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domingo, 6 de agosto de 2017

EL ÁGORA: DÓLAR, EFICIENCIA Y PRESIÓN TRIBUTARIA

El Ágora
ACTUALIDAD ECONÓMICA: DÓLAR,  EFICIENCIA Y PRESIÓN TRIBUTARIA
            Este comentario pretende una vez más aclarar ciertos aspectos vinculados con las variaciones en el tipo de cambio, la oferta y la demanda de moneda extranjera y si vinculación con el comercio exterior,  las tasas de interés y la productividad.
           Empecemos por señalar que cuando hablamos en las siguientes líneas del valor del dólar, estamos haciendo una referencia general a la cotización de todas las monedas extranjeras, o dicho de otra manera, a la valuación del peso argentino.
          Mucho se ha dicho y escrito sobre la preferencia de los argentinos por la moneda verde norteamericana. Se han mencionado aspectos psicológicos e incluso una misteriosa preferencia por todo lo estadounidense, es decir todo lo proveniente del país más odiado de la Tierra por la gran mayoría de los argentinos.  Una suerte de variante del llamado síndrome de Estocolmo. O algo así.
          La realidad es que la Argentina hace muchísimos años que carece de una moneda sólida y confiable. Tan poco confiable es, que incluso el gobierno anterior pretendió obligar a la gente a “ahorrar en pesos”, demostrando por el absurdo lo que es obvio: que si nadie quiere ahorrar en nuestra moneda ¿cómo se pretende obligar a alguien a que lo haga?. Parece mentira que los gobernantes sean tan obvios, porque lo que han hecho es justamente reconocer que la moneda de cuyo valor ellos son responsables, no es aceptada por la gente como reserva. Pretender obligar a alguien a hacer algo de lo que reniega es aceptar que ese algo no sirve. Y por supuesto el resultado es que ese alguien aumente aún más, si cabe, su desconfianza.
         Naturalmente que como todo precio, el de la divisa norteamericana tiene que ver básicamente con la oferta y la demanda,  cuestión que genera no pocos resquemores en economistas o políticos dirigistas y por lo general con ideas keynesianas o heterodoxas, como le llaman ahora.
         ¿Cuáles son a grades rasgos, las causas de que aumente o baje la oferta y la demanda de dólares? Por un lado la balanza comercial, es decir el comercio exterior, la diferencia entre exportaciones e importaciones. Si se exporta más de lo que se importa, aumenta la oferta de dólares, caso contrario disminuye.
         Otra causa de la variación en el tipo de cambio es el endeudamiento en moneda extranjera. Si aumenta la deuda externa ingresan dólares, ello aumenta la oferta. Si al contrario disminuye tal deuda porque se paga con recursos provenientes del Tesoro Nacional, la oferta local disminuye.
        Otro factor que influye en el tipo de cambio, es la tasa de interés en pesos.  Si la tasa en pesos es muy elevada y el tipo de cambio se mantiene más o menos quieto, hay inversores externos que colocan sus dólares en pesos para luego volver a dólares y obtener una tasa de interés mayor que la que obtendrían de otro modo. O al menos lo suficientemente atractiva.
      Y aquí aparece el concepto de los llamados “capitales golondrina”, que son aquellos capitales que entran al país para colocarse en pesos y hacer la diferencia luego en dólares, para salir inmediatamente después.
     Hay más variantes pero con esta somera explicación entendemos que queda más o menos claro cuál es el problema.
     Ahora bien. Cuando el Estado limita las importaciones, por la razón que fuere, lo que hace es aumentar la oferta de dólares, ya que éstos no pueden ser demandados para importar bienes y servicios.
     ¿Por qué el Estado limita las importaciones? Por ejemplo para fomentar o proteger la industria nacional. Así se consigue una industria nacional de baja calidad, poco competitiva en el mundo, con altos precios y baja demanda incluso local, ya que la gente que puede prefiere cruzar a Chile o viajar a Miami a comprar más barato. Es cierto en este punto que para viajar y comprar afuera demanda dólares.
    ¿Por qué el Estado sube las tasas de interés más allá de lo que indica el mercado? Porque necesita financiarse, porque quiere “secar” la plaza de pesos emitidos para frenar artificialmente la inflación que tal emisión produce. ¿Y por qué emite pesos adicionales? Porque necesita cubrir el déficit fiscal.
     Cuando existe déficit fiscal éste debe financiarse con emisión de moneda  o con endeudamiento. No hay otra.  Si el endeudamiento es en dólares, aumenta la oferta de la divisa y cae su precio.
     El actual gobierno facilita la compra de dólares por parte de la gente, y también posibilita demorar la liquidación de exportaciones y el ingreso de divisas, como una forma de disminuir o postergar la oferta de dólares y evitar de ese modo que caiga más su valor.
      Porque obviamente el dólar bajo hace poco rentables las exportaciones, al tiempo que incrementa el costo en dólares de los insumos. Y también de los salarios, lo cual en cierto rango facilita la salida del país de los asalariados de mayor ingreso, que van a comprar computadoras, teléfonos y televisores a Chile, además de ropa y calzado.
     Como se ve, ninguna medida dirigista puede corregir el problema de fondo, que es el déficit fiscal. Y también puede observarse que toda forma de proteccionismo conduce a resultados nefastos. Baja calidad, altos precios, baja competencia, imposibilidad de exportar y otras cuestiones son el resultado del proteccionismo. Y un dato no menor es que el proteccionismo contribuye a acumular dólares, es decir a aumentar su oferta, bajando así su precio y haciendo más difícil exportar lo que sea.
     Acá no estamos diciendo, ni insinuando siquiera, una apertura indiscriminada y que cada quien se arregle como pueda. Estamos sí afirmando que solamente intentando abrir progresivamente los mercados al mundo vamos a lograr el equilibrio. Y que si a eso le sumamos la eliminación del déficit fiscal podremos llegar a tener una moneda sana y contribuir al crecimiento sostenido.
     Las aperturas en el mundo son progresivas, se fijan pautas, plazos. Y se cumplen. Lo contrario es mantener “quintitas” con leyes de “compre nacional” y otras bellezas que claramente anquilosan la mala calidad y los altos precios. Existe la idea de que si exportamos mucho e importamos poco eso favorece la economía del país. Pero no es así, uno exporta para importar lo que necesita y mejorar así la calidad de vida. Exportar para acumular dólares en el Banco Central  es puramente mercantilista.
     Y un par de aspectos que deben considerarse, y con esto terminamos este breve comentario, son las licitaciones públicas y la eficiencia. Las licitaciones deben ser internacionales siempre, y absolutamente transparentes, publicadas en Internet y dentro de un esquema jurídico que disminuya al máximo las chicanas que suelen presentar los oferentes que no resultan seleccionados. Además, las decisiones de elección deben ser tomadas por comités idóneos, incluso internacionales, y no por el funcionario de turno, dado que no es un especialista en cada cosa que se licita, y por lo tanto el riesgo de una mala elección es grande. Ello sin contar el hecho de que se facilita así la corrupción.
       El Estado debe volverse eficiente tanto como sea posible. Debe lucharse contra la burocracia, contra la presión tributaria, con un sistema justo, equitativo y sobre todo RAZONABLE.  Todos sabemos que la presión tributaria es hoy insostenible, y es la causa de que la mitad de la economía funcione en negro.  Esto produce merma en la recaudación y por lo tanto impide llegar a alcanzar superávit fiscal que entre otras cosas posibilite comprar dólares con dinero del Tesoro Nacional para afrontar las obligaciones adquiridas.
      Así, este conjunto de simples medidas económicas mejorarán las condiciones de vida de los argentinos, atraerán capitales y crearán fuentes de trabajo.  Así es como aumenta la productividad y mejora la calidad de vida. No hay otra.
     


        

Buenos Aires, 16 de marzo de 2017                                             HÉCTOR BLAS TRILLO

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