Segunda Opinión
LA ENCRUCIJADA
Intentaremos volcar a continuación una impresión general del acuerdo
alcanzado con el FMI y los antecedentes que nos llevaron hasta aquí. De modo
que no pretenderemos entrar en cuestiones técnicas o discusiones sobre
“modelos”. Esperemos ser lo suficientemente claros y explícitos.
Son muchas las voces que hoy repiten,
de mil maneras, que el actual gobierno llegó a esta situación económica por no
haber llevado adelante el ajuste económico y fiscal desde el comienzo. También
somos unos cuantos los que repetimos, a lo largo de muchísimo tiempo, que
cuando los gobiernos no proceden a ajustar las cuentas públicas, el ajuste lo
hace el mercado. El proverbial “los melones se acomodan solos”, cuando el carro
se pone en movimiento.
Pero tenemos
que decir que unos cuantos comunicadores que ahora mencionan eso de que
deberían haberse tomado serias medidas de ajuste desde el comienzo de la actual
gestión, hasta hace pocos meses repetían a quienes quisieran oírlos que “un
ajuste no gradual hubiera provocado un estallido social “ de enormes
proporciones. Que pretender tal ajuste era cosa de “ortodoxos”, de
“fundamentalistas del mercado”.
Y no estamos
hablando de comunicadores adherentes a la gestión anterior, o con enfoques más
o menos izquierdosos. No.
Estamos
hablando de periodistas, redactores y escribas de la más diversa extracción.
Muchos de ellos se han vuelto poco a poco muy críticos de la gestión macrista,
luego de haber pasado por una suerte de estado de nube de algodón donde todo
parecía estar de maravillas.
En estos
escritos que con frecuencia realizamos, hemos criticado muchas veces la falta
de un verdadero esquema de reducción del gasto. Nos hemos referido a la
necesidad de desburocratizar la función pública, atacar la ineficiencia que nos
corroe desde hace muchos años en muy buena medida por la enorme cantidad de
normas; de obligaciones y regulaciones
que hacen prácticamente imposible iniciar una actividad nueva sin tener que pasar
por interminables trámites, con el consiguiente costo, en tiempo y en dinero.
Hemos hablado
del leonino sistema tributario tanto nacional como provincial y municipal; en
el cual se multiplican gravámenes, retenciones, percepciones, pagos a cuenta,
anticipos, en la mayoría de los casos impuestos por el mismo sistema
revirtiendo la carga de la prueba. Particularmente a través del sistema
bancario.
Nos hemos
referido al inconcebible gesto populista de establecer con bombos y platillos
un “impuesto a la renta financiera” cuando es imprescindible obtener
financiación y cuando las tasas de interés deben ser lo más razonables posible
y más que nunca.
Dijimos también
que la tan pomposa “reforma tributaria” sancionada el año pasado no fue más que
un enorme parche que no elimina la inmensa maraña de arbitrariedades que
imponen los diversos fiscos.
Nos hemos
referido a las “capas geológicas” de funcionarios. A la inmensa cantidad de
conchabados en las provincias, en los municipios. También a la enorme carga que significa la
distribución de dinero a millones de personas por la vía de jubilaciones sin
aportes, pensiones, asignaciones, boletos escolares, descuentos en viajes en el
transporte público, tarifas “sociales”, subsidios, quitas, regímenes
promocionales y una verdadera infinitud de canonjías.
Aparte de todo
esto y mucho más, hemos señalado también el fallo de la Corte Suprema, de fines
de noviembre de 2015, que prohíbe la reducción del 15% en la coparticipación
federal a las provincias y obligó al Estado Nacional a negociar a devolución de
lo descontado durante el gobierno anterior nada menos que desde el 1º de enero
de 2006, con los intereses respectivos.
No queremos
seguir haciendo historia. Solo pretendemos refrescar y refrescarnos la memoria.
Y tampoco decimos que hay que acabar con la asistencia social de un plumazo.
Pero es obvio que los subsidios masivos
a las tarifas del transporte, por ejemplo, llegan a todos los usuarios en lugar
de llegar únicamente a quienes pudieran necesitarlos.
El actual
gobierno asumió con la idea de que la confianza y la inserción internacional
eran suficientes razones como para que llegaran a estas playas nuevas
inversiones que permitieran aumentar el PBI y de ese modo contar con mayores
ingresos para que el impresionante déficit se redujera. Si bien llegaron nuevas
inversiones, lo cierto es que han sido claramente insuficientes.
Durante bastante
tiempo, el ingreso de dólares proveniente del endeudamiento para financiar el
déficit, más el ingreso de los llamados “capitales golondrina”, más el ingreso
de dólares producto de la venta de las cosechas liberadas en gran medida de las
llamadas retenciones a las exportaciones, atrasaron el tipo de cambio; o, para
decirlo mejor, revaluaron al peso. Hubo varios errores, tal vez demasiados.
Pero creemos que todos partieron de la misma base: intentar ser lo más
políticamente correctos posible, que el ajuste no produzca dolor alguno, que
aumenten los ingresos en lugar de reducir los gastos.
Claramente
el mecanismo terminó siendo perverso. Es cierto que se sumó una muy mala
cosecha producto de la sequía. También lo es que la suba de las tasas en EEUU
hizo que muchas inversiones financieras abandonaran la inseguridad intrínseca
de países emergentes para refugiarse en los siempre seguros bonos del Tesoro
estadounidense. Y en el caso nuestro encima soliviantados por el impuesto a la
renta financiera, como dijimos. Y podemos agregar la caída progresiva de los
precios internacionales de los productos primarios que exportamos.
Pero el
fondo de la cuestión está expuesto en estas breves líneas. Apenas es un resumen
al que se suma la increíble cerrazón que observamos todavía desde la Secretaría
de Ingresos Públicos, que parece hacer lo imposible para que ninguna empresa
mediana pueda razonablemente cumplir con sus obligaciones. Obligaciones que se
multiplican hasta el infinito, además.
En el medio
de todo esto, llega el segundo acuerdo con el FMI en apenas unos meses. Acuerdo
de apuro que muestra, creemos, la intención del mundo occidental de ayudar a un
gobierno como el actual, que se destaca entre otras cosas por no provenir de la
clásica escuela populista y antinorteamericana.
Cuestión geopolítica de no poca envergadura, especialmente si tomamos en
cuenta los problemas de Brasil, y la menor relevancia de otros países de la
región.
Así, se arriba
a un plan que comprende verdaderos corsés monetarios, fijación de techo y de
tope para el intervencionismo, déficit primario “cero” y otras cuestiones que
podemos leer en cualquier medio hoy por hoy.
Toda forma de
intervencionismo, en sí misma, es la confesión de que si dejamos que el mercado
actúe el resultado sería diferente. No se ponen frenos y trabas para que no
llegue algo que no nos gusta, se ponen
para lograr un resultado que sí nos apetece. Pero no hay que dejar de tener
presente que todas las trabas, límites, topes, fijaciones de precios, de tasas
de interés de lo que sea, significan intervenir en el mercado para que éste no
funcione. Y el mercado finalmente funcionará. Y precisamente cuando es el
mercado el que finalmente actúa, sobrevienen las crisis. Y hay que decirlo, pasa aquí y pasa en el
mundo. Basta repasar la crisis de las
hipotecas en EEUU para comprobarlo.
El retroceso
del país se inicia en 1945 y con algunos altibajos jamás ha dejado de
detenerse. Y se manifiesta en todos los planos. Social, educativo, económico,
de seguridad, de lo que sea.
Desde los años
30 en adelante, comenzaron a dictarse normas tendientes a favorecer la
distribución de ingresos, los impuestos progresivos, los beneficios sociales,
las ayudas, los planes, las asignaciones, aguinaldos, lo que se nos ocurra.
Nadie pretende decir que todo eso esté mal. Lo que sí es
importante señalar es que para que todos podamos tener de todo, es necesario
PRODUCIRLO.
Porque todo
parece tener que ser gratis en la Argentina. Todo tiene que ser universal y
gratuito. Las empresas no tienen que ganar mucho. Los servicios públicos tienen
que ser baratos. Las tarifas lo mismo.
Se otorgan
subsidios al transporte de una manera increíble. Basta ver lo que cuestan los
boletos de ferrocarril para no abusar.
La presión
tributaria llega hoy por hoy a tal grado que casi el 60% de nuestros ingresos
vuelve al Estado como alguna forma de
impuesto. Y esto sin considerar la maraña burocrática que nos obliga a destinar
tiempo y dinero para cumplir con todas las obligaciones existentes con los
fiscos, con la ANSES; con los sindicatos, con las ART, con organismos
municipales, con lo que sea.
Estamos en una
encrucijada histórica. Ninguna ayuda será suficiente si lo que pretendemos es
mantener el mismo esquema pero financiarlo. Aún si el país terminara con toda
forma de déficit, no sería competitivo en estos términos. Excepto, claro está,
en la explotación de nuestras riquezas naturales que nos da la madre tierra.
Para poder verdaderamente evolucionar y salir de este verdadero maremágnum ,
hace falta una reforma muy profunda, para lo cual es preciso tomar conciencia y
producir una reforma estatal en todos los niveles de enorme envergadura. Es una
encrucijada histórica. Pretender seguir corrigiendo el problema con ayudas
externas o más impuestos terminará siendo inviable.
HÉCTOR BLAS TRILLO
Buenos Aires, 28 de setiembre de 2018
www.hectorblastrillo.blogspot.com
1 comentario:
Coincido en el diagnóstico y considero que el actual gobierno se ha manejado en el diagnóstico y las estrategias de politica económica, ergo la confianza decreció abruptamente. La pésima comunicación, hacia y desde los medios, ha crecido de manera "futbolera" todos saben, todos opinan, y todos son tan malos que unos piden que se vayan y otros piden que no vuelvan mas. Pero "la verdad es la única realidad" (frase apropiada por Perón total Aristóteles no cobraba derecho de autor...) y la realidad si en el proceso continuado de una política monetaria se cumple o se vuelve a recalcular... y eso tendrá que ser el camino acertado en la encrucijada que describes ut-supra. Para pensar agregaria que entre los agoreras que ayer vociferas con horrores de ortografía (hasta en italiano) que el gran negocio era "timbear"a futuros: dolar a $60 con cierta lógica (falsa: si el BCRA cumple, verdadera:si falla) con una tasa de emisión CERO y un ajuste de la flotación sucia del 3% en el proceso continuo, deberían faltar PESOS en la economia, primero a los ahorristas (pequeños) que necesitarán fondos para pagar su tarjetas de crédito y su manutención, luego las Pymes que especularon y deban pagar su obligaciones (con el riesgo de quiebras porque LEY de Quiebras NADIE se acordo hasta el momento que 1995 ya era una reforma "neoliberal" de 1995 contra la 19551 (que era mala palabra por era de la dictadura). Cerrando digo la frase de Antonio Machado (apropiada por J.M.Serrat):"Caminantes no hay caminos... se hace camino al andar.." pero con destinos del toma por el camino correcto de la encrucijada.
Publicar un comentario