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domingo, 8 de julio de 2007

SER Y PARECER

El viejo adagio nunca podría ser mejor aplicado. Un funcionario
público
no solamente debe ser honesto, como cualquier hijo de vecino, sino
además, parecerlo.
Legalmente además, porque debe probar que no se enriqueció
ilícitamente
ante la menor duda. El también viejo principio de la reversión de la
carga de la prueba que se aplica a toda función pública
El ya famoso "affaire" de la bolsa de dinero encontrada en el baño
privado de la ministra Miceli si politiza y se encarajina, si se nos
permite, pero no se aclara.
Al cabo de varios días de decir que no era oportuno hablar, la
ministra
salió a hablar. Especialmente cuando la trascendencia del asunto
llegó a
ámbitos internacionales y fue contratapa nada menos que de "El
País" de
España, diario como se sabe afín al gobierno de Rodríguez Zapatero
y por
lo tanto, "progresista". Claro que el "progresismo" en España es
bastante menos simplista y esquemático que el argentino. Y por lo
tanto
no come bulones y tampoco simula no saber cuando se ha saltado el
Rubicón.
Las explicaciones brindadas distan, por supuesto de convencer. No
vamos
a repetir lo que está en todos los diarios, pero sí a mencionar
algunas
cosillas.
Por ejemplo: Miceli dice que no salió a hablar antes para no
"influenciar" a nadie públicamente. ¿No podía haber dicho eso
cuando los
periodistas le preguntaron en lugar de decir que no era oportuno?.
Otras afirmaciones son también por demás curiosas. Que no tiene
caja de
seguridad, que el dinero contante y sonante lo tenía en su casa. Y
finalmente un clásico exculpatorio: buena parte de la plata
encontrada
se la prestó su hermano Horacio.
No vamos a poner en duda las palabras de la ministra, pero sí a
cuestionar la demora en hacerlo, y la falta de aclaración respecto
del
monto informado por Jorge Lanata en el semanario Perfil y el
finalmente
"encontrado" según un acta tardía por lo que se dice. Porque entre
60.000 dólares y 240.000 hay una obvia diferencia de uno a cuatro.
¿A Lanata le vendieron pescado podrido?. Sinceramente no lo creeemos.
Veremos si tiene algo que decir en su columna del domingo en el
semanario.
Ahora bien, tanto una cifra como la otra no son moco e pavo. Y la
manera
en que un ministro de la Nación se maneja con el dinero tampoco.
Es inadmisible que se tarde tanto en salir a aclarar cuando
evidentemente debería haber salido no al día siguiente, sino el mismo
domingo en que se publicó la noticia.
La gente no puede dejar de pensar que durante estos días se armó una
coartada para "zafar".
La parte política de todo esto es que obviamente de inmediato
aparecieron los buitres a tratar de comerse una parte del cadáver.
Afirmaciones sobre la "bancarización" de la compra de propiedades y
cosas por el estilo no tienen ningún sentido. Cualquier persona que
tenga dinero en una cuenta bancaria, en su casa o donde sea puede
sacarlo para hacer una operación inmobiliaria o de cualquier
índole (por
ejemplo una transferencia o un depósito en cuentas de terceros).
Pero la demora en salir a dar explicaciones es imperdonable y
despierta
las sospechas que apuntamos. Ahora la cosa vendrá también por el lado
del hermano de la ministra, que deberá demostrar que tenía
declarado el
dinero que prestó ante la AFIP. Pero las malas lenguas dirán que hubo
tiempo suficiente para encontrar a alguien que tuviera ese dinero
declarado. Y las malas lenguas tendrán una importante dosis de
razón. Y
también se habrá que contestar por qué motivo si la operación no
estaba
confirmada, (ya que ni boleto había) y finalmente no se hizo, a
santo de
qué la ministra andaba de acá para allá con una bolsita cargada de
dinero.
La Argentina es un país que mueve de manera informal casi la mitad de
las operaciones comerciales. Esto lo sabe todo el mundo que quiera
acceder a este tipo de información. Los funcionarios públicos no
son una
excepción, tanto al conocimiento de esta operatoria, como a la
seguridad
de que ellos están en la vidriera permanentemente. En otras palabras,
queremos decir que la ministra debió tener muchísimo más cuidado
tanto
en el manejo del dinero, como en el manejo del caso posterior al
hallazgo.
En un país cargado de corruptelas de todo tipo que los funcionarios
actuales atribuyen al "menemismo" como si ellos no hubieran sido
parte
del gobierno de Menem en su inmensa mayoría, el cuidado debe ser
todavía
mayor. Y encima, quieras que no, pertenecen al mismo partido político.
La idea de que un grupo de personas en el poder es corrupta y el
resto
de la "clase política" no lo es, es cuando menos estúpida. Mucha
gente
ha comprado eso, sin embargo. Corruptos y decentes, sin embargo, los
habrá en todos lados. Y los políticos y funcionarios en esta materia
cuentan con aplazos acumulativos en su gran mayoría. Es tan simple
como eso.
Acá no son pocos los que creen, a pesar de la experiencia histórica,
que una vez terminado el gobierno menemista, se acabó la gran
corrupción
en la Argentina. Alguien se lo vendió, muchos lo compraron. Bien,
sabrán por qué.
Pero que el mismísimo presidente Kirchner se llevó el dinero vaya
uno a
saber dónde proveniente de las regalías petroleras de Santa Cruz
es un
dato. Y el presidente llegó a decir que ese dinero estaba "en la
Reserva
Federal" norteamericana, lo cual es un absurdo de proporciones.
Pero más
absurdo es que nunca hubiera salido a aclarar el por qué de sus
dichos.
Claro, no faltan las malas lenguas que sostienen que por eso y muchas
otras cosas es que Kirchner no da conferencias de prensa. Tampoco
se las
exigen mucho que digamos, a fuer de ser sinceros.
La demora en las explicaciones es más grave todavía que el hecho
en sí.
Y la diferencia de montos apuntada es gravísima.
La sensación que uno tiene es que la ministra aplicó la máxima
kircheriana de callarse la boca y no aclarar nada. Hasta que un
diario
"progre" y encima español se hizo eco del asunto.
Las ventajas de la libertad son incomensurables, y el gobierno
argentino
debería tomar nota de eso. No parece que lo haga al menos en boca de
ciertos funcionarios. Parecería que con no dar conferencias de
prensa,
con no hablar, con decir que "no es oportuno", creen que todo
queda en
la nada.
Y sí, tal vez tengan razón, todo quedará en la nada, pero en los
medios oficialistas argentinos, (en "la televisión pública" o en el
diario Página 12, por ejemplo).
Hay un punto sin embargo en que la olla no puede taparse más, y ese
punto es este en el que estamos. Un gobierno en retirada, con una
decisión nepotista en cuanto a la designación a dedo de la
candidatura
de la señora del presidente, y una complicación creciente ante la
desidia en materia de contratos con empresas concesionarias de
servicios
energéticos.
La ministra Miceli ha cometido una torpeza que probablemente le
cueste
el cargo. No mucho más, sin embargo. Porque todos sabemos que en el
reino de la anomia y de la impunidad poco más puede que se haga en
ningún sentido y ante nadie. Pero el daño al gobierno es evidente.
El daño está hecho, por más explicaciones que se den. Lo mismo que
Skanska, lo mismo que Greco. La cosa ha dejado de ser hace rato
"entre
privados", señor presidente. Tome nota entonces, si no lo hizo hasta
ahora, de que para ser honesto hay también que parecerlo.
Héctor Trillo

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