Ganancias o Bienes Personales se han impregnado de incongruencias e inequidades
notables, producto de parches de tinte político y de una franca ineptitud
legislativa.
Prácticamente para cualquier actividad hay que pedir permiso, no existe
el comercio libre, nadie puede exportar o importar si no cuenta con la veña
oficial y en general las provincias dependen exclusivamente de una catarata de
leyes y decretos que pasaron al Estado Nacional de manera discrecional los
recursos provinciales, que luego se reparten o no al socaire de las
preferencias y concesiones políticas de los distintos gobernadores e incluso
intendentes.
Las
instituciones han sido diezmadas, el Estado de Derecho es apenas una teoría,
los contratos no se respetan, tampoco el derecho de propiedad, los secretos
bancario y fiscal y hasta los fallos de la Corte se han incumplido incluso en
medio de insultos de parte de conspicuos y radicalizados grupos afines al
oficialismo, otrora defensores de los llamados derechos humanos.
Juicios
previsionales, demandas de fondos buitre, reclamos provinciales por la
coparticipación, juicios en el CIADI, pagos por importaciones por más de 9.000
millones de dólares postergados. Endeudamiento del Banco Central en Lebacs y
Nobacs, letras del Tesoro Nacional para succionar las reservas genuinas y dejar
en su lugar papeles virtualmente incobrables.
Falta de
inversiones en prácticamente todos los sectores, crisis energética, deterioro
de prácticamente todos los mercados, parálisis de la industria, cortes en la
cadena de pagos. Un gasto público desmedido. Millones de empleados públicos
para disimular la desocupación. Subsidios a casi la mitad de la población para
que pueda subsistir porque carece de trabajo bien remunerado.
¿Cómo
habrán de generar los políticos entrantes un shock de confianza que permita el
arribo de inversiones? ¿Cómo harán para desmantelar la maraña de subsidios,
“planes” y asignaciones diversas? ¿Cómo resolverán la adulteración de todas las
estadísticas? ¿Cómo liberarán el mercado cambiario?
Históricamente en la Argentina se violó la convertibilidad, la ley de
solvencia fiscal, la ley de responsabilidad fiscal, la ley de “déficit
cero”, el marco regulatorio de los
servicios públicos y los contratos con las empresas privatizadas o
concesionadas. Se aplaudió a rabiar el default, se modificó la carta orgánica
del Banco Central para disponer del dinero y financiar el déficit público, se
expropiaron las AFJP, se confiscó YPF, se forzó a Seguros de Depósitos S.A. a
invertir en bonos del Estado. Se abusó
de la emergencia económica, se favoreció
al clientelismo empresarial y en la cima
de los colmos la nueva Agencia de Investigaciones que reemplaza la ex SIDE
tiene facultades para espiar a los agentes económicos. El federalismo
virtualmente ha dejado de existir, especialmente luego de la reforma
constitucional de 1994, el Poder Ejecutivo se atribuyó superpoderes que
redujeron al Congreso Nacional a una mera escribanía. Y así podríamos seguir.
El país
sigue en default luego de prácticamente 14 años. Se limitó el acceso a las
declaraciones juradas de los funcionarios. No se conocen con exactitud las
reservas disponibles del Banco Central, ni los índices de pobreza, ni la tasa
de inflación, Se ha modificado el cálculo de crecimiento del PBI dando lugar a
que en el año 2008 se pagaran más de 2000 millones de dólares por cupones
ajustados al crecimiento económico porque
éste fue menor.
Avanzó la
inseguridad y el narcotráfico, cuestiones que largamente desalientan la
inversión incluso en simples comercios de barrio.
Entrar en un
círculo virtuoso no va a ser fácil, y menos cuando se percibe claramente el
temor de los opositores de plantear con todas las letras un plan integral que
al menos se ocupe de todos estos problemas.
HÉCTOR BLAS TRILLO
Buenos Aires, 8 de setiembre de 2015
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