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lunes, 18 de febrero de 2013

ACTUALIDAD ECONÓMICA PERSPECTIVAS PARA 2013


Ecotributaria
Boletín de actualidad económica y fiscal
ACTUALIDAD ECONÓMICA: PERSPECTIVAS PARA 2013

La situación económica del país ha venido sufriendo a lo largo del año que termina, los embates de una realidad inexorable. Las restricciones cambiarias, el atraso en la cotización de la moneda extranjera, las trabas a las importaciones y en general los problemas derivados del intercambio comercial externo están absolutamente vigentes.
El gobierno se ha planteado una y otra vez la necesidad de acelerar el ritmo de la economía, pero se encuentra con que las restricciones señaladas operan claramente en el sentido contrario. Este factor es esencial, dado que en un año electoral como es el próximo sólo será posible una cierta inyección de moneda y no más, por el riesgo de disparar la inflación a niveles directamente astronómicos.
Así y todo, hablar de una tasa de inflación cercana al 30% es algo bastante común en prácticamente todos los análisis que  hacen reconocidos economistas.
Es destacable el hecho de que 2013 será un año con menores vencimientos de deuda externa, lo cual favorecerá el sostenimiento de un cierto superávit comercial. Acá hay que tomar en cuenta, sin embargo, qué podría ocurrir con la demanda de los fondos llamados buitre en Nueva York. Como se sabe, se ha producido un “stand by” hasta el mes de marzo. Una decisión desfavorable para el país podría desembocar en un nuevo default de consecuencias graves. Al menos hasta donde se sabe, el escenario más probable es que se llegue a alguna forma de acuerdo y la sangre no llegue al río. Pero ese acuerdo implicará probablemente una mayor erogación en pago de deuda.
Por el lado de Brasil, se espera una mejora que por ahora no resulta del todo cuantificable. El país vecino está recibiendo grandes inversiones con vistas a 2014 y su empuje evidentemente apuntalará la situación de intercambio con nuestro país.
Precisamente la posible mejora en el sector externo ha hecho decir a algunos profesionales que aumentarán las reservas del Banco Central. Con todo, la mejora no sería de gran magnitud.
En el campo energético los problemas son reales y concretos. La falta de inversiones se ha hecho sentir con todo rigor, y la caída en la producción petrolera y gasífera es una constante. Las mejoras en los precios de los hidrocarburos por parte del gobierno apuntan en la dirección correcta, pero el intervencionismo estatal siempre desalienta grandes inversiones y en especial si los resultados habrán de verse en el largo plazo, como ocurre con el petróleo.
Se espera un incremento de las importaciones de combustibles, especialmente de gasoil, que como se sabe se usa también para alimentar las centrales termoeléctricas. La posibilidad de un colapso en el sistema eléctrico no puede dejar de considerarse.
El gobierno continuará con una política de créditos blandos, forzada desde el Banco Central (como la exigencia a los bancos de prestar el 5% de sus depósitos para las PYMES en condiciones muy favorables a ellas). La ANSES al parecer no tendrá demasiado “resto” porque ha agotado su capacidad prestable. La emisión monetaria se espera que sobrepase el 40%, cifra sin duda demasiado inflacionaria como para no ser tomada en debida cuenta.
La presión tributaria, por su parte, ha alcanzado ribetes increíbles.  Y no parece que vaya a cambiar. En la actualidad llega al 38% del PBI, ello sin considerar el efecto de la inflación, que como se sabe es también un impuesto. Considerándola, la presión total superaría el 41% del PBI.
En este punto es necesario tomar en cuenta que cuando se habla de presión tributaria se habla de valores absolutos, es decir de recaudación comparada con el producto bruto, no la presión teórica que surge de considerar las distintas alícuotas, que largamente está por encima del 50% del PBI.
La política oficial consiste, hasta el presente, en sostener las alícuotas, no modificar los mínimos no imponibles y no ajustar otros valores máximos y mínimos que llevan dos décadas sin actualizar. Es decir, cada día una mayor presión fiscal, que ahora es raudamente acompañada por provincias y  municipios en todo el país.
Algunos analistas estiman que el déficit nacional consolidado puede alcanzar en 2013 el 4,8% del PBI, cifra muy cercana al 5,3% que existía en el año 2001.
En materia de empleos, en estos tiempos ha venido creciendo el empleo público, como en los viejos tiempos.  La política de ocupar a las gentes en cargos remunerados por el Estado tiene plena vigencia. Se multiplica así la burocracia y se precariza la eficiencia del país con el consiguiente daño al crecimiento, producto de la falta de competitividad, azuzada por el tipo de cambio atrasado.
También se nota un incremento del empleo informal. Las causas son diversas, pero la presión tributaria y los planes sociales están entre las primeras. Los desocupados no quieren perder sus planes de ayuda, y los empresarios no quieren asumir compromisos por los enormes costos de mantener la remuneración en blanco. Y aquí juega un rol preponderante el propio Estado, que continúa con la política de “contratados”, que evita los cargos jubilatorios. También los incrementos “no remunerativos”, un eufemismo que cuesta comprender porque implica pagar mayores sueldos sin que sean considerados sueldos. Este tipo de aumentos se producen en general por acuerdos entre empresarios y sindicatos, dado que ambos se ven afectados por igual por la gran carga tributaria sobre los salarios.
Establecer si la economía crecerá o no  puede no resultar tarea sencilla. Ello si nos atenemos a los constantes cambios que produce el gobierno, muchas veces de manera abrupta e impredecible. Las expropiaciones de YPF o ahora del predio de la Rural, no apuntan en la dirección de alentar las inversiones y claramente generan nuevas dudas. Las distribuidoras de energía eléctrica, por ejemplo, están en serios problemas y una salida “estatizadora” no debería ser descartada. Claro que de “salida” no tendría demasiado: el costo de sostenimiento del sistema eléctrico es una realidad que nadie puede soslayar.
La caída de la construcción es también una consecuencia de lo ocurrido con el mercado cambiario. Concretamente las restricciones a la compra y venta de dólares ha producido un verdadero “parate” en el sector. Con todo, siendo la propiedad un refugio de valor, es razonable esperar un crecimiento. aunque modesto. Pero hay que tener cuidado porque siempre está la espada de Damocles de que se toque la ley de alquileres.
En conclusión el 2013 no será un año de grandes logros. El crecimiento de la economía, si es que existe, será muy cercano a cero. Las expectativas inflacionarias se verán exacerbadas esencialmente por el crecimiento del gasto público al tratarse de un año electoral. El país sigue cerrado a las inversiones, más por errores que por méritos. Y el conjunto de la economía seguirá sufriendo las consecuencias de las restricciones comerciales y cambiarias.



HÉCTOR BLAS TRILLO                                                      Buenos Aires,  24 de diciembre  de 2012

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