El Ágora
El grupo autodenominado “Carta Abierta”, integrado
entre otros por el
censor de Vargas Llosa en la Feria del Libro de hace un par de
años, elaboró un
nuevo texto en el que se hace referencia tan profusa como difusa
a las
denuncias que viene realizando el programa de Jorge Lanata en la
televisión.
Dentro de ese vocabulario cuasi patológico,
cargado de adjetivaciones y
rebusques supuestamente literarios, los “intelectuales” se
dedican a denostar
las denuncias formuladas, considerándolas, entre muchas otras
cosas, “indemostrables”.
El sólo uso de esa calificación, es decir la de
“indemostrable”, parece ser
claramente una expresión de deseos, porque nada es indemostrable
mientras no se
dilucide si lo es o no.
La facciosidad de este grupo ideológico queda
plasmada de manera
irrefutable en expresiones que merecen destacarse. Un ejemplo
elocuente es la
frase que sigue: “el aliento
fétido de la regresión neoliberal que sale de la pantalla
impúdica los domingos
a la noche” . Así se expresa de manera descalificatoria hacia un
determinado
pensamiento político ideológico, actitud que se condice
sobradamente con los
antecedentes del grupo y su evidente colaboracionismo con las
más rancias
estructuras del poder kirchnerista.
El
neoliberalismo, que jamás ha
sido definido por ninguno de los “intelectuales” en cuestión,
que se sepa, no
tiene nada que ver con las denuncias de corrupción y con las
fastuosas
propiedades que vimos todos en la televisión. La clara
concepción fascista de
los escribas es muy evidente: nadie que defienda los modelos
liberales puede
denunciar nada porque si lo hace eso es falso e “indemostrable”,
y lo hace
porque, como mínimo, es golpista.
Y
efectivamente eso es lo que se
pretende una vez más.
A renglón
seguido la misiva compara
los hechos de la actualidad con "la caída de la República de
Weimar que
dejó abierto el camino para el ascenso del nazismo al poder". Y por si fuera poco, agrega
que las denuncias
actuales se asemejan a las “denuncias de corrupción que utilizaba
el diario Crítica
durante el golpe contra Hipólito Yrigoyen”.
Para
mayor abundamiento, y sin el
ánimo de cansar a nuestros lectores, agreguemos que Ricardo
Forster, el
declamado mentor del grupo en cuestión,
expresó su preocupación de que “el tema recurrente,
obsesivo y casi
salvaje sea el tema abstracto de la corrupción con las formas de
bóvedas y de
cajas fuertes”.
Realmente
la sensación que uno
tiene es que si algo hay de abstracto en todo esto es lo que
dice esta gente.
Las
denuncias por corrupción y la
exhibición de documentos y fotografías no solamente surgen del
actual programa
de televisión del periodista más odiado del momento por parte
del oficialismo.
Las denuncias en casos como el de Ciccone y Amado Boudou, con
perdón afipiano
incluído; la salida del país de Antonini Wilson, luego de haber
pasado por la
mismísima Casa Rosada al día siguiente del affaire de la valija,
la negación de
la justicia en una grabación donde se hablaba de las coimas en
el caso Skanska,
la manipulación de jueces e inclusive la renuncia del Fiscal
General, las
denuncias contra Lázaro Báez que datan del año 2008, el
sobreseimiento del
matrimonio presidencial en la causa por enriquecimiento ilícito,
el ahora
conocido caso del fiscal que debía apelar en esa causa y sufrió
el secuestro de
su hijo, la denuncia por amenazas del fiscal Marijuán, la
evidente patraña
presidencial en Harvard al afirmar que la familia se enriqueció
gracias a ser
una “abogada exitosa” y una larguísima lista de etcéteras poco
tienen que ver con
el concepto de indemostrabilidad. Más bien al contrario:
demuestran
sobradamente que acá hay actos indignos, inmorales, que son
tapados por el
poder.
Y en el
tema de las bóvedas y de
las cajas fuertes, todavía no sabemos lo suficiente, pero sí
hemos visto
declaraciones de ex funcionarios y de una ex secretaria
presidencial, aparte de
acusaciones claras por parte de empresarios y hasta fiscales de
Santa Cruz
denunciando la manipulación de las licitaciones de la obra
pública, o la
curiosidad de una ruta que no va a ninguna parte. Y la frutilla
de la torta fue
difundida hace unos días, cuando en un video clandestino se lo
ve al
expresidente fallecido exclamar su “éxtasis” ante,
llamativamente, una caja
fuerte de importantes dimensiones.
Esta
agrupación facciosa no está
en condiciones de hacer otra cosa que no sea la de defender a
ultranza a los
gobernantes, pero sus manifestaciones terminan siendo grotescas
y falaces.
La idea
que subyace es la de que
todo aquel que denuncia es golpista, es pro nazi y es
“neoliberal”. Y ello así
en virtud de que la justicia no ha probado nada.
Con sólo
comprobar que ningún
fiscal intervino para allanar el Madero Center (donde funcionaba
la financiera
clandestina supuestamente utilizada para lavar dinero), sino
hasta 96 horas después,
creemos que no hay mucho más que agregar.
Ahora el
amenazado es el ex
empleado de Báez que tomó fotografías de la casa del empresario
cuando, según
dijo, en aquella madrugada del lunes posterior al programa
televisivo, se
procedió a vaciar una supuesta bóveda cargada de documentación
y, se supone,
dinero.
Y a todo
esto se suman las
modificaciones de apuro al sistema judicial para limitar o
prohibir
directamente las cautelares y poner a los jueces a disposición
del poder
ejecutivo, literalmente. Y el final a toda orquesta, claro está,
es la urgente
votación de un “blanqueo de capitales”, claramente destinado a
convertir en
blanco lo que está negro.
¿Es todo
tan lábil y tan “folletinesco”
(otra palabreja que usan estos amigos de la defensa de lo
indefendible)?
La carta
íntegra aún no la hemos
visto publicada. Sólo conocemos partes que trascendieron y
algunas
declaraciones de Forster. Y la verdad es que realmente uno no puede menos que
avergonzarse de que gente así
se autocalifique de “intelectual”.
Porque
las denuncias televisivas y
de otro tipo tienen sobrados elementos que han llevado a la
apertura de causas
judiciales, con imputación incluida de los supuestos implicados.
Porque la
cantidad de casos denunciados excede largamente el programa de
televisión, el
tiempo y el espacio. Estas cuestiones no son nuevas, todo el
mundo lo sabe.
Menos, parece, esta gente, que se centra en lo que más les
molesta: la
repercusión pública de un simple programa de televisión.
Son
muchos los casos, muchos los
ocultamientos, muchas las flagrantes mentiras, como las
expresadas por la
propia presidenta a los estudiantes en Harvard.
Y , para
terminar, un párrafo más,
en esta increíble defensa de oscuros intereses: la mención que
se hace en la
carta a "la década en la que la reconstrucción de la política se
transformó en una de las claves decisivas para volver a soñar".
Volveremos
a soñar tapando,
descalificando, prohibiendo, persiguiendo y mintiendo
descaradamente.
Volveremos a soñar siempre y cuando no tengamos fétidas ideas
neoliberales.
Volveremos a soñar si nos callamos la boca. Volveremos a soñar
si admitimos que
si pensamos distinto somos golpistas. Volveremos a soñar si no
vemos programas
folletinescos que intentan ser contrarrestados con el “Fútbol
para todos”.
La
regresión no es “neoliberal”,
la regresión es moral. Parece que el fanatismo y el dinero
llevan a confundir
las razones de tal regresión.
HÉCTOR BLAS TRILLO
Buenos Aires, 23
de mayo de 2013
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