Segunda Opinión
REFLEXIONES PARA EL DOMNIGO
Siempre he tenido la idea de que el famoso “voto secreto y obligatorio”
establecido por la llamada “ley Sáenz Peña” tiene un sentido bastante diferente
al que suele dársele.
Al menos
hasta donde llega mi conocimiento el sentido de la obligatoriedad tuvo mucho
que ver con evitar el fraude, dado que si los caudillos no podían condicionar
el voto de la gente, bien podían, mediante aprietes, evitar que fueran a votar.
En cuanto al secretismo, siempre lo he entendido como el hecho de que nadie
sabe lo que finalmente cada uno de nosotros introduce en el sobre cuando está
en el cuarto oscuro.
Esto viene a
significar que en realidad, lo secreto del voto está relacionado con que nadie
pueda aplicar represalias de ningún tipo al votante.
Sin embargo,
hemos visto a lo largo de los años que mucha gente se escuda en aquello de que
“el voto es secreto” para no decir a quién va a votar o a quién votó.
Me parece
mucho más práctico y honesto decir que no queremos contar a quién votamos
porque no se nos da la gana, ¿no?. Porque no queremos, porque preferimos
guardar el secreto, y dejar en paz a Sáenz Peña, libre de culpa y cargo en este
sentido.
Agotada por
fin la campaña de publicidad de los distintos partidos políticos en radio y
televisión, y cuando todos podemos descansar de esa verdadera metralleta de
promesas muchas veces sin sentido alguno, todos y cada uno podemos reflexionar
sobre lo que haremos en el cuarto oscuro. O a lo mejor simplemente barajar las
alternativas para finalmente decidir en el último minuto.
Todos sabemos
que se juegan unas cuantas cosas en estas elecciones. Por empezar se juegan los
próximos 4 años de gobierno. Y todos
quienes más o menos analizamos y vemos los números sabemos que las cosas no
están demasiado bien que digamos en materia económica.
En otros
aspectos, existen falencias también. A veces muy graves. No es la intención de este breve comentario
volver a repetir todo lo malo que nos acontece. Desde la educación hasta la
seguridad, desde el narcotráfico hasta el atraso tecnológico, desde la falta de
infraestructura hasta las restricciones al comercio, desde la corrupción
generalizada hasta la impunidad. Y así siguiendo.
Pues bien,
qué haremos. Qué haré yo personalmente.
De los tres
candidatos con posibilidades, dos son peronistas, y el tercero tiene también
peronistas en sus filas. El peronismo está en todas partes, es como un dios
pagano que se ha metido hasta el tuétano en este querido país que nos cobija.
El peronismo está vinculado desde siempre con
el populismo y también con el fascismo. Lo está desde sus orígenes. Por su
origen, para mejor decir. Basta recorrer videos en YouTube para comprobarlo en
expresiones del propio Perón y su segunda esposa Eva Duarte.
Scioli es un
hijo político de Carlos Menem. Massa fue parte del gobierno kirchnerista
durante varios años. Macri es “hijo de” dado que su padre fue siempre parte de
lo que otrora se llamaba la “patria contratista” y yo prefiero denominar
“patria corporativa”.
Stolbizer
parece la candidata más honesta y pura. Aunque no comparto personalmente su
pensamiento político. Pero es obvio que no tiene chance alguna. Del Caño tiene
el infantilismo naif de la izquierda vernácula. Y Rodríguez Saa sólo parece representar
al feudo puntano.
Votar en
blanco significa favorecer al que consiga más votos. Y todas las encuestas
indican que quien saldrá primero es Scioli. Si bien el ex motonauta se
diferencia demasiado de la actual presidenta, no deja de tener un pasado
ominoso en materia de humillaciones por parte de la Prestante Dama. Y su
segundo Zanini, es una especie de dinosaurio maoísta incapaz de aceptar
siquiera que esto intenta ser una república.
El resto es
relleno. A mi entender.
Vuelvo
entonces para atrás. Qué nos queda.
Macri forma
parte de lo que ahora se llama un “espacio” que integra el radicalismo, cuyos
fracasos políticos con Alfonsín y con De la Rúa (especialmente), son
elocuentes. No me importan las razones, porque ya veo que me salen con los 13
paros. Acá el que gobierna sabe a qué tiene que enfrentarse, y si no puede
doblegar lo que se le pone enfrente, es que no está en condiciones de gobernar.
Sé que Alfonsín hoy es reivindicado por casi todo el mundo. Pero yo no opinio
lo mismo. Con De la Rúa somos más los que estamos de acuerdo, aunque no faltan
quienes culpan también a terceros del “golpe” que lo sacó del gobierno. Para
que no te hagan, tenés que hacer. Y si no, no estás preparado, el cargo te
queda grande. Punto.
También
integra el macrismo la Coalición Cívica de Elisa Carrió. Una política que no
creo que valga la pena abundar en su descripción. Muchos la ven como mística,
lo cual es cierto. También como eterna denunciadora, lo cual también es
cierto. Pero finalmente también lo es
que muchas veces ha tenido razón en lo que ha dicho.
En fin, es en
este contexto que debemos optar, creo yo, por el mal menor. Y creo que el mal
menor es Macri.
Y en provincia
de Buenos Aires, demás está decir que el mal menor es María Eugenia Vidal, ante
la alternativa de que llegue a gobernador nada menos que Aníbal Fernández. Acá
no gasto un renglón en explicar por qué.
Otra cosa es
que votemos para diputados, senadores o incluso intendentes. O estos curiosos inventos burocráticos
llamados al “Parlasur”.
Esta es mi
posición, por si a alguien le interesa.
HÉCTOR BLAS TRILLO
Buenos Aires, 23 de octubre de 2015
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