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domingo, 6 de agosto de 2017

PIE DE PÁGINA: LA COPARTICIPACIÓN Y SANTA CRUZ

Pie de página
LA COPARTICIPACIÓN FEDERAL Y SANTA CRUZ

Con este trabajo iniciamos una nueva serie de comentarios que denominaremos PIE DE PÁGINA y que se dirigen a aquellos temas que mezclan cuestiones políticas con aspectos fiscales.


       La llamada “coparticipación federal de impuestos” nació en nuestro país en el año 1935, y tuvo su causa en la crisis mundial del año 1929 que produjo una escasez de recursos al erario nacional muy significativa. No tenemos intención de hacer aquí una reseña histórica de esta cuestión, baste decir que una vez instalado el sistema, éste se afianzó cada vez más, y finalmente adquirió rango constitucional con la reforma del año 1994, que pidió al Congreso que se dictara un nuevo esquema de coparticipación en el transcurso del siguiente año, cosa que no ha ocurrido hasta ahora.
      La coparticipación ha venido a reemplazar al federalismo tributario, que ha pasado al gobierno nacional la recaudación de determinados impuestos que deben luego ser coparticipados con las provincias. Y precisamente el criterio de distribución de los ingresos recaudados es  el que ha generado una endemoniada disputa de intereses que lleva más de 80 años.
      Porque a la distribución se le han sumado cuestiones ideológicas, que abarcan desde el apuntalamiento de regiones estratégicas, hasta la pobreza relativa de determinadas provincias respecto de las otras.
      Sabemos que desde hace ya muchos años las leyes tienen en la Argentina una validez relativa. Éstas terminan siendo modificadas por decretos, a veces de “necesidad y urgencia” y otras ni siquiera eso. O por simples resoluciones de secretarías y subsecretarías. Sólo a guisa de ejemplo recordamos que en la Argentina se prohibió la exportación de todo tipo de carnes por una decisión de la Secretaría de Comercio. Ni la ley, ni la Constitución (la madre de todas las leyes), ni el Congreso, ni la Justicia ni nadie hizo absolutamente nada relevante para revertir semejante disparate jurídico. Y no queremos salirnos del tema económico, pero en este querido país hasta se han anulado leyes como si jamás hubieran existido.
      De tal forma que a la ley de coparticipación federal, que fue modificada varias veces, se le sumó en los años 70 una entelequia que cobró la forma de “Adelantos del Tesoro Nacional” (ATN) para tirar alguna que otra soga a provincias en dificultades. Y en nuestra opinión, en el sumun del despropósito, el llamado “Fondo de Reparación Histórica” para la provincia de Buenos Aires, que siempre resultó la más perjudicada por el régimen coparticipatorio, por ser justamente la más rica y la que debía recibir menos para favorecer así a las llamadas provincias pobres.
      En fin, así las cosas, las disputas interprovinciales fueron permanentes. Incluso las cuestiones de interpretación de la norma fueron la vida cotidiana en la materia.
     La verdad de esta historia es que este sistema simplemente ha abolido de un plumazo el régimen federal de impuestos, que implica que cada provincia debe recaudar lo suyo y pasar una parte  a la Nación para el sostenimiento del Estado Federal y no al revés.
    Ésta es la razón profunda del nacimiento de los feudos provinciales. Porque éstos se sostienen con el dinero que reciben de coparticipación sin hacer nada para recaudarlos. Porque las provincias recaudan los impuestos provinciales, (ingresos brutos, sellos, inmobiliario) pero se desentienden de los nacionales (ganancias, IVA, ganancia mínima presunta, bienes personales). Así las cosas, la lucha por recibir mayor coparticipación de impuestos nacionales tiene su justificación. Necesitan recursos que luego destinan al gasto público improductivo e incluso al clientelismo y especialmente al nepotismo, sin tener que sufrir la impopularidad de tener que recaudar tales impuestos nacionales. Las provincias en general sufren las consecuencias de este régimen perverso, porque reciben sin esfuerzos grandes sumas de dinero que termina siendo siempre insuficiente.
         No hay que olvidar que la economía y la política, si bien van de consuno, tienen intereses contrapuestos. Los economistas serios apuntan al ahorro y a la inversión para mejorar la calidad de vida. Los políticos a la “distribución” para obtener así mayor popularidad y votos.
         Y toda esta historia viene a cuento de lo que ocurre hoy en Santa Cruz. La señora gobernadora dijo desde el comienzo de su gestión, en diciembre de 2015, que su provincia estaba “quebrada”. Es decir que no es que lo dice ahora, lo dijo apenas asumió, siendo que desde 1983 esa provincia estuvo gobernada por distintas variantes del peronismo, y la Nación misma lo estuvo, salvo durante la presidencia de Alfonsín y el breve interregno de De la Rúa (que en verdad era también una coalición con parte del peronismo).
         Ahora la provincia patagónica está en crisis terminal.  Y por supuesto los políticos se culpan entre sí.  La gobernadora culpa a la Nación por no “coparticiparle” el dinero necesario. Vieja historia de la gran mayoría de las provincias cada vez que  los recursos no alcanzan. Recordemos la pelea entre Scioli gobernador de Buenos Aires, y la señora presidenta Cristina Fernández para pagar los aguinaldos, por ejemplo.
         No nos hemos detenido a analizar en este caso quién tiene razón. Creemos que cada quien debería mostrar sus números. La Nación y la provincia de Santa Cruz. Que quienes gobiernan hagan los deberes y hagan públicos esos números, como corresponde que lo hagan desde siempre.
          Pero lo cierto es que la pelea por la coparticipación empezó en 1935, y nunca terminará a menos que se vuelva al régimen federal de impuestos.  Y también es cierto que si la provincia de Santa Cruz estaba quebrada en diciembre de 2015 según las palabras de la propia gobernadora, el sayo deben ponérselo primero quienes la quebraron, es decir los propios peronistas, los propios compañeros de ruta de Alicia Kirchner. Explicaciones que personalmente no recordamos que alguna vez se las pidieran a Cristina Fernández.
   




Buenos Aires, 22 de abril de 2017                                          HÉCTOR BLAS TRILLO


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