Translate

lunes, 18 de febrero de 2013

TOMAR NOTA DE LOS BUEYES CON QUE ARAMOS 8/12/12


Segunda opinión
 TOMAR NOTA DE LOS BUEYES CON QUE ARAMOS

No vamos a repetir acá todo lo ocurrido en estas últimas horas con relación a la llamada ley de medios audiovisuales y el reclamo del grupo Clarín.
Todos sabemos lo ocurrido y lo que es más, todos sabemos de qué se trata. De qué va la cosa, como dicen los españoles.
Luego de conocida la decisión de la Cámara en lo Civil y Comercial de extender la medida cautelar planteada por el multimedios, los funcionarios evidentemente impulsados por la propia presidenta de la Nación, salieron a criticar de manera impúdica a jueces de reconocida probidad. Jueces que como es obvio representan al tercer poder de la República, al cual han acudido las partes para resolver la constitucionalidad o no de dos artículos de la citada ley.
Como ocurriera con el caso de la Fragata Libertad, retenida en Ghana; o con el juez neoyorkino Thomas Griesa, el ataque estuvo dirigido en general contra los encargados de juzgar.
Basta que las decisiones judiciales no resulten favorables a las pretensiones del Poder Ejecutivo, para que salga la andanada de críticas al “colonialismo judicial”, a los jueces comprados por la otra parte, a la preeminencia de las potencias occidentales o a la influencia nefasta de los llamados “fondos buitre”.  Da lo mismo.
Cuando la justicia del país del Norte resolvió dar más tiempo para responder a nuestro país, la decisión fue recibida con júbilo en los despachos oficiales; en los mismos despachos y por las mismas caras que horas antes tomaban para sí la muletilla del “colonialismo” puesta a rodar por la presidenta de la Nación.
El Poder Ejecutivo emite bonos, promulga leyes, decide caminos a seguir y luego, cuando los involucrados recurren a la justicia local o internacional y éstas fallan en contra, los funcionarios salen con los tapones de punta poco menos que contra el universo que nos es esquivo.
Todo esto sin dejar de recordar que en los últimos días existió una clara presión sobre la justicia argentina para lograr el objetivo bastardo de conseguir jueces adictos que fallaran a favor del Poder Ejecutivo. Una verdadera vergüenza institucional.
Los periodistas pagos por el gobierno, o adictos al régimen, han salido por estas horas con toda clase de diatribas, hablando entre otras cosas de la “hipocresía” de la Corte Suprema. Una verdadera afrenta en este caso del otrora opositor Víctor Hugo Morales, que francamente muestra una faceta mezquina e insultante que personalmente no le conocíamos.  Sería bueno que fundamentara sus dichos, dado que lugares donde hacerlo tiene de sobra. Pero lo cierto que ya no lo hizo, y quedó en evidencia.
Los insultos y las descalificaciones son patrimonio de este gobierno y de sus más encumbrados funcionarios. Lo mismo ocurrió cuando fue de la famosa resolución 125. También cuando salió la gente a protestar en los llamados cacerolazos.
Uno puede ver en esta actitud la bronca del prepotente que no consigue su objetivo. También la soberbia del que espera que nada le resulte contrario a sus designios.
La idea que subyace sería más o manos la siguiente: “Si avanzamos sobre un accionista de YPF y le quitamos sus acciones sin pagar un solo peso, o si amenazamos con apoderarnos de medios de radiodifusión de un grupo al que claramente le tenemos inquina, podemos hacerlo y nada nos detendrá” “ Y si al mismo tiempo permitimos que otros multimedios operen como si la ley de medios no existiera, porque no es lo que nos interesa, tampoco”, agregan.
La notable incongruencia está a la vista. Los jueces son hipócritas, títeres o están al servicio de oscuros intereses cuando no nos dan la razón. Los fallos de la Corte no se dictan para ser cumplidos si no resultan favorables a la posición oficial. Y los jueces son pasibles de todo tipo de diatribas. Incluso los jueces internacionales.
En el caso del juez Griesa, el director de la Biblioteca Nacional Horacio González, llegó a analizar sesudamente sus rasgos para encontrar en él a un autoritario al servicio del Imperio. Si no estuviéramos tratando de escribir en serio diríamos que lo que expresó es una soberana gansada. Pero como intentamos ser serios, debemos entonces decir que intentar valorar a una persona por sus rasgos es lo que hizo el nazismo, con las consecuencias que todos, salvo Ahmadinejad y unos cuantos locos, conocemos.
Obviamente no esperamos que un oscuro director de una biblioteca que alguna vez intentó impedir que Vargas Llosa inaugurara la Feria del Libro por sus ideas políticas, va a provocar en el mundo el daño que provocó el nazismo, pero no deja de ser necesario poner sobre el tapete estas cosas. Porque los grandes depredadores prehistóricos salieron de un huevito como inocentes bichitos antes de convertirse en grandes monstruos devoradores de carne.
Lo más triste en todo esto es que desde la dirigencia política en general se ha venido tomando casi con displicencia la actitud de un gobierno de rasgos claramente autoritarios.  En estos temas que estamos comentando y en muchos otros.
La ley de medios fue votada en el Congreso por muchos legisladores que no forman parte del partido gobernante. Lo mismo la ley que confiscó la empresa YPF. Para citar otro ejemplo.
Un gobierno que sabemos que desconoce los fallos de la Corte, que sabemos que presiona y abusa del poder, que sabemos que oculta sonadísimos casos de presunción de corrupción, que hasta el presente no ha dado una sola explicación de lo ocurrido con Ciccone Calcográfica, o con el caso del emprendimiento Sueños Compartidos, o con la situación de la dirigente Milagro Sala en Jujuy, o con el tema de Antonini Wilson y su valija llena de dólares y su salida del país sin ningún problema, o con el caso del sobreseimiento por enriquecimiento ilícito del matrimonio presidencial.
Un gobierno que clara y manifiestamente le miente a la gente en una universidad norteamericana, o en los índices de inflación. O en lo que sea.
Un gobierno que actúa de este modo en infinidad de situaciones es un gobierno que merece el mayor cuidado a la hora de acompañarlo en los proyectos que sean. Es decir, más allá de compartir su punto de vista. Porque es bien claro que se trata de un gobierno que incumple la ley, que incluso se burla de los habitantes de la Nación cuando la señora presidenta dice públicamente que no mandará los gendarmes por más que se lo pidan; o cuando nos dice sin ponerse colorada que acá de llevan a cabo conferencias de prensa y no existe un “cepo cambiario”.
Un gobierno que no toma medidas seria contra la inseguridad. Que no hace sino pelear abiertamente con el jefe capitalino afectando a millones de personas.
 Un gobierno que niega la realidad económica, en suma.  En tales condiciones, un gobierno como este merecería tomar recaudos. Serios recaudos.
Merecería también mayores críticas de parte de opositores. Merecería en serio intentar armar una plataforma donde se bosquejen unos cuantos principios comunes que cualquier persona de bien ha de tener, cualquiera sea su ideología.
Y volviendo a la ley de medios: mientras todos vemos cómo se ha achicado el espectro de opiniones mediante ardides políticos y económicos, mediante asignación de partidas obscenas de publicidad a medios casi inexistentes, mediante presiones que incluyen “resoluciones” de un secretario de comercio psicópata que impiden difundir datos a economistas privados, etc. Mientras todo esto ocurre, la señora presidenta sigue repitiendo como un sonsonete que lo que se busca es “democratizar”  la libertad de expresión, que más voces se escuchen y vean.
Mientras va en una dirección totalitaria, afirma sin inmutarse que va en la dirección contraria. Es realmente notable. Tan notable como evidente que acá se trata de que, de una buena vez por todas, tomemos real nota de con qué bueyes aramos.



HÉCTOR BLAS TRILLO                                                      Buenos Aires,   8 de diciembre de 2012

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Seguidores