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sábado, 27 de octubre de 2012

¿ES POSIBLE DEBATIR CON ARGUMENTOS? 21/7/12


Segunda Opinión
ACTUALIDAD ECONÓMICA: ¿ES POSIBLE DEBATIR CON ARGUMENTOS?
    Nos hemos referido en alguna oportunidad a la actitud agresiva e insultadora del del viceministro de economía, hoy “top model”, Axel Kicillof.
    La verdad es que este personaje da la impresión de haber copiado la impronta de la propia presidenta de la Nación a la hora de intentar atacar y descalificar a los adversarios políticos más que argumentar a favor de las propias medidas del gobierno. Con ello, y tal como ocurre a nivel del propi gobierno nacional, se evita cualquier debate y se reemplaza por insultos y descalificaciones de diverso tenor.
Entre otras lindezas, Kicillof dijo que utilizar el dinero de la ANSES únicamente para las jubilaciones sería “reaccionario”.  Esto vendría a ser algo así como que quienes pretenden que el dinero de ese organismo sea destinado a mejorar los ingresos de la llamada clase pasiva entran dentro de aquellos individuos que se oponen a las innovaciones. Y que las innovaciones en este caso consistirían en utilizar el dinero para otras cosas, como por ejemplo para financiar programas de viviendas o entregar dinero a una provincia como la de Buenos Aires, cuyo gobernador ha sido acusado reiteradas veces por la propia Cristina Fernández, como un pésimo “gestionador”.
El funcionario  habló de la necesidad de combatir la recesión, mientras participaba de una exposición durante el sorteo de los créditos para viviendas del programa denominado PROCREAR, con lo cual aceptó explícitamente que existe una recesión en la Argentina actual. Algo negado hasta el cansancio desde todos los sectores del poder político central. Pero además, surge de esa declaración que estima que el uso del dinero de los jubilados para entregar a créditos subsidiados para viviendas tiene un efecto multiplicador que terminará mejorando los futuros ingresos de los jubilados. Podríamos acotar que de otros jubilados, y no de los actuales. Y siempre y cuando efectivamente de ese modo se combata la recesión.  Y siempre y cuando en ese futuro soñado no se presenten nuevamente causas recesivas que obliguen a hacer otra cosa para los futuros jubilados de ese entonces. Un razonamiento bastante incompleto, y a nuestro modo de ver también incoherente.
Que los jubilados actuales puedan disponer de su dinero no parece una manera de mantener o incluso fomentar la recesión reconocida. Sino antes bien una manera de incentivar el consumo, lei motiv del “modelo” kirchnerista, como todos sabemos. Porque si incentivar el consumo resulta hoy por hoy algo negativo entonces tendremos que observar que el “modelo” ha sido un verdadero fiasco.
El  personaje de marras también refirió que el actual sistema jubilatorio es solidario y es mezquino decir que los fondos deben ser para una sola persona (sic), más cuando el sistema privado de AFJP no funcionó.  Vale aclarar aquí al menos un par de cosas: el sistema jubilatorio no es para una sola persona sino para millones, el sistema de AFJP no era un sistema privado sino mixto, y la confiscación de los fondos de tal sistema se hizo en etapas progresivas ya que varias veces fueron modificados los destinos que debían dar a los fondos tales AFJP: adquisición de porcentajes crecientes de títulos públicos, reingreso al país de fondos colocados en el Exterior, reapertura del sistema de elección libre entre el sistema mixto o el estatal pleno, para finalmente arribar a la confiscación lisa y llana de los fondos acumulados y que cada adherente recibía trimestralmente en un resumen de cuenta en su casa. Adherente por lo demás absolutamente voluntario y que seguía considerando que el sistema le era plenamente útil (había optado por continuar en él apenas un año antes del robo oficializado de los fondos).
Kicillof hizo también referencia  a las dificultades de los principales socios comerciales de la Argentina, que han empezado a tomar medidas y empiezan a restringir la posibilidad de colocar productos argentinos en el mundo. No por obvio hay que dejar de señalar que desde los tiempos de Lavagna la Argentina restringió exportaciones de carnes, de lácteos, de trigo, de maíz y de subproductos derivados de diversas materias primas, y entre otras cosas hace ya varios años que no puede cumplir con la denominada cuota Hilton de colocación de cortes especiales cárnicos en la Unión Europea. Como también hay que resaltar que las restricciones que hoy aplican varios países, como el caso de Brasil, o en su momento de China con el aceite de soja, han tenido que ver con represalias antes las quijotescas limitaciones impuestas por un secretario de comercio que cada día más evidencia un estado de desequilibrio personal cuando menos llamativo.
También dijo que acá de lo que se trata es de paliar los efectos posibles de la catástrofe mundial, catástrofe que hasta un par de cadenas nacionales atrás, no nos tocaba ni de refilón, y que hacía dar consejos a troche y moche a la señora presidenta, enseñándole al mundo lo que había que hacer para conseguir encaramarse casi como primera potencia mundial. Y precisamente aludió a que ahora sí la presidenta habla del mundo que se nos cayó encima.
Es obvio que las caídas de las ventas al mundo tienen que ver con la baja de la demanda de países en problemas, pero no es menos obvio que varios países, empezando por Brasil, aplican represalias consecuentes con  una guerra comercial desatada por una Argentina que ha decidido cerrar sus mercados, “vivir con lo nuestro” y convertir la compraventa de dólares en una especie de odisea del espacio, incluso luego de haber afirmado en este último caso que solamente se trataba de impedir la compra de moneda extranjera a quienes no justificaran su patrimonio. Una verdadera falsedad intolerable como ninguna, que quedó en evidencia de una manera realmente grotesca.
KIcillof es el clásico funcionario kirchnerista que para defender una posición ataca a sus adversarios u opositores, intentando demostrar que ellos se equivocaron o contradijeron, y no que él tiene la razón de su lado por tales y cuales causas técnicas. Algo parecido a lo que acaba de hacer la presidenta con el agente inmobiliario al que cuestionó por no presentar sus declaraciones juradas, no porque sus declaraciones hubieran sido incorrectas o falaces.
El funcionario dijo que “los economistas”  que planteaban que todo andaba bien por la situación mundial o el llamado viento de cola: afirmó que tales economistas son agoreros de la derrota y que ahora se olvidaron del mundo y dicen que es por las medidas que “estamos tomando”. En verdad el párrafo así transcripto carece bastante de sentido lógico, a nuestro modo de ver. La Argentina ha venido creciendo a pesar de las barrabasadas de Moreno y en su momento de Lavagna y de los Kirchner,  y no como consecuencia de ello. Cuando al mundo se le presentaron los problemas que todos conocemos, la Argentina debió salir a enfrentar esta situación. Pero se encontró con que se habían despilfarrado miles y miles de millones de dólares, que no se había elaborado un fondo anticíclico, que se habían multiplicado subsidios y dádivas varias, y que la inflación superaba el 25% anual según datos de las propias provincias, no de los agoreros economistas aludidos genéricamente por este inefable insultador. Porque resulta que también estos economistas “generan mala onda”, lo cual trae a nuestra memoria a una conocida modelo y actriz que hacía los cuernos con los dedos mientras expresaba ¡fush!, suponemos que como una manera de espantar el mal.
Habló de un “cacareo inconsistente y contradictorio” aludiendo a verdaderos profesionales, que hacen daño a quienes escuchan todavía sus premoniciones, creando expectativas negativas en los hombres de negocios.
Es curioso, porque cuando dio su discurso a raíz de la apropiación y confiscación de YPF por parte del Estado, este mismo funcionario repudió con firmeza la expresión “clima de negocios” que suele utilizarse en la jerga económica para la generación de expectativas positivas.  Dijo algo así como que le parecía una expresión deplorable. Pero ahora, al afirmar que el “cacareo” origina expectativas negativas, no está haciendo otra cosa que corroborar que el “clima de negocios” se diluye porque los profesionales “cacarean”.
La falta de tecnicismo en todo esto es evidente. Pero nos explayamos porque estimamos que es necesario hacerlo. Hay que poner en evidencia, al menos, de dónde surge este “cacareo”. En definitiva,  quiénes son en verdad los legítimos “papagayos”, y a quiénes les cabe el sayo de decir cualquier cosa y no demostrar nada.
Porque el desastre de Aerolíneas Argentinas es un hecho. Y la falta de inversiones en YPF también. Más la repulsa internacional por el verdadero robo de las acciones de Repsol consentido por prácticamente todas las facciones políticas, cacareadoras y no cacareadoras.
Más allá del robo a las AFJP, los fondos del ANSES tienen un destino específico y todo el mundo lo sabe: los jubilados a los que no se les paga lo que se les debe no vivirán para contarlo.
En la Argentina hay una caída de la economía por medidas francamente absurdas tomadas por los funcionarios que hemos nombrado y por otros, también por decisiones políticas claramente confiscatorias de capitales privados. El gobierno se encargó de promover el consumo, y la presidenta se refirió a ello muchísimas veces, con alusiones a no frenar la economía.
La pérdida de competitividad es producto de la inflación y del ahora retraso cambiario, también de las crecientes importaciones de hidrocarburos, producto de la pésima política energética de la cual se viene hablando desde hace por lo menos 8 años sin que el gobierno reconociera el problema. Las trabas a la compraventa de dólares frenaron el mercado inmobiliario, frenaron la importación de capitales y profundizaron la caída.
Si pudiéramos discutir estas cosas en lugar de hablar de agoreros, cacareos, papagayos y reaccionarios, tal vez empezaríamos a darle un grado académico a las cosas. Pero para eso hace falta nombrar gente idónea en la gestión pública. Esperemos que la presidenta finalmente tome nota de esto.


HÉCTOR BLAS TRILLO                                                      Buenos Aires,   21 de julio  de 2012

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