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domingo, 6 de agosto de 2017

ECOTRIBUTARIA: INFLACIÓN, TIPO DE CAMBIO Y OTRAS MENUDENCIAS

Ecotributaria
INFLACIÓN, TIPO DE CAMBIO Y OTRAS MENUDENCIAS
“La inflación es siempre un fenómeno monetario” Milton Friedman

En los últimos días la suba del tipo de cambio ha provocado preocupaciones de diversa índole, especialmente en el gobierno nacional; por más que se pretenda lo contrario.
De hecho, el viernes 28 finalmente el Banco Central salió a vender más de 300 millones de  dólares cuando la moneda verde había pasado tranquilamente el techo de los $ 18 por unidad, intentando ponerle un freno vendiendo más barato algo que de por sí estaba costando más caro.
Este tipo de jugadas no son gratuitas, como todos quienes estamos vinculados con esta actividad sabemos.
El tipo de cambio permaneción más o menos “planchado” mientras la inflación aumentaba alrededor de un 60% luego de la salida del ridículo “cepo” instaurado por Cristina Fernández y Axel Kicillof intentando tapar el Sol de la realidad con el dedo del autoritarismo.
La moneda norteamericana llegó a costar más de $ 16 a fines de 2015, valor que bajó a alrededor de $ 15.- y que se mantuvo con muy pequeñas oscilaciones hasta hace un par de semanas.
¿Por qué ocurrió esto?. Por varias razones que podríamos detallar. Diremos simplemente que hubo sobreoferta de moneda extranjera producto de la política monetaria del Banco Central, que se centró en las altas tasas de interés en pesos para “secar” la plaza, que originaron la llegada de los llamados “capitales golondrina” que venden dólares para comprar Lebacs –por ejemplo- con tasas de interés que en su momento sobrepasaron el 38% y hoy están encima del 26% en pesos. De tal manera que estos inversores primero vendieron sus dólares, que pasaron a pesos, para luego volver a dólares y lograr ganancias elevadísimas en moneda dura. También hubo ingreso de dólares por el endeudamiento del Estado, en parte para renovar financiamientos anteriores y en parte para lograr nuevo financiamiento a los efectos de cubrir el enorme déficit fiscal heredado sin tener que recurrir a emisión monetaria espuria tanto como fuera posible.
A su vez, la quita de las llamadas “retenciones” a prácticamente todas las exportaciones mejoró los ingresos de divisas por el comercio exterior, trayendo más y más dólares que de tal modo se volcaron al mercado.
Es decir, gran oferta de dólares que mantuvo estancado el valor de la divisa. Y aclaramos, por si cupiera, que cuando hablamos de dólares hablamos de cotización del peso frente a monedas extranjeras en general. Lo hacemos para simplificar el texto y para que se facilite la explicación.
Claro, el atraso cambiario tiene consecuencias. Para no irnos muy atrás las tuvo en enero de 2014, cuando Kicillof debió aceptar que el dólar pasara de 6 a 8 pesos. También las tuvo cuando mediante el “cepo” intentó mantenerlo en 9 pesos provocando enormes problemas con importación de insumos básicos y hasta de medicamentos o tampones.
La realidad es que de una manera u otra nuestros beneméritos gobernantes han intentado queriéndolo o no, mantener atrasado el valor del dólar para frenar así de manera artificial la inflación.
Pero ocurre que la inflación es un fenómeno monetario que de una forma o de otra termina destruyendo estos ardides intervencionistas. Porque el problema está en el déficit fiscal que debe ser financiado, y no en otra parte. Si se financia con emisión de moneda sin respaldo, se genera inflación. Si se financia con endeudamiento, se tira la proverbial “pelota para adelante”.
Eso ha ocurrido en la Argentina durante décadas. Salvo escasísimos períodos de superávit fiscal.
Actualmente el país registra déficit comercial. Es decir está importando más de lo que exporta. Eso se debe entre otras cosas a que el dólar ha quedado barato. También a cierto incremento de la actividad o a la necesidad de reponer o mejorar bienes de capital (que es lo que está importándose de manera creciente) aprovechando el tipo de cambio.
A su vez los llamados “capitales golondrina” están saliendo, y el endeudamiento externo del Estado para financiar el déficit está aflojando bastante. Dicho de otro modo, mientras por un lado aumenta la demanda de dólares por importaciones, también lo hace por parte de quienes prestaron sus dólares pasándolos a pesos en Lebacs y ahora se retiran. A su vez baja la oferta como consecuencia de que ha bajado la tendencia al endeudamiento externo, y han bajado comparativamente las exportaciones (si las relacionamos con las importaciones) Más demanda, menos oferta: suba del tipo de cambio.
Ahora el Banco Central, por enésima vez en la historia intenta frenar la suba del precio de la divisa para frenar las “tendencias inflacionarias”, para que tal suba “no se traslade a los precios”, etc. Nada nuevo bajo el Sol.
Pero el problema está en el déficit fiscal, que es el que genera la emisión espuria de moneda y por lo tanto la pérdida de valor de ésta, es decir: la inflación. Porque la suba de precios no es la causa de la inflación, sino la consecuencia.
Políticos y economistas nos han acostumbrado a que el índice de precios al consumidor, otrora denominado “de costo de vida” haya pasado a ser sinónimo de inflación. Y este concepto es, a nuestro modo de ver, totalmente erróneo. Los precios suben de manera dispar, en distintos meses, en distintas épocas, y en diversos bienes. No lo hacen todos juntos ni al mismo tiempo. Pero suben. En realidad el verbo correcto sería que se ajustan a la pérdida de valor de la moneda. Pierde valor la moneda como consecuencia del déficit fiscal, se ajustan al alza los precios de bienes y servicios.
Funcionarios, políticos, periodistas y economistas se preocupan si en un mes “aumentan las tarifas”, la carne o lo que sea, porque provocan un “salto inflacionario” y este concepto no es correcto. Aumentan el costo de la vida, sí. Pero la inflación está allí desde que hay déficit fiscal y mientras lo haya y sea preciso financiarlo con emisión de moneda.
Y esto no es un juego de palabras sino la triste realidad. Porque son estas cuestiones las que llevan luego a “frenar el alza del dólar” para frenar así la inflación, cuando en realidad lo que ocurre es que se encarece enormemente la economía en dólares como consecuencia del artilugio monetario de impedir que suba el precio de dólar, o para mejor decir, que se ajuste al alza el precio de la moneda extranjera.
El precio del dólar es un precio más, como el del tomate, el de la luz o el de la carne. Frenarlo con artilugios monetarios no hace sino empeorar las cosas. Comienzan a bajar las reservas del Banco Central, se encarece la economía, los turistas extranjeros disminuyen, los turistas locales viajan más al exterior, muchos argentinos viajan a Chile, a Paraguay o a EEUU a hacer sus compras por los precios son muchísimo más bajos que aquí y cosas por el estilo. Es decir que la economía sufre las consecuencias de  esta forma de intervencionismo, no es un beneficio sino un perjuicio.
Durante el tiempo que lleva el actual gobierno no había habido intervención en el mercado cambiario sino manejo financiero por parte del Banco Central de la tasa de interés en pesos y endeudamiento externo en dólares. Esto es también una forma de intervención.
Por supuesto que es difícil bajar el déficit fiscal. El gasto es inmenso. El propio Macri llegó a decir que tiene un “agujero de 500.000 millones de pesos”. Provincias endeudadas o directamente en bancarrota, como Santa Cruz. Un desastre.
Subir los impuestos es imposible porque lo que se requiere si se pretende reactivar la economía es bajarlos.
El gobierno pensó de entrada en abrirse al mundo e intentar atraer capitales para mejorar los ingresos y así financiar el alarmante déficit hasta donde sea posible con recursos genuinos. No es mala idea, pero requiere inversiones que exigen seguridad jurídica, que sigue estando muy lejos de lograrse.
También ha intentado incentivar la obra pública y en muchos casos lo ha hecho, inclusive transparentando los oscuros métodos de otorgamiento de licitaciones que fueron práctica corriente en el gobierno anterior (y en otros anteriores también). Pero el camino es largo y sinuoso, como reza el título de una vieja canción.
Entonces, y para concluir. Lo primero que debemos tener en claro es cuál es el núcleo del problema; que claramente es la inflación; qué cosa la origina: el déficit fiscal que lleva a la necesidad de financiarse con emisión de moneda. Cómo se corrige: con mayores recursos (inversiones), con baja del gasto público (licitaciones no amañadas que eliminen sobreprecios) y finalmente una reforma tributaria integral que corrija el verdadero galimatías en que ha quedado el sistema impositivo luego de años de improvisaciones.
No hay milagros. No hay magia, digamos parafraseando a la presidenta anterior. El país no tiene el 30% de pobres ni está el doble de caro que nuestro vecino Chile por culpa de los supermercadistas o de las maldades de un jamás definido “neoliberalismo”. 
Con que ciertos políticos se interioricen un poco de las cuestiones que aquí comentamos y traten de encontrarle respuestas tendríamos un avance notable. Eso creemos. Pero si seguimos en campaña y lanzamos spots en los que decimos que hay que bajar el IVA a los bienes de consumo masivo, o que no hay que comprar en supermercados, o que hay que bajar la jornada laboral a 6 horas para que todos tengan trabajo estamos realmente complicados. Y como final grotesco, el “garrote” de aquel extraordinario jugador de fútbol que fue José Sanfilippo, que parece creer que la economía, las finanzas, la inflación y el crecimiento de las inversiones es una cuestión de dar palos, como el inefable Guillermo Moreno.


Buenos Aires, 29 de julio de 2017                                             HÉCTOR BLAS TRILLO


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