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sábado, 2 de noviembre de 2013

LA REGRESIÓN MORAL 23/5/13

El Ágora
LA REGRESIÓN MORAL

El grupo autodenominado “Carta Abierta”, integrado entre otros por el censor de Vargas Llosa en la Feria del Libro de hace un par de años, elaboró un nuevo texto en el que se hace referencia tan profusa como difusa a las denuncias que viene realizando el programa de Jorge Lanata en la televisión.
Dentro de ese vocabulario cuasi patológico, cargado de adjetivaciones y rebusques supuestamente literarios, los “intelectuales” se dedican a denostar las denuncias formuladas, considerándolas, entre muchas otras cosas, “indemostrables”.
El sólo uso de esa calificación, es decir la de “indemostrable”, parece ser claramente una expresión de deseos, porque nada es indemostrable mientras no se dilucide si lo es o no.
La facciosidad de este grupo ideológico queda plasmada de manera irrefutable en expresiones que merecen destacarse. Un ejemplo elocuente es la frase que sigue: “el aliento fétido de la regresión neoliberal que sale de la pantalla impúdica los domingos a la noche” . Así se expresa de manera descalificatoria hacia un determinado pensamiento político ideológico, actitud que se condice sobradamente con los antecedentes del grupo y su evidente colaboracionismo con las más rancias estructuras del poder kirchnerista.
El neoliberalismo, que jamás ha sido definido por ninguno de los “intelectuales” en cuestión, que se sepa, no tiene nada que ver con las denuncias de corrupción y con las fastuosas propiedades que vimos todos en la televisión. La clara concepción fascista de los escribas es muy evidente: nadie que defienda los modelos liberales puede denunciar nada porque si lo hace eso es falso e “indemostrable”, y lo hace porque, como mínimo, es golpista.
Y efectivamente eso es lo que se pretende una vez más.
A renglón seguido la misiva compara los hechos de la actualidad con "la caída de la República de Weimar que dejó abierto el camino para el ascenso del nazismo al poder".  Y por si fuera poco, agrega que las denuncias actuales se asemejan a las “denuncias de corrupción que utilizaba el diario Crítica durante el golpe contra Hipólito Yrigoyen”.
Para mayor abundamiento, y sin el ánimo de cansar a nuestros lectores, agreguemos que Ricardo Forster, el declamado mentor del grupo en cuestión,  expresó su preocupación de que “el tema recurrente, obsesivo y casi salvaje sea el tema abstracto de la corrupción con las formas de bóvedas y de cajas fuertes”.
Realmente la sensación que uno tiene es que si algo hay de abstracto en todo esto es lo que dice esta gente.
Las denuncias por corrupción y la exhibición de documentos y fotografías no solamente surgen del actual programa de televisión del periodista más odiado del momento por parte del oficialismo. Las denuncias en casos como el de Ciccone y Amado Boudou, con perdón afipiano incluído; la salida del país de Antonini Wilson, luego de haber pasado por la mismísima Casa Rosada al día siguiente del affaire de la valija, la negación de la justicia en una grabación donde se hablaba de las coimas en el caso Skanska, la manipulación de jueces e inclusive la renuncia del Fiscal General, las denuncias contra Lázaro Báez que datan del año 2008, el sobreseimiento del matrimonio presidencial en la causa por enriquecimiento ilícito, el ahora conocido caso del fiscal que debía apelar en esa causa y sufrió el secuestro de su hijo, la denuncia por amenazas del fiscal Marijuán, la evidente patraña presidencial en Harvard al afirmar que la familia se enriqueció gracias a ser una “abogada exitosa” y una larguísima lista de etcéteras poco tienen que ver con el concepto de indemostrabilidad. Más bien al contrario: demuestran sobradamente que acá hay actos indignos, inmorales, que son tapados por el poder.
Y en el tema de las bóvedas y de las cajas fuertes, todavía no sabemos lo suficiente, pero sí hemos visto declaraciones de ex funcionarios y de una ex secretaria presidencial, aparte de acusaciones claras por parte de empresarios y hasta fiscales de Santa Cruz denunciando la manipulación de las licitaciones de la obra pública, o la curiosidad de una ruta que no va a ninguna parte. Y la frutilla de la torta fue difundida hace unos días, cuando en un video clandestino se lo ve al expresidente fallecido exclamar su “éxtasis” ante, llamativamente, una caja fuerte de importantes dimensiones.
Esta agrupación facciosa no está en condiciones de hacer otra cosa que no sea la de defender a ultranza a los gobernantes, pero sus manifestaciones terminan siendo grotescas y falaces.
La idea que subyace es la de que todo aquel que denuncia es golpista, es pro nazi y es “neoliberal”. Y ello así en virtud de que la justicia no ha probado nada.
Con sólo comprobar que ningún fiscal intervino para allanar el Madero Center (donde funcionaba la financiera clandestina supuestamente utilizada para lavar dinero), sino hasta 96 horas después, creemos que no hay mucho más que agregar.
Ahora el amenazado es el ex empleado de Báez que tomó fotografías de la casa del empresario cuando, según dijo, en aquella madrugada del lunes posterior al programa televisivo, se procedió a vaciar una supuesta bóveda cargada de documentación y, se supone, dinero.
Y a todo esto se suman las modificaciones de apuro al sistema judicial para limitar o prohibir directamente las cautelares y poner a los jueces a disposición del poder ejecutivo, literalmente. Y el final a toda orquesta, claro está, es la urgente votación de un “blanqueo de capitales”, claramente destinado a convertir en blanco lo que está negro.
¿Es todo tan lábil y tan “folletinesco” (otra palabreja que usan estos amigos de la defensa de lo indefendible)?
La carta íntegra aún no la hemos visto publicada. Sólo conocemos partes que trascendieron y algunas declaraciones de Forster. Y la verdad es que realmente uno no  puede menos que avergonzarse de que gente así se autocalifique de “intelectual”.
Porque las denuncias televisivas y de otro tipo tienen sobrados elementos que han llevado a la apertura de causas judiciales, con imputación incluida de los supuestos implicados. Porque la cantidad de casos denunciados excede largamente el programa de televisión, el tiempo y el espacio. Estas cuestiones no son nuevas, todo el mundo lo sabe. Menos, parece, esta gente, que se centra en lo que más les molesta: la repercusión pública de un simple programa de televisión.
Son muchos los casos, muchos los ocultamientos, muchas las flagrantes mentiras, como las expresadas por la propia presidenta a los estudiantes en Harvard.
Y , para terminar, un párrafo más, en esta increíble defensa de oscuros intereses: la mención que se hace en la carta a "la década en la que la reconstrucción de la política se transformó en una de las claves decisivas para volver a soñar".
Volveremos a soñar tapando, descalificando, prohibiendo, persiguiendo y mintiendo descaradamente. Volveremos a soñar siempre y cuando no tengamos fétidas ideas neoliberales. Volveremos a soñar si nos callamos la boca. Volveremos a soñar si admitimos que si pensamos distinto somos golpistas. Volveremos a soñar si no vemos programas folletinescos que intentan ser contrarrestados con el “Fútbol para todos”.
La regresión no es “neoliberal”, la regresión es moral. Parece que el fanatismo y el dinero llevan a confundir las razones de tal regresión.





HÉCTOR BLAS TRILLO                                                      Buenos Aires,   23 de mayo de 2013

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