LOS IMPUESTOS AL PATRIMONIO
Resulta ser que un multimillonario francés, llamado Bernard Arnault, se opuso a un proyecto de impuesto adicional al patrimonio de las personas más ricas de su país. Por supuesto que su crítica dio lugar a todo tipo de réplicas, quen incluyen las brindadas por el autor del proyecto, un economista de apellido Zucman. que por su parte replicó lo siguiente: “los multimillonarios pagan poco o ningún impuesto sobre la renta, y el 86% de los franceses tienen razón en querer acabar con este privilegio”.
Muy bien. Esta respuesta significa, en criollo, que si ganás poco y por lo tanto pagás poco, te saco de tu patrimonio.
De tal modo, la igualdad ante la ley a este economista le importa un carajito.
Si ganás, te cobro porque ganás, si no ganás, te cobro igual pero sobre tu patrimonio.
El "privilegio" es tal porque ganás poco.
Yo comprendo, como tantas veces repito, que enfrentar este tipo de razonamiento no es simpático. La lectura lineal sería: vos podés, no seas miserable... Eso arrastra bastante público, de hecho este economista expresa que el 86% de los franceses quieren acabar con este "privilegio".
Cuando leo este tipo de cosas pienso que quienes han diseñado las leyes fundamentales de los países con democracias liberales estaban equivocados. Seremos todos iguales ante la ley, hasta que dejemos de serlo, por imperio de un discurso demagógico y oportunista, cuando no producto de un profundo resentimiento.
Discurso que prende sin embargo en mucha gente, pero lo hace porque son décadas de propaganda anticapitalista, en buena parte del mundo. De lo contrario tal apoyo sería mucho menor.
Sin más detalles sobre este ejemplo, cabe analizar brevemente qué implica ser multimillonario, qué consecuencias tiene para la economía de un país.
Las personas con mucho dinero no guardan sus fortunas en un tesoro personal, como hacía el Tío Rico del Pato Donald, sino que ese dinero está volcado en empresas, en títulos de deuda del Estado, en joyas y en lo que fuere. Por lo tanto ese dinero es fuente y sostén de actividades que dan trabajo y producen riquezas que finalmente llegan a toda la comunidad. Inclusive la posesión de joyas o de obras de arte implica que éstas fueron adquiridas, y que se ha pagado por ellas, y por lo tanto el dinero ha circulado y se ha derivado en otras actividades.
Los ataques al patrimonio son una de las principales causas del bajo incremento de la tasa de capitalización, el llamado "capital per cápita", que es la base de la mejora de la productividad en todos los planos. Y por lo tanto de más y mejores remuneraciones. Y es evidente, además, que tal ataque va en sentido contrario de refranes tales como "el que ahorra siempre tiene", o "el ahorro es la base de la fortuna".
Alguien podrá decir: qué le importa a un multimillonario eso,, y seguramente tiene razón. Porque el problema no es lo que sufra o no sufra el tal multimillonario, sino las consecuencias sobre la sociedad toda.
Empezando por la violación de un principio elemental de la democracia liberal, como es el de la igualdad ante la ley, y siguiendo luego por la merma de las inversiones en países que castigan al patrimonio como tal, y que por lo tanto ponen en duda el derecho de propiedad.
Visto superficialmente, atacar las grandes fortunas es simpático, oponerse a ello es elitista e impopular. Pero si profundizamos un poquito podremos llegar a concluir como supuestamente lo hizo alguna vez Abraham LIncoln: no se puede combatir la pobreza destruyendo al rico.
Francia no llegó a ser lo que es hoy por atacar a los ricos, señores. De modo que cada vez que se va en esa dirección, la nación francesa sufre las consecuencias, como puede ir observándose hoy mismo si comparamos la situación de Europa occidental en general, con el implacable crecimiento de las economías del Lejano Oriente.
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