Segunda Opinión
Nos hemos referido en
alguna oportunidad a
la actitud agresiva e insultadora del del viceministro de
economía, hoy “top
model”, Axel Kicillof.
La verdad es que este
personaje da la
impresión de haber copiado la impronta de la propia presidenta
de la Nación a
la hora de intentar atacar y descalificar a los adversarios
políticos más que
argumentar a favor de las propias medidas del gobierno. Con
ello, y tal como
ocurre a nivel del propi gobierno nacional, se evita cualquier
debate y se
reemplaza por insultos y descalificaciones de diverso tenor.
Entre otras
lindezas, Kicillof
dijo que utilizar el dinero de la ANSES únicamente para las
jubilaciones sería “reaccionario”.
Esto vendría a ser algo
así como que
quienes pretenden que el dinero de ese organismo sea destinado a
mejorar los
ingresos de la llamada clase pasiva entran dentro de aquellos
individuos que se
oponen a las innovaciones. Y que las innovaciones en este caso
consistirían en
utilizar el dinero para otras cosas, como por ejemplo para
financiar programas
de viviendas o entregar dinero a una provincia como la de Buenos
Aires, cuyo
gobernador ha sido acusado reiteradas veces por la propia
Cristina Fernández,
como un pésimo “gestionador”.
El funcionario habló de la necesidad de
combatir la
recesión, mientras participaba de una exposición durante el
sorteo de los
créditos para viviendas del programa denominado PROCREAR, con lo
cual aceptó
explícitamente que existe una recesión en la Argentina actual.
Algo negado
hasta el cansancio desde todos los sectores del poder político
central. Pero
además, surge de esa declaración que estima que el uso del
dinero de los
jubilados para entregar a créditos subsidiados para viviendas
tiene un efecto
multiplicador que terminará mejorando los futuros ingresos de
los jubilados.
Podríamos acotar que de otros jubilados, y no de los actuales. Y
siempre y
cuando efectivamente de ese modo se combata la recesión. Y siempre y cuando en ese
futuro soñado no se
presenten nuevamente causas recesivas que obliguen a hacer otra
cosa para los
futuros jubilados de ese entonces. Un razonamiento bastante
incompleto, y a
nuestro modo de ver también incoherente.
Que los
jubilados actuales
puedan disponer de su dinero no parece una manera de mantener o
incluso
fomentar la recesión reconocida. Sino antes bien una manera de
incentivar el
consumo, lei motiv del “modelo” kirchnerista, como todos
sabemos. Porque si
incentivar el consumo resulta hoy por hoy algo negativo entonces
tendremos que
observar que el “modelo” ha sido un verdadero fiasco.
El personaje de marras también
refirió que el
actual sistema jubilatorio es solidario y es mezquino decir que
los fondos
deben ser para una sola persona (sic), más cuando el sistema
privado de AFJP no
funcionó. Vale aclarar
aquí al menos un
par de cosas: el sistema jubilatorio no es para una sola persona
sino para
millones, el sistema de AFJP no era un sistema privado sino
mixto, y la
confiscación de los fondos de tal sistema se hizo en etapas
progresivas ya que
varias veces fueron modificados los destinos que debían dar a
los fondos tales
AFJP: adquisición de porcentajes crecientes de títulos públicos,
reingreso al
país de fondos colocados en el Exterior, reapertura del sistema
de elección
libre entre el sistema mixto o el estatal pleno, para finalmente
arribar a la
confiscación lisa y llana de los fondos acumulados y que cada
adherente recibía
trimestralmente en un resumen de cuenta en su casa. Adherente
por lo demás
absolutamente voluntario y que seguía considerando que el
sistema le era
plenamente útil (había optado por continuar en él apenas un año
antes del robo
oficializado de los fondos).
Kicillof hizo
también referencia a las
dificultades de los principales socios
comerciales de la Argentina, que han empezado a tomar medidas y
empiezan a
restringir la posibilidad de colocar productos argentinos en el
mundo. No por
obvio hay que dejar de señalar que desde los tiempos de Lavagna
la Argentina
restringió exportaciones de carnes, de lácteos, de trigo, de
maíz y de
subproductos derivados de diversas materias primas, y entre
otras cosas hace ya
varios años que no puede cumplir con la denominada cuota Hilton
de colocación
de cortes especiales cárnicos en la Unión Europea. Como también
hay que
resaltar que las restricciones que hoy aplican varios países,
como el caso de
Brasil, o en su momento de China con el aceite de soja, han
tenido que ver con
represalias antes las quijotescas limitaciones impuestas por un
secretario de
comercio que cada día más evidencia un estado de desequilibrio
personal cuando
menos llamativo.
También dijo
que acá de lo que
se trata es de paliar los efectos posibles de la catástrofe
mundial, catástrofe
que hasta un par de cadenas nacionales atrás, no nos tocaba ni
de refilón, y
que hacía dar consejos a troche y moche a la señora presidenta,
enseñándole al
mundo lo que había que hacer para conseguir encaramarse casi
como primera
potencia mundial. Y precisamente aludió a que ahora sí la
presidenta habla del
mundo que se nos cayó encima.
Es obvio que
las caídas de las
ventas al mundo tienen que ver con la baja de la demanda de
países en
problemas, pero no es menos obvio que varios países, empezando
por Brasil,
aplican represalias consecuentes con una
guerra comercial desatada por una Argentina que ha decidido
cerrar sus
mercados, “vivir con lo nuestro” y convertir la compraventa de
dólares en una
especie de odisea del espacio, incluso luego de haber afirmado
en este último
caso que solamente se trataba de impedir la compra de moneda
extranjera a
quienes no justificaran su patrimonio. Una verdadera falsedad
intolerable como
ninguna, que quedó en evidencia de una manera realmente
grotesca.
KIcillof es el
clásico
funcionario kirchnerista que para defender una posición ataca a
sus adversarios
u opositores, intentando demostrar que ellos se equivocaron o
contradijeron, y
no que él tiene la razón de su lado por tales y cuales causas
técnicas. Algo
parecido a lo que acaba de hacer la presidenta con el agente
inmobiliario al
que cuestionó por no presentar sus declaraciones juradas, no
porque sus
declaraciones hubieran sido incorrectas o falaces.
El funcionario
dijo que “los
economistas” que
planteaban que todo
andaba bien por la situación mundial o el llamado viento de
cola: afirmó que
tales economistas son agoreros de la derrota y que ahora se
olvidaron del mundo
y dicen que es por las medidas que “estamos tomando”. En verdad
el párrafo así
transcripto carece bastante de sentido lógico, a nuestro modo de
ver. La
Argentina ha venido creciendo a pesar de las barrabasadas de
Moreno y en su
momento de Lavagna y de los Kirchner, y
no como consecuencia de ello. Cuando al mundo se le presentaron
los problemas
que todos conocemos, la Argentina debió salir a enfrentar esta
situación. Pero
se encontró con que se habían despilfarrado miles y miles de
millones de
dólares, que no se había elaborado un fondo anticíclico, que se
habían
multiplicado subsidios y dádivas varias, y que la inflación
superaba el 25%
anual según datos de las propias provincias, no de los agoreros
economistas
aludidos genéricamente por este inefable insultador. Porque
resulta que también
estos economistas “generan mala onda”, lo cual trae a nuestra
memoria a una
conocida modelo y actriz que hacía los cuernos con los dedos
mientras expresaba
¡fush!, suponemos que como una manera de espantar el mal.
Habló de un
“cacareo
inconsistente y contradictorio” aludiendo a verdaderos
profesionales, que hacen
daño a quienes escuchan todavía sus premoniciones, creando
expectativas
negativas en los hombres de negocios.
Es curioso,
porque cuando dio su
discurso a raíz de la apropiación y confiscación de YPF por
parte del Estado, este
mismo funcionario repudió con firmeza la expresión “clima de
negocios” que suele
utilizarse en la jerga económica para la generación de
expectativas
positivas. Dijo algo así
como que le
parecía una expresión deplorable. Pero ahora, al afirmar que el
“cacareo”
origina expectativas negativas, no está haciendo otra cosa que
corroborar que
el “clima de negocios” se diluye porque los profesionales
“cacarean”.
La falta de
tecnicismo en todo
esto es evidente. Pero nos explayamos porque estimamos que es
necesario
hacerlo. Hay que poner en evidencia, al menos, de dónde surge
este “cacareo”.
En definitiva, quiénes
son en verdad los
legítimos “papagayos”, y a quiénes les cabe el sayo de decir
cualquier cosa y
no demostrar nada.
Porque el
desastre de Aerolíneas
Argentinas es un hecho. Y la falta de inversiones en YPF
también. Más la
repulsa internacional por el verdadero robo de las acciones de
Repsol
consentido por prácticamente todas las facciones políticas,
cacareadoras y no
cacareadoras.
Más allá del
robo a las AFJP,
los fondos del ANSES tienen un destino específico y todo el
mundo lo sabe: los
jubilados a los que no se les paga lo que se les debe no vivirán
para contarlo.
En la Argentina
hay una caída de
la economía por medidas francamente absurdas tomadas por los
funcionarios que
hemos nombrado y por otros, también por decisiones políticas
claramente
confiscatorias de capitales privados. El gobierno se encargó de
promover el
consumo, y la presidenta se refirió a ello muchísimas veces, con
alusiones a no
frenar la economía.
La pérdida de
competitividad es
producto de la inflación y del ahora retraso cambiario, también
de las
crecientes importaciones de hidrocarburos, producto de la pésima
política
energética de la cual se viene hablando desde hace por lo menos
8 años sin que
el gobierno reconociera el problema. Las trabas a la compraventa
de dólares
frenaron el mercado inmobiliario, frenaron la importación de
capitales y
profundizaron la caída.
Si pudiéramos
discutir estas
cosas en lugar de hablar de agoreros, cacareos, papagayos y
reaccionarios, tal
vez empezaríamos a darle un grado académico a las cosas. Pero
para eso hace
falta nombrar gente idónea en la gestión pública. Esperemos que
la presidenta
finalmente tome nota de esto.
HÉCTOR BLAS TRILLO
Buenos Aires, 21
de julio de 2012
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