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sábado, 30 de junio de 2012

UNA PRESIDENTA EN FALSA ESCUADRA 27/6/12


El Ágora
UNA PRESIDENTA EN FALSA ESCUADRA



El discurso transmitido por cadena nacional en el mediodía del martes no fue un discurso más. La presidenta Cristina Fernández se mostró crispada, enojada con una realidad que no se adapta a lo que ella pretende. Incómoda.
La situación planteada por el líder de la CGT, y a la vez jefe máximo del poderoso gremio de los camioneros pareció afectarla profundamente.
Por un lado se negó a reconocer el efecto de la inflación en los mínimos no imponibles en el impuesto a las ganancias. Lo hizo mediante ejemplos confusos y a la vez incompletos, cuando no erróneos.
Intentó disimular la verdadera dimensión de un impuesto sobre las ganancias que se aplica a los salarios llamándolo “impuesto a los altos ingresos”. El impuesto, como todo el mundo sabe, no solamente no se llama así sino que implica una seria confusión: el ingreso no es la ganancia. El  ingreso es el valor bruto, el total facturado, o el total de un recibo de sueldo.  Una empresa, la que fuere, puede tener un ingreso millonario y a la vez perder dinero.
Afirmó que el 19% de los trabajadores en relación de dependencia pagan hoy impuesto a las ganancias, lo cual significa unos dos millones de personas. Hace 5 años ese número no sobrepasaba las 400.000 personas.
Habló de la sorpresa de los europeos cuando les comentó que las paritarias en la Argentina arreglaban porcentajes en torno del 20% anual. Lo comentó como un hecho notablemente positivo, diferenciador a favor del “modelo” argentino. Cuando es obvio que se trata de un elemento sumamente negativo y que demuestra que se alcanza ese porcentaje por la altísima inflación que sufre el país.
Mezcló las muertes producidas en un lamentable accidente con aquellas otras que han sido consecuencia de revueltas políticas, como el caso del policía Sayago, en Las Heras hace algunos años, que fue matado a palos por manifestantes dentro de la propia comisaría.
Afirmó que de ahora en más ella se negará a enviar gendarmes a cubrir situaciones por pedido de jueces federales, dejando en claro que no cumpliría con tales exigencias y que llegado el caso que quisieran procesarla, que estaba dispuesta a que eso ocurriera.
Anunció que dejaría la zona de la ciudad de Buenos Aires afectada a la manifestación de los camioneros sin guardia policial alguna, dado que los policías podrían sufrir empujones y escupitajos. Y que por lo tanto se limitaría a proteger la Casa Rosada con dicha policía.
Hizo una referencia a que la crisis internacional podría afectar a la Argentina, cosa que hasta ahora siempre había negado dado que consideraba que el “modelo” mantenía al país aislado del mundo.
Omitió toda referencia  a las asignaciones familiares que los trabajadores dejan de recibir cuando el monto del salario bruto supera los $ 5.200
Volvió a traer a cuento la cantidad de subsidios y ayudas que el Estado Nacional reparte a troche y moche como un éxito de su gestión, cuando en verdad lo que está significando es lo contrario, dado que las ayudas se dan precisamente porque las condiciones son lo suficientemente precarias como para que la sociedad no pueda hacerles frente con sus recursos.
Volvió a arrojar un manto de sospecha sobre comportamientos “destituyentes” de parte de gremialistas que organizan actos de protesta, tal como lo hiciera en su momento con los ruralistas, e incluso con los periodistas.
Hizo una clara alusión a la falta de gestión del gobierno de la provincia de Buenos Aires, siendo que es la Nación la que resuelve aplicar retenciones a las exportaciones que no son coparticipables.  O cuenta con la facultad de emitir moneda. O proyecta crecimientos del PBI en defecto para disponer a voluntad de las diferencias. O dispone de las “ganancias” por devaluaciones del Banco Central. O de las reservas y de la emisión mediante los cambios a la Carta Orgánica de dicho banco.  Todo el mundo  sabe la discrecionalidad y el amiguismo o clientelismo con que se dispone de los fondos públicos para los amigos o para lo que hocican ante las decisiones o humores presidenciales.
La sensación que uno tiene de este discurso, del que rescatamos lo que consideramos más importante, es que la presidenta está en algún punto descalibrada. No se nos malinterprete, no pretendemos insultarla u ofenderla. Simplemente la vemos enojada, casi enardecida, en franco enfrentamiento político no con Hugo Moyano, sino con todo el que se le oponga por la razón que fuere.
La presidenta no puede ignorar que el país está sumido en un proceso inflacionario que claramente supera porcentajes del 20 o 25% anual. No puede ignorar que si no se ajustan los mínimos no imponibles cada vez más gente queda sujeta al impuesto a  las ganancias.   No puede ignorar que ella misma ha enviado a los gendarmes a cuidar sectores de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense.  No puede ignorar que si  anuncia que quitará la policía se corre el riesgo de otro Indoamericano, por lo menos. Ello aparte de esa afirmación sobre que los policías pueden ser “empujados o escupidos”, lo cual es verdaderamente tragicómico, porque nadie espera, empezando por la propia policía, que los manifestantes actúen amistosamente si la autoridad intenta ponerle límites.
Por donde se lo mire, el discurso que comentamos es lamentable. La presidenta niega la existencia de la inflación y por eso incurre en semejante torpezas en materia económica y tributaria.
Parece no haber aprendido que hace ya largos 9 años que ante cualquier manifestación opositora se sigue agitando el fantasma “destituyente” o la “prensa hegemónica”. Termina considerando “ricos” a trabajadores que están sujetos al impuesto a las ganancias con sueldos que apenas si cubren las necesidades básicas de una familia. Considera promisorio que las paritarias den ajustes de sueldos que no se compadecen con el crecimiento del PBI y sí con tasas de inflación galopantes.
La situación  de deterioro progresivo de la economía como resultado de la inflación, del cepo cambiario, de los cierres de importaciones y exportaciones y de la necesidad de pedir autorizaciones para todo no puede sino augurar una escalada de nerviosismo.
Esperamos sinceramente que la señora presidenta baje a la realidad y nos evite males mayores a los que de todas maneras sobrevendrán.




HÉCTOR BLAS TRILLO                                                      Buenos Aires,   27 de junio de 2012

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