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lunes, 20 de junio de 2016

DESPIDOS, REGULACIONES Y PYMES 4/5/16

El Ágora
DESPIDOS, REGULACIONES Y PYMES

           Como es sabido, el Senado aprobó un proyecto de ley estableciendo la prohibición de despedir personal durante 6 meses, o la obligación de abonar la doble indemnización por antigüedad prevista en la ley de contrato de trabajo.
          El proyecto ha pasado ahora a la Cámara de Diputados, que podrá aprobarlo o no, o incluso introducir modificaciones que lo harían retornar a la Cámara de Senadores para un nuevo debate.
         Hay en danza otros proyectos, como por ejemplo el del Frente Renovador de Sergio Massa, que dispone que la ley a aprobarse excluya a las PYMES con menos de 40 empleados, manteniendo las obligaciones del proyecto original para las restantes empresas.
        El diputado Felipe Solá, perteneciente hoy por hoy al Frente Renovador citado, ha hecho declaraciones en el sentido de que existe un “clima de despidos” y que votar una ley prohibiéndolos por 6 meses para las grandes empresas no hace otra cosa que desactivar  tal clima, palabras más palabras menos.
        Como hemos señalado en reiteradísimas oportunidades, el cambio de las reglas de juego está en la base de los errores políticos que habitualmente se cometen en la Argentina. Es obvio que quien una vez cambia las reglas, puede volver a hacerlo mañana o dentro de un año, como si tal cosa. Esto es una obviedad que sin embargo no se debate adecuadamente a nuestro juicio.
       La cuestión del “clima de despidos” nos recuerda, que se nos permita la digresión, la “sensación de inseguridad” de otrora. En la situación actual, de acomodamiento de variables económicas que todo el mundo sabe que debía ocurrir, (llámese ajuste o como se llame) existen efectivamente despidos, como ya venía ocurriendo en los últimos años, en sectores tales como estaciones de servicio, frigoríficos o industria de la construcción.
      Esta es una descripción, por supuesto. Está claro que hay problemas, que había retrasos en tarifas de servicios que eran inmensos y que el sacudón del cambio ha sido enorme.
      Pero eso no quita que debamos reflexionar sobre el asunto una vez más.
      En primer lugar, el sólo hecho de pretender excluir a las PYMES de hasta 40 empleados significa al menos dos cosas: una que esas empresas sí podrán despedir gente en las condiciones legales hoy vigentes. La segunda cosa, que deviene obvia, es que, salvo mejor explicación, se pretende distinguir el mercado laboral entre hijos y entenados violando claramente el principio de igualdad ante la ley. Los empleados no tienen la culpa de trabajar en empresas con menos o más de 40 empleados, pero deberán atenerse a las consecuencias de tal hecho.
       En segundo lugar, la  perspectiva de que la Argentina sigue con esa mentalidad de pretender arreglar los problemas atacando sus consecuencias y cambiando las reglas a piaccere, sólo sirve para desalentar a los inversores, que obviamente temen futuros cambios por razones de emergencia. Por lo demás, el sólo anuncio de una ley  que prohíbe despidos es una alarma estridente para las empresas en dificultades, lo que lleva a apurar el trámite y despedir gente antes de que tal ley se apruebe. 
        Cabe recordar que en los últimos años, aparte de que ya hubo una ley prohibiendo despidos o con doble indemnización, ha habido muchos cambios producto de iniciativas francamente trasnochadas. Desde la confiscación de YPF o de las AFJP, hasta la prohibición de girar dividendos, o de exportar o importar determinados productos, o de tener que pedir permiso para importar o exportar, por sólo citar algunos ejemplos de cambios de reglas.
        Este tipo de decisiones son tomadas por los políticos con la intención posiblemente honesta de ayudar a quienes están en dificultades, pero logran el efecto inverso. No hace mucho recordamos en otro trabajo el congelamiento de alquileres dispuesto por el peronismo en los años 50, que destruyó durante casi 30 años el mercado de la construcción.
       El partido gobernante, por su parte, propone incentivar el primer empleo para jóvenes mejores de 24 años.  En este caso lo que se busca es incorporar a los llamados “ni-ni” al mercado laboral. El proyecto implica que los empleadores dejen de pagar por estos nuevos empleados las contribuciones patronales, es decir la parte de las obligaciones previsionales que corresponde que aporten las empresas.
      Estas iniciativas lo que demuestran, antes que ninguna otra cosa, es que el costo de emplear a alguien en la Argentina es carísimo, y por eso mismo se recurre a estas “ofertas” tipo fin de temporada. Si las contribuciones del empleador son elevadas, lo son para todos, no solamente para quienes ocupan personal menor de 24 años que trabaja por primera vez. Aparte de otra cuestión más que obvia: es posible que ciertos empleadores dejen fuera del mercado laboral a personas con experiencia y conocimientos para ocupar los cargos por gente si tan experiencia. Es decir, que por un lado como el plumero cambian la tierra de lugar, y por el otro, terminan siendo menos eficientes por no contar con personal experimentado, que a todo esto estará desocupado.
      Cuando se pretende que hay que bajar los costos previsionales, el argumento político que se opone a esto es el de que así se “precariza el trabajo”. Es decir, cuando es para promover el primer empleo no se “precariza”, cuando es para todos (como debe ser, porque la ley debe ser igual para todos), entonces sí se “precariza”.
      Estas contradicciones y estas marchas y contramarchas no hacen más que mostrar por un lado la pésima costumbre intervencionista que sólo sirve para alterar y deteriorar las condiciones de trabajo, y por el otro, la verdadera falta de imaginación para resolver problemas concretos, reales, de una economía en dificultades.
       Desde hace muchísimos años, demasiados, nuestros beneméritos políticos han pretendido atacar: desde la falta de teléfonos, hasta la insuficiencia de servicios de gas o de electricidad, mediante el recurrente método de desalentar el uso.  Es decir, en lugar de buscar que que vengan capitales, haya inversiones y se produzca más para satisfacer la demanda de lo que sea, lo que se hace es pedirle a la gente que “use menos” la luz, el gas, el teléfono, el auto o lo que sea.
       Hemos visto esto tantas veces en el último medio siglo que no podemos sino recordar el viejo adagio según el cual el hombre es el único animal sobre la faz de esta bendita tierra, capaz de tropezar dos veces con la misma piedra.
                   

           

Buenos Aires, 4 de mayo de 2016                                            HÉCTOR BLAS TRILLO

                                                                                         


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