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domingo, 7 de febrero de 2021

CONTRACORRIENTE: PATOTERISMO NEOFASCISTA

 Contracorriente

PATOTERISMO NEOFASCISTA

“Si el campo no entiende, voy a subir las retenciones y establecer cupos a la exportación” (Alberto Fernández, presidente constitucional de la Nación Argentina)

                 Meditamos largamente antes de titular este comentario del modo en que finalmente lo hicimos.  No nos queda más remedio que actuar en consecuencia, conscientes como somos de que la acción es la que provoca la reacción. Y obviamente no hablamos de “reacción” en el sentido político del término, sino dentro del concepto de “respuesta”.

                 En ese breve párrafo con el que iniciamos este escrito, nuestro presidente resume largamente lo que significa patotear entre nosotros, los argentinos.  También resume esa dosis de prepotencia actuada que pretende asumir Fernández al decirles a quienes producen y traen los dólares que el país necesita imperiosamente, que NO ENTIENDEN.  Porque parece obvio que un abogado que siempre fue funcionario con cargos políticos y también profesor de derecho en la UBA, SABE MÁS de qué  y cómo hacer con la agricultura y la ganadería que los propios productores.  Para concluir con la explicación del título que elegimos, digamos simplemente que al hablar de “neofascismo” estamos siendo benévolos con esta gente. Porque como viene la mano parece que la cosa será mucho peor.

               Las retenciones y especialmente los “cupos” a las exportaciones, son, antes que ninguna otra cosa, limitaciones al derecho de propiedad.  Los “cupos” impiden comerciar libremente, tal como postula el artículo 14 de nuestra vapuleada Constitución. Pero si el hecho de aplicar cupos y retenciones es un daño a la libertad de producir, disponer y comerciar libremente de lo que es de cada uno, AMENAZAR con hacerlo es prepotencia, abuso de poder, y el certificado de defunción para el futuro agrícola ganadero de la Nación.

             Nadie en su sano juicio arriesgará capital y trabajo en producir para que esta gente haga lo que quiera con el resultado del esfuerzo. Es más, amenace con hacerlo.

            Y por si cupieran dudas de en qué lugar nos encontramos culturalmente, acá a nadie parece movérsele un pelo ante el abuso de poder y la violación sistemática de la Constitución.

           Porque en un país serio y que se precie de respetar el Estado de Derecho, que un presidente diga semejante sandez merece un juicio político de cabo a rabo. Acá a lo sumo motiva protestas, comentarios, paros, cortes de ruta y todas esas cosas que culminan en un ida y vuelta echando culpas al voleo. El Congreso prácticamente no existe, la Corte Suprema resulta acorralada por una banda de facinerosos que pretenden ser “presos políticos” luego de que todo el planeta ha visto por televisión lo que hicieron.  Y la dirigencia en general, o la oposición en particular, a lo sumo declama en programas de televisión ad hoc, que solamente miran los que están de acuerdo con sus reclamos. Porque como sabemos, los adeptos al neofascismo se solazan con C5N y los esbirros del régimen. La mayoría de los cuales, dicho sea de paso, son conversos. Y se supone que su conversión se debe a algo material. Al menos la sospecha tiene fundamento.

          Como también tiene fundamento la sospecha de que la conversión del presidente de la Nación en kirchnerista luego de que todo el mundo puede ver en Internet las cosas que decía de Cristina Fernández y su gobierno hasta apenas horas antes del “anuncio” de la señora vicepresidenta.

         En realidad, Alberto Fernández repite una vez más la tragicomedia que significa el peronismo histórico. Sabe muy bien que el problema de los precios es principalmente un problema monetario. La moneda no la emiten los productores, ni los empresarios, ni los supermercados, ni los “formadores de precios”. No. Sólo el Estado la emite. Y con tal fruición que la moneda pierde valor minuto a minuto. Por eso no hay precios, por eso no hay crédito, por eso no hay ahorro. Por eso los argentinos ganan hoy la miseria que ganan si tomamos los valores en dólares, aún al ficticio cambio “oficial”.

      Nuestro presidente, profesor de derecho, cree que “ejercer el poder” es violar derechos elementales porque no le gustan las consecuencias de lo que él y el grupo que hoy gobierna producen.

       La inflación va a acelerarse dramáticamente. Es lo que dicen todos los economistas. Y esto va a ocurrir porque está emitiéndose dinero sin control. Y no sólo emitiéndose, sino incluso importando billetes que se hacen imprimir en otros países para poder financiar el déficit pavoroso que tiene el país. Déficit del que parece no tomar nota el señor Fernández, porque ni él, ni todo el séquito que conforma, se ha bajado un peso de su sueldo, mientras millones de argentinos se quedan sin trabajo, sin negocio y sin esperanzas.  Ni una sola oficina pública a lo largo y a lo ancho del país ha hecho el más pequeño de los ajustes. Y la señora vicepresidenta reclama una millonada en concepto de jubilación, pensión y sueldo por su cargo, mientras millones de jubilados sobreviven con 19.000 pesos de jubilación. Y encima reclama no pagar impuesto a las ganancias por eso, al tiempo que sus dirigidos en el Congreso votan un “impuesto a la riqueza” para ser “solidarios” con los desgraciados habitantes que se han quedado en la calle, literalmente.

        Dijo el presidente: “no se puede especular en este contexto” Muy bien, éste es el contexto. El de un gobierno cuyos responsables no han pensado ni por un momento en ajustar el gasto, en bajarse sus salarios, en reformar la administración pública para hacerla más acorde a los recursos disponibles. Y más eficiente.

        Y un detalle final que conviene no dejar pasar. Dijo el presidente “Yo necesito que ellos exporten porque necesito dólares que entren. Pero lo que no pueden es trasladar a los argentinos los precios internacionales porque no producen en precios internacionales”. Habla en primera persona, él “necesita”.

        Entonces es bueno recordarle, también, que los precios siempre son internacionales. Y lo que no rinde en un país, rinde en otro. Nadie produce a pérdida. O invierte donde no le conviene. Por esa razón crece la producción agrícola y ganadera en Paraguay o en Uruguay, entre otras cosas porque allí migran los capitales argentinos (y las personas).

       Y de paso sea dicho, si los precios han de ser “locales” porque deben ser menores, no se entiende por qué razón nuestro presidente no protesta por los precios de  productos electrónicos y demás, que cuestan el triple que en EEUU. En fin, son ejemplos. La liviandad, la improvisación y la chatura ideológica están en la base de este autoritarismo a la veleta que intentan imponer los nuevos dueños de la verdad y de la ética. Los resultados están, y sobre todo estarán, a la vista.

www.hectorblastrillo.blogspot.com

HÉCTOR BLAS TRILLO                                                                     Buenos Aires, 7 de febrero de 2021

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