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viernes, 27 de noviembre de 2015

Segunda Opinión
POPULISMO Y HERENCIA
           Existe un consenso bastante generalizado de que, gane quien ganare en las próximas elecciones presidenciales, la necesidad de corregir las enormes distorsiones atribuidas exclusivamente al desmanejo kirchnerista, será inevitable.
           Es que el actual régimen ha tirado hacia adelante prácticamente todas las cuestiones de gravedad que han venido acumulándose, merced especialmente al cortoplacismo populista, a esa necesidad de “quedar bien” con las masas al precio que sea, ocultando cifras, datos, estadísticas y todo cuanto fuere menester en tren de “vender” un producto parecido a esa felicidad efímera que siente un niño cuando da una vuelta en calesita.
           La emisión monetaria desenfrenada, el tipo de cambio atrasado y el llamado cepo, se han encargado y se encargan todos los días de mostrarnos la torpeza con la que nuestras autoridades están asfixiando la economía, ahuyentando las inversiones e inclusive fomentando mediante subsidios gastos más o menos superfluos como por ejemplo los viajes al exterior, que si bien pueden ser importantes para quienes los realizan, no caben dudas de que por estas horas resultan baratísimos, lo cual constituye un incentivo elocuente que lleva al despilfarro, como tantas veces ha ocurrido en la Argentina (por ejemplo en tiempos de la “tablita” y también durante la “convertibilidad”)
           Al momento de escribir estas líneas, se observa que los principales candidatos no hacen más que apreciaciones sueltas y muchas veces contradictorias respecto de cómo encararán los inmensos problemas que dejará la administración saliente.
          Reservas, endeudamiento, inflación, economías regionales destruidas, atraso cambiario, caída del comercio Exterior, deterioro notable de la balanza comercial, controles de precios y de cambios, ley de abastecimiento, son apenas la punta del iceberg de problemas mucho más profundos que incluso exceden el marco estrictamente económico en el que profesionalmente nos movemos. El sistema tributario está literalmente desarticulado. Impuestos tales como Ganancias o Bienes Personales se han impregnado de incongruencias e inequidades notables, producto de parches de tinte político y de una franca ineptitud legislativa.
          Prácticamente para cualquier actividad hay que pedir permiso, no existe el comercio libre, nadie puede exportar o importar si no cuenta con la veña oficial y en general las provincias dependen exclusivamente de una catarata de leyes y decretos que pasaron al Estado Nacional de manera discrecional los recursos provinciales, que luego se reparten o no al socaire de las preferencias y concesiones políticas de los distintos gobernadores e incluso intendentes.
          Las instituciones han sido diezmadas, el Estado de Derecho es apenas una teoría, los contratos no se respetan, tampoco el derecho de propiedad, los secretos bancario y fiscal y hasta los fallos de la Corte se han incumplido incluso en medio de insultos de parte de conspicuos y radicalizados grupos afines al oficialismo, otrora defensores de los llamados derechos humanos.
       Juicios previsionales, demandas de fondos buitre, reclamos provinciales por la coparticipación, juicios en el CIADI, pagos por importaciones por más de 9.000 millones de dólares postergados. Endeudamiento del Banco Central en Lebacs y Nobacs, letras del Tesoro Nacional para succionar las reservas genuinas y dejar en su lugar papeles virtualmente incobrables.
      Falta de inversiones en prácticamente todos los sectores, crisis energética, deterioro de prácticamente todos los mercados, parálisis de la industria, cortes en la cadena de pagos. Un gasto público desmedido. Millones de empleados públicos para disimular la desocupación. Subsidios a casi la mitad de la población para que pueda subsistir porque carece de trabajo bien remunerado.
      ¿Cómo habrán de generar los políticos entrantes un shock de confianza que permita el arribo de inversiones? ¿Cómo harán para desmantelar la maraña de subsidios, “planes” y asignaciones diversas? ¿Cómo resolverán la adulteración de todas las estadísticas? ¿Cómo liberarán el mercado cambiario?
        Históricamente en la Argentina se violó la convertibilidad, la ley de solvencia fiscal, la ley de responsabilidad fiscal, la ley de “déficit cero”,  el marco regulatorio de los servicios públicos y los contratos con las empresas privatizadas o concesionadas. Se aplaudió a rabiar el default, se modificó la carta orgánica del Banco Central para disponer del dinero y financiar el déficit público, se expropiaron las AFJP, se confiscó YPF, se forzó a Seguros de Depósitos S.A. a invertir en bonos del Estado.  Se abusó de la emergencia económica,  se favoreció al clientelismo empresarial  y en la cima de los colmos la nueva Agencia de Investigaciones que reemplaza la ex SIDE tiene facultades para espiar a los agentes económicos. El federalismo virtualmente ha dejado de existir, especialmente luego de la reforma constitucional de 1994, el Poder Ejecutivo se atribuyó superpoderes que redujeron al Congreso Nacional a una mera escribanía.  Y así podríamos seguir.
     El país sigue en default luego de prácticamente 14 años. Se limitó el acceso a las declaraciones juradas de los funcionarios. No se conocen con exactitud las reservas disponibles del Banco Central, ni los índices de pobreza, ni la tasa de inflación, Se ha modificado el cálculo de crecimiento del PBI dando lugar a que en el año 2008 se pagaran más de 2000 millones de dólares por cupones ajustados al crecimiento económico porque  éste fue menor.
    Avanzó la inseguridad y el narcotráfico, cuestiones que largamente desalientan la inversión incluso en simples comercios de barrio.
    Entrar en un círculo virtuoso no va a ser fácil, y menos cuando se percibe claramente el temor de los opositores de plantear con todas las letras un plan integral que al menos se ocupe de todos estos problemas.

HÉCTOR BLAS TRILLO                                                   Buenos Aires,  8 de setiembre de 2015

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